Yazidíes: una historia escrita a través de relatos de heroísmo y sacrificio

Once años después de los ataques del Estado Islámico (ISIS) en Shengal (región de mayoría yazidí del norte de Irak), cientos de héroes que reescribieron la historia con su sangre se convirtieron en símbolo de esperanza.

Desde el comienzo de la historia de la humanidad, se contaron innumerables relatos. Pero hasta ahora, pocos hablaron con seriedad de los genocidios y masacres dirigidos contra la identidad kurda y la fe yazidí. O bien las palabras no lograban capturar la verdad, o la historia era tan dolorosa que ni siquiera la conciencia podía soportarla. Sin embargo, la humanidad debe ser capaz de escribir sobre la verdad de lo que ocurrió: los genocidios, la esclavitud de mujeres en mercados, el enterramiento de personas vivas. 

A lo largo de la historia, los poderosos han repetido una y otra vez: “Este pueblo debe ser aniquilado”. En claro contraste, la fe yazidí, antigua y sagrada, mantuvo su legado cultural de generación en generación. Porque se entendió que si esta creencia ancestral llegaba a abandonarse, no quedaría ninguna cultura fundada sobre un significado sagrado para el futuro.

Por eso, el 3 de agosto de 2014, las bandas de ISIS llevaron a cabo un asalto bárbaro e inhumano contra las aldeas de Shengal. El pueblo quedó desprotegido y abandonado. Las mujeres fueron arrastradas por el suelo. Las jóvenes fueron vestidas con sudarios negros bajo el pretexto de la religión y vendidas en las calles de Mosul. Padres, incapaces de ver a sus hijos caer en manos de esas bandas terroristas, los arrojaron por los acantilados. Sus gritos fueron respondidos por los luchadores por la libertad de Kurdistán: las Fuerzas de Defensa Popular (HPG) y las Unidades de Mujeres Libres (YJA Star).

Pero, ¿nació una chispa de esperanza o de fuerza de esos gritos cargados de dolor? Sí, las y los luchadores por la libertad lo hicieron posible. Quienes escucharon las voces de las madres y mujeres yazidíes fueron las y los combatientes de Abdullah Öcalan. Mártires como Dilsher Herekol, Egîd Civyan, Nûjîn Amed, Amargî y muchos otros se unieron a esta lucha con conciencia y resistencia desinteresada. Dieron sus vidas por una causa moldeada por los pensamientos y la filosofía de Öcalan.

En el siglo XXI, combatientes, guerreras y comandantes yazidíes como Dijwar, Bêrîvan, Arîn, Çeko, Deyndar, Agir, Azad, Mahîr Teyawî, y cientos de otros héroes, reescribieron la historia con su sangre. Esta vez no hubo rendición. Niños árabes y yazidíes se pusieron hombro con hombro en tierras sagradas, jurando defender su patria, su fe y su humanidad frente a una mentalidad que se alimenta de destrucción. Como dijo una vez el mártir Zerdeşt: “Los yazidíes no tienen miedo”. Y en efecto, con la fundación de las Fuerzas de Autodefensa Yazidíes (YBŞ) y las Unidades de Mujeres Yazidíes Libres (YJŞ), este pueblo ancestral rompió siglos de miedo y resistió con toda su fuerza para sobrevivir.

Han pasado once años desde el ferman (genocidio). El yazidismo ha resurgido. Cada gota de sangre sagrada derramada en el suelo de Shengal sigue alimentando la resistencia de la juventud yazidí. Los jóvenes combatientes caminan tras las huellas de Mam Zeki, Mam Beşîr, Têkoşer, Tîrêj, Arîn y Cîhan. Este aniversario del ferman no fue recibido con tristeza, sino con un saludo de Abdullah Öcalan. Con la fuerza que extraen de él, seguirán ampliando su autodefensa y llevando la lucha hacia adelante.

La iluminación y la autodefensa en estas tierras solo son posibles honrando la sangre sagrada de los mártires, permaneciendo unidos, sin olvidar jamás los fermans y fortaleciendo la alianza entre los pueblos yazidí y árabe. El ferman de 2014 nos mostró la necesidad de crecer, tanto en conciencia como en autodefensa. El camino hacia ese crecimiento pasa por mantenerse firmes ante todos los fermans dirigidos contra los pueblos, y especialmente contra nuestra propia fe.

FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina

viernes, agosto 1st, 2025