Cuando era relativamente nueva en la cuestión kurda, al menos nueva en verla desde una perspectiva kurda, pregunté a los aldeanos por qué pensaban que el Estado había matado a decenas de sus familiares y vecinos. “Porque somos kurdos”, fue su respuesta básica. Eso me vino a la mente de nuevo cuando leí un artículo sobre Palestina en el que se citaba a un hombre que decía: “A los israelíes les encanta matarnos”. Hay sabiduría en esas palabras.
En aquel momento, a principios de enero de 2012, cuando un aldeano me dijo que el Estado mataba “porque somos kurdos”, su declaración me pareció un poco superficial. Fue un par de días después de que ocurriera la masacre de Roboskî . En este atentado del 28 de diciembre de 2011, la Fuerza Aérea turca arrojó bombas contra un grupo de comerciantes fronterizos kurdos, matando a 34 de ellos, 19 de los cuales eran menores de edad. Las palabras del aldeano fueron su respuesta a la pregunta que hice a varias personas ese día: “¿Por qué ocurrió esta masacre?”
Corazón
Para mí esa no fue una respuesta suficiente. Lo que quería saber era ¿cuáles fueron todas las circunstancias que rodearon la tragedia? ¿Por qué pasó esa noche? ¿Hubo alguna razón específica por la que el Estado bombardeara al grupo de comerciantes? ¿Cuáles eran todos los hechos que aún no sabíamos? Hice una investigación a largo plazo, pasé mucho tiempo en el pueblo de donde eran la mayoría de las víctimas, aprendiendo sobre sus vidas y su visión sobre Turquía y su posición en el país como kurdos que viven en el corazón de Kurdistán.
Luego escribí un libro sobre la masacre. ¿Sabes a qué llegué finalmente después de colocar todas las piezas del rompecabezas en su lugar? Que el pueblo fue masacrado por ser kurdos. Había toda una dinámica histórica, política, cultural y económica detrás de esto que explicaba por qué había sucedido esa noche y en ese lugar y en qué dinámica política, pero los aldeanos habían resumido todo con una precisión escalofriante en esa breve frase: “Kürt olduğumuz için” (“Porque somos kurdos”).
Para llegar a esa conclusión, es necesario mirar desde la perspectiva de las personas que son reprimidas, sin descuidar una inmersión profunda en la ideología del represor. En otras palabras: no se puede explicar la cuestión kurda sin comprender también adecuadamente a Turquía.
Padre
El artículo sobre Palestina e Israel que estaba leyendo explica perfectamente el mismo principio. La pieza se llama Running Amok y la autora, Mary Turfah, cita a su padre. Ella escribe: “Mi padre, criado durante el asedio israelí de Beirut en 1982, sacudió la cabeza cuando le pregunté si las acciones de Israel en Gaza le sorprendían. Él respondió en árabe: ‘Los israelíes disfrutan matándonos’”. Puede parecer una visión muy básica sin mucha profundidad ni matices, pero en realidad es exactamente lo contrario: es dolorosamente precisa. Toda la pieza responde meticulosamente a la pregunta planteada al principio: “¿Qué les pasa a los israelíes?”. La profundidad del ensayo y las ideas que proporciona se resumen en esas pocas palabras de su padre.
No se puede explicar el sufrimiento de los palestinos sin profundizar en el Estado colonial israelí y comprenderlo realmente, del mismo modo que no se puede explicar la cuestión kurda sin explicar Turquía.
Lo que también me sorprende de la cita del palestino es que su conocimiento está nuevamente arraigado en sus experiencias de hace varias décadas, que a su vez están arraigadas en las experiencias de generaciones palestinas anteriores, desde la Nakba de 1948 y más atrás. Por supuesto, lo mismo se aplica a los kurdos.
Dersim
La primera vez que vine a Gülyazı, el pueblo de donde procedían la mayoría de las víctimas de la masacre, había una enorme pancarta colgada junto a la carretera: “Dersim 1937-1938, Roboskî 2011”. Roboskî es el nombre kurdo de la aldea cercana de donde siempre salían los comerciantes fronterizos en su ruta a través de la frontera hacia el Kurdistán en Irak. En ese momento no estaba segura de por qué la gente hacía esa conexión con las mayores masacres de kurdos en la historia republicana turca. En la provincia de Dersim, oficialmente llamada Tunceli, la población kurda aleví se había negado a someterse plenamente al Estado que les negaba su autonomía, lo que provocó una masacre estatal en la que murieron decenas de miles de hombres, mujeres y niños.
Profundicé en la historia de Dersim, leyendo libros, investigando y entrevistando a expertos. Cuanto más entendía lo que había sucedido allí, más entendía la comparación que hacía la gente de Roboskî y mejor empezaba a comprender el “porque somos kurdos”. Ellos, como pueblo, habían vivido esta represión durante décadas y décadas. Sabían muy bien por qué los mataron.
Los reprimidos conocen al represor mejor de lo que éste se conoce a sí mismo. ¿Quieres comprender la represión y aprender sobre ella desde la perspectiva de quienes la padecen? Toma sus breves y escalofriantes sabidurías como punto de partida.
FUENTE: Fréderike Geerdink / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina