Warisheh Moradi, activista kurda encarcelada, ha iniciado una huelga de hambre indefinida desde la tristemente célebre prisión de Evin, en Teherán, Irán, en protesta por la escalada de abusos a los derechos humanos en el país, en particular por el alarmante aumento de las ejecuciones.
En una desafiante segunda carta desde la cárcel, Moradi hizo un llamamiento a las organizaciones internacionales, destacando el continuo sufrimiento de las mujeres y de quienes buscan la libertad bajo el opresivo régimen iraní.
La carta de Moradi aborda el conflicto más amplio de Medio Oriente y describe cómo los regímenes autoritarios y las potencias capitalistas globales han convertido la región en un campo de batalla, en el que las mujeres y los grupos marginados son los más afectados por la violencia. Traza paralelismos entre la represión interna de Irán y las guerras transfronterizas, y condena las ejecuciones masivas del régimen como parte de una estrategia para silenciar la disidencia.
La huelga de hambre de Moradi coincide con el Día Europeo y Mundial contra la Pena de Muerte y forma parte de su llamado a la solidaridad global, instando a la comunidad internacional a oponerse tanto a las violaciones internas de los derechos humanos de Irán como a su papel en los conflictos regionales.
Moradi, también conocida como Ciwana Sine, fue detenida el 1 de agosto de 2023 durante un control policial cerca de su ciudad natal de Sine (Sanandaj, Rohjilat, Kurdistán iraní) y llevada a un lugar desconocido.
La justicia del régimen iraní la acusa de “enemistad hacia Dios” y “rebelión armada contra el Estado”. Las acusaciones están relacionadas con la pertenencia de Moradi al KJAR, la organización que reúne al movimiento de mujeres kurdas en Irán, y su compromiso con las cuestiones de la defensa de los derechos de las mujeres y el feminismo. Teherán considera al KJAR una “organización terrorista separatista”, porque dice que forma parte del Partido por una Vida Libre en Kurdistán (PJAK).
A continuación publicamos la carta completa:
A la Sociedad Libre y a las Organizaciones Internacionales
Las llamas de la guerra han envuelto a todo Medio Oriente, un conflicto que ha ardido durante décadas en esta antigua tierra bajo la apariencia de un supuesto nuevo orden. Estas llamas sofocan a la sociedad, consumiendo cada vez más esta hermosa existencia humana con cada ola de violencia. Las políticas neoliberales del sistema capitalista global, destinadas a consolidar su dominio en Medio Oriente, combinadas con las ambiciones de las potencias regionales tradicionales, han expuesto esta guerra como nunca antes. Por un lado, Occidente busca remodelar Medio Oriente, no a través de la paz, sino a través de la guerra. A pesar de sus intentos fallidos de homogeneizar la región y borrar su rica historia y cultura, Occidente persiste. Mientras tanto, los Estados conservadores de la región, atizando el nacionalismo y el fervor religioso, continúan avivando las llamas. Las diversas repercusiones de estos conflictos, sumadas a la violencia en aumento, corren el riesgo de marcar el comienzo de un peligroso ascenso del fascismo en toda la región.
Es evidente que esta guerra continuará y que probablemente afectará a vastas zonas de la región. En medio de estos desafíos, la República Islámica de Irán, tras años de intentar crear una “Media Luna chiita”, habla ahora de una OTAN árabe y de la unidad de la Ummah musulmana. El reciente tráfico diplomático [de funcionarios iraníes] con los países árabes subraya este plan. Sin embargo, estas contradicciones, desafíos y rivalidades sólo pueden conducir a una mayor devastación en Medio Oriente. La población –en particular las mujeres– que ya ha sufrido bajo regímenes autoritarios ahora enfrenta amenazas adicionales por los estragos provocados por esta guerra.
En resumen, el capitalismo global, que busca debilitar y controlar a los Estados-nación de la región, está lejos de apoyar a los pueblos, especialmente a las mujeres. En las luchas de poder entre fuerzas rivales, las verdaderas víctimas son la sociedad, en particular las mujeres y los niños: se los viola, se los obliga a huir de sus países de origen o se los recluta para que sirvan a los señores de la guerra. Una cuestión crítica que debe abordarse es que el aumento de la represión interna está intrínsecamente vinculado a estas guerras transfronterizas. En otras palabras, ambas están inextricablemente conectadas. Esto crea una ecuación sombría en la región, e Irán no es una excepción. Por el contrario, sigue el mismo camino que en los años 1980, cuando se produjeron ejecuciones masivas de prisioneros y defensores de la libertad junto con conflictos fuera de sus fronteras. La cuestión crucial ahora, mientras la historia recuerda los acontecimientos de los años 1980, es asegurar que la historia no se repita.
En los últimos años, la República Islámica ha intentado presentarse como una isla de paz en medio de la agitación en Medio Oriente, pero sus políticas internas y externas han resultado infructuosas. En el plano interno, el régimen totalitario se enfrenta a una presión cada vez mayor y, si no aprovecha sus últimas oportunidades para retirarse de la tiranía, inevitablemente deberá afrontar las consecuencias. Al mismo tiempo, las condiciones siguen deteriorándose, económica, política, social y psicológicamente. Las violaciones de los derechos humanos están aumentando: desde principios de este año se han llevado a cabo 531 ejecuciones. El año pasado, se ejecutó a 811 personas, lo que supone un aumento del 35% en la ejecución de mujeres en comparación con el año anterior. Estas cifras ilustran el absoluto desprecio del régimen por las mejoras. En cambio, mediante sus políticas de negación y eliminación de quienes considera “otros”, está llevando a la sociedad a la ruina. A pesar de esta realidad dolorosamente obvia, sigue siendo esencial comunicar estas amargas verdades al mundo. La lucha contra esta situación y la oposición a este régimen tiránico recae sobre nosotros, los presos, igual que sobre los demás.
Como alguien que ha trabajado para transformar la sociedad y dar sentido a la vida, y que se solidariza con las mujeres y todos los pueblos oprimidos, mis decisiones y acciones tienen como objetivo llamar la atención sobre la situación actual. Mi postura contra la opresión de quienes buscan la libertad no es para obtener un beneficio personal. Estoy emprendiendo una huelga de hambre indefinida en el Día Internacional contra la Pena de Muerte con este mismo propósito. Si ves el costo de la guerra y gritas “No a la guerra”, también debes reconocer los asesinatos domésticos y las ejecuciones diarias llevadas a cabo bajo el disfraz del Islam político. No permitas que las guerras transfronterizas oculten el problema de la represión interna. A través de esta huelga de hambre, pretendo asegurar que las voces de los combatientes locales que se han alzado valientemente no se pierdan en medio del clamor de la guerra y las empresas inútiles. Con este fin, anuncio mi huelga de hambre indefinida en solidaridad con las campañas globales de #No_a_las_Ejecuciones, encabezadas por grupos, instituciones y organizaciones internacionales dedicadas a abolir la pena de muerte.
Werisheh Moradi
Prisión de Evin-Teherán-Irán, pabellón de mujeres
Octubre de 2024
FUENTE: Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina