A finales de octubre, en Afrin, la almazara de Sharran es un hervidero de actividad. Bajo la atenta mirada del director de la almazara, Hassan Jamal Kharbash, los tractores entran en fila al patio y descargan sacos de aceitunas recién recolectadas, las prensas rugen y el fresco aroma de la fruta triturada inunda el aire. La escena es casi alegre, …
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