Asia Occidental se encuentra en una fase de profunda convulsión. Gobernantes con décadas de antigüedad están cayendo, los poderes tradicionales se encuentran bajo una enorme presión. Y el mundo está descubriendo nuevos actores en la región. En el curso de estos cambios, el pueblo kurdo se ha convertido en un actor clave, cuya influencia se extiende mucho más allá de las fronteras de su propia zona de asentamiento.
Por ello, tanto a nivel regional como internacional, existe un creciente interés en establecer relaciones directas con los kurdos para comprender mejor sus motivaciones y objetivos.
La historia de cinco mil años de los kurdos en Asia Occidental
Hace unos cinco mil años, los sumerios se referían a sus vecinos de los montes Zagros y Tauro, al norte, como “Kurti”, “la gente de las montañas”. Los asirios hablaban de los “Nairi”, el pueblo que vivía cerca de los ríos Éufrates y Tigris.
La palabra “Kurdistán” —”la tierra de los kurdos”— se mencionó por primera vez en el siglo IX. Los propios kurdos remontan sus raíces culturales a la revolución neolítica, hace unos quince mil años. Se consideran un pueblo que ha hecho contribuciones significativas a la “cuna de la civilización” de Asia occidental.
Como uno de los pueblos más antiguos de Asia Occidental, los cincuenta millones de kurdos desempeñan un papel central en la región a nivel cultural, político, económico y militar. Con una población de veinticinco millones en Turquía, trece millones en Irán, siete millones en Irak y tres millones en Siria, Kurdistán se encuentra geoestratégicamente ubicado en el corazón de Asia Occidental.
También existe una diáspora de alrededor de cinco millones de kurdos, sobre todo en países europeos como Alemania, Francia y el Reino Unido, pero también en Rusia, Armenia, Egipto, Líbano, Israel o Jordania. La riqueza hídrica de los ríos Éufrates y Tigris, las extensas tierras fértiles y los enormes recursos minerales confieren a las zonas de población predominantemente kurda una gran importancia económica.
La política de negación y genocidio de cien años contra los kurdos, hoy ha fracasado
La forzada división de las sociedades multiétnicas y multirreligiosas de la región a lo largo de las fronteras de los Estados-nación por parte de las potencias colonialistas europeas tras la Primera Guerra Mundial, condujo a un estado de conflicto permanente. Hoy, los Estados-nación autocráticos y oligárquicos establecidos hace cien años en Asia Occidental se han convertido en un obstáculo para el neoliberalismo globalizado.
Por lo tanto, el Tratado Sykes-Picot (1916) y el Tratado de Lausana (1923) han quedado obsoletos. Esto ha sometido especialmente a Turquía, Irak, Siria e Irán a una gran presión.
A pesar de estos cambios recientes, el reconocimiento del pueblo kurdo como un actor regional importante no es un hecho. Durante la reorganización de Asia Occidental durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia decidieron dividir Kurdistán en los cuatro Estados mencionados.
A esto le siguió un siglo de negación y genocidio contra los kurdos, en particular por parte del Estado turco. En Turquía, se prohibieron los nombres y el idioma kurdos, se cambiaron los nombres milenarios de pueblos kurdos y millones de kurdos fueron expulsados por la fuerza a ciudades turcas o a Europa.
Debido a sus fuertes lazos con su patria, los kurdos siempre se han resistido a esta política durante los últimos cien años. Desde la década de 1970, esto ha tomado la forma de un movimiento popular moderno que goza del apoyo de una mayoría absoluta en las cuatro partes de Kurdistán.
Este desarrollo fue iniciado por el líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan en la década de 1970, con la convicción de que “Kurdistán es una colonia”. En 1978, Öcalan fundó el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que desde entonces ha impulsado el desarrollo de un gran movimiento popular, la lucha armada, importantes levantamientos civiles y una lucha política integral.
En Turquía, los kurdos constituyen actualmente la mayoría de los 62 diputados del Partido por la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (DEM), el tercer partido más grande del Parlamento turco. Controlan más de cien municipios e incluso influyen en las elecciones en importantes ciudades turcas como Estambul y Ankara.
Los kurdos que viven en Irán insisten en la democratización y demostraron su determinación de protestar pacíficamente durante las manifestaciones “Jin, Jiyan, Azadî” en 2022. En Irak, los kurdos tienen un estatus de autonomía garantizado constitucionalmente en la forma de la Región del Kurdistán de Irak (RKI).
En Siria, la población kurda también ha contribuido significativamente a la creación de una autonomía de facto: la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (AADNES). Las fuerzas de autodefensa de la AADNES —las YPG, las YPJ y las FDS— derrotaron al Estado Islámico (ISIS) en intensos combates entre 2014 y 2019 y aún mantienen cautivos a unos doce mil combatientes del ISIS procedentes de más de cincuenta países.
La exitosa lucha contra ISIS, en particular, garantizó que ahora los kurdos sean reconocidos internacionalmente como un actor progresista, democrático y secular en Asia Occidental.
Los kurdos están encontrando su lugar en una nueva Asia Occidental democrática
En los últimos años, ha sido Turquía, en particular, la que se ha resistido a la reorganización democrática de la región. Ha extendido su política de negación y genocidio contra la población kurda a Siria e Irak mediante operaciones militares desde 2016.
Partes del norte de ambos países se encuentran actualmente bajo ocupación turca y sufren decenas de ataques aéreos diarios con drones y aviones de combate turcos. En Turquía, más de diez mil kurdos se encuentran en prisión por motivos políticos, entre ellos numerosos parlamentarios elegidos democráticamente y los ex copresidentes del HDP (Partido Democrático de los Pueblos), Selahattin Demirtaş y Figen Yüksekdağ. En el este de Turquía, de población predominantemente kurda, se llevan a cabo operaciones militares y policiales a diario.
Pero la influencia desestabilizadora de Turquía en Asia Occidental va aún más allá. Con la ayuda de mercenarios islamistas en Libia y Armenia, o de organizaciones de la Hermandad Musulmana como Hamás, Turquía intenta desestabilizar la región y así crear las condiciones para hacer realidad sus sueños de un “imperio neootomano”.
Especialmente, tras el debilitamiento del régimen sirio durante la Primavera Árabe, el papel de los kurdos en la región ha cambiado. En 2012, tomaron el control de sus pueblos y ciudades en el noreste de Siria.
Allí, no optaron por trazar nuevas fronteras, sino que decidieron forjar su futuro junto con todos los grupos étnicos y religiosos de la zona. La estrategia kurda propuesta por su líder, Öcalan, los animó a construir estructuras democráticas inclusivas y de base para asegurar una paz duradera. Una dinámica esencial de la democratización en estas estructuras ha sido el empoderamiento de las mujeres.
Desde la cumbre del G20 en Delhi, en septiembre de 2023, la reorganización de Asia Occidental ha cobrado un impulso significativo, aunque en gran medida contrasta con las ambiciones neootomanas de Turquía. Al igual que durante la Primera Guerra Mundial, fuerzas internacionales y regionales impulsan una reorganización de la región.
Los kurdos mantienen relaciones amistosas con un gran número de Estados y sociedades
En este contexto, los kurdos no creen que la creación de un Estado nacional kurdo independiente resuelva la necesidad de democracia y estabilidad. Para evitar más guerras y conflictos, buscan soluciones dentro de las fronteras existentes, a la vez que impulsan con determinación la democratización de Asia Occidental.
Su reivindicación fundamental es la creación de nuevas Constituciones democráticas en Turquía, Siria, Irak e Irán. Entienden que esto implica el fortalecimiento del autogobierno local, la participación igualitaria de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, la representación de todos los grupos étnicos y religiosos, y la transformación ecológica del sistema económico.
Dos acontecimientos importantes en las últimas semanas demuestran claramente que los kurdos se toman en serio la democratización y la estabilización de la región. Por un lado, Abdullah Öcalan, quien lleva veintiséis años en prisión en Turquía, ha allanado el camino para una solución política a la cuestión kurda en Turquía y la democratización del país con su “Llamamiento a la Paz y una Sociedad Democrática” del 27 de febrero.
El llamamiento de Öcalan recibió un gran apoyo internacional, por ejemplo, de la ONU, Estados Unidos, Alemania y China, y desencadenó intensos esfuerzos por parte de todas las partes en Turquía para encontrar una solución política. Por otro lado, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) —las fuerzas de autodefensa kurdas YPG e YPJ desempeñan un papel decisivo en las FDS— y el gobierno interino sirio firmaron un memorando de entendimiento el 10 de marzo sobre la integración política y militar de la AADNES en el sistema sirio.
Si el documento de ocho puntos se implementa efectivamente para finales de año, según lo acordado, esto significaría una reorganización democrática fundamental de Siria. Este avance también fue bien recibido internacionalmente, incluyendo a países del Golfo Pérsico como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.
Gracias a sus logros en la región y a su diáspora en todo el mundo, los kurdos mantienen hoy relaciones amistosas con numerosos Estados y sociedades. Por lo tanto, se sienten fortalecidos en sus esfuerzos por democratizar la región. El pueblo kurdo y la comunidad internacional comparten una visión de una nueva organización regional. Son conscientes de que solo una Asia Occidental democrática puede ser estable a largo plazo.
Los kurdos consideran fundamental el apoyo de las fuerzas internacionales y regionales a las voces de la democracia. Asia Occidental ha sufrido guerra, genocidio y violencia durante demasiado tiempo. Sólo mediante esfuerzos conjuntos la región volverá a ser un hogar pacífico y próspero para sus pueblos y grupos religiosos milenarios. Un actor clave para la democracia y la estabilidad en la región, los kurdos, acogen con satisfacción un estrecho intercambio con todos aquellos interesados en el desarrollo de Asia Occidental en esta dirección.
FUENTE: Nilüfer Koç (miembro del Consejo Ejecutivo del Congreso Nacional de Kurdistán -KNK-) / The Wire / Traducción y edición: Kurdistán América Latina