La relación entre arte y política siempre ha sido un tema de debate. Hay quienes consideran que el arte está separado de la política, del mismo modo que otros sostienen que “el arte debe hacerse por el arte”. Sin embargo, dado que el arte responde a las necesidades espirituales de la sociedad, son aún más numerosos quienes afirman que “el arte no puede concebirse al margen de la política”. En última instancia, si la política representa los intereses del pueblo, se convierte en arte en la medida en que garantiza una vida digna, cómoda y en paz. Si el objetivo del arte es la vida social, su relación con la política no puede ignorarse.
Aunque no todo el mundo se interese profundamente por la política, cada persona posee inevitablemente una cierta visión de la vida. El individuo, con su cosmovisión y los valores culturales y morales que adopta, entra en armonía con la sociedad en la que vive. Desde esta perspectiva, se llega a la conclusión de que todas las formas de arte son también políticas. Los círculos dedicados al arte obtienen reconocimiento social en la medida en que expresan sentimientos y pensamientos colectivos, y según la mirada de la sociedad adquieren asimismo un valor político.
La idea de que “el arte es, en cierto sentido, político” se ha extendido cada vez más. Su producción, su contenido, su financiación e incluso su distribución han adquirido un carácter político. Que el arte sea político no significa, sin embargo, que todo artista deba implicarse directamente en la lucha política. El arte, de una manera u otra, siempre ha servido a la política y siempre ha estado entrelazado con ella.
El arte posee una dimensión social, y por ello su independencia es natural. Las actividades artísticas constituyen un campo de trabajo desde el cual el artista expresa su mundo emocional e intelectual. Su fuente es la sociedad. Los hechos que surgen en la vida social son interpretados por la sensibilidad y el pensamiento del artista, y presentados de nuevo ante el público. De esta manera, la obra contribuye al desarrollo de la conciencia social.
La memoria del arte en la cultura proviene de su papel fundamental en el ámbito social. Gracias a su aportación a los valores espirituales, es posible considerar las actividades de cultura y arte como un renacimiento de la vida misma. El arte debe ocupar un lugar central en la medida en que integre la cultura con el modo de vida, la identidad, la tradición, la vida cooperativa y el conjunto de valores de una sociedad.
A su vez, el artista es quien vive y siente profundamente estos valores sociales, quien observa, interpreta y da sentido a las emociones y pensamientos, y quien presenta a la sociedad su creación nacida de su mundo interior. Desde esta comprensión, resulta inevitable que la identidad del artista se convierta en parte de la conciencia colectiva.
El 5º Festival Internacional de Cine de Rojava nació en la misma geografía donde surgió la revolución. En este sentido, la Revolución de Rojava es especialmente significativa porque produce su propio arte. El Festival Internacional de Cine de Rojava ha demostrado, incluso en sus primeras ediciones, que es posible construir una alternativa sin disponer de una industria cultural consolidada. En Rojava, el arte y la revolución se han encontrado, y la revolución ha abierto una base independiente para el desarrollo artístico.
Además de ser una revolución de las mujeres, la Revolución de Rojava también se presenta como internacionalista. En ella, el internacionalismo se ha renovado ideológica y teóricamente, adquiriendo una dimensión práctica nueva en sus objetivos y orientaciones. Las actividades artísticas que se desarrollan en Rojava merecen un apoyo internacional continuado.
Gracias a ese apoyo, la Revolución de Rojava ha alcanzado un público global y ha construido una organización con proyección internacional. No solo en el ámbito cinematográfico, sino en todas las ramas del arte, debe aspirar a la universalidad. La conciencia de una sociedad democrática es también la base del desarrollo cultural y artístico. El arte sólo puede perdurar en la medida en que acompañe a la revolución y se convierta en parte de su esencia. La nueva sociedad tiene en la cultura y el arte una de sus mayores necesidades. En este marco, el Festival de Cine de Rojava adquiere un significado aún más profundo.
La dedicatoria de la película inaugural del Festival de este año a la memoria de Nazim Dastan es sumamente significativa. Como periodista, cayó mártir en Rojava un año atrás, junto a su colega Cihan Bilgin, en defensa del derecho del pueblo a recibir información veraz. La película fue escrita a partir de las noticias de Nazim; uno de sus reportajes dio origen a la creación de una obra cinematográfica.
La Revolución de Rojava es la savia vital del arte y de los artistas. Las materias primas de la revolución aguardan a artistas talentosos comprometidos con el arte. Quienes afirman que el arte existe para la sociedad, quienes poseen un espíritu rico y un pensamiento joven, encontrarán en Rojava mucho más de lo que buscan. Allí hay historias de resistencia excepcional, de mujeres combatientes, de masacres y tragedias, de decenas de miles de mártires, de miles de soldados liberados y de todo un pueblo. Para eso existe el arte. Ha llegado el momento de coronar la revolución con arte.
Felicitamos a todos los trabajadores, artistas y amantes del arte cuyas obras forman parte del 5º Festival Internacional de Cine de Rojava, y les deseamos sinceramente que alcancen aún mayores éxitos.
FUENTE: Huseyin Gedik / ANHA / Edición: Kurdistán América Latina