Recep Tayyip Erdoğan, en su discurso inaugural ante el Parlamento, afirmó que Turquía es la patria de los kurdos y habló del supuesto papel de Turquía como protector de los kurdos fuera de sus fronteras. Sin embargo, la realidad no coincide con estas palabras. Hasta la fecha, Turquía ha hecho todo lo posible para impedir que los kurdos y las kurdas de otras partes de Kurdistán obtengan cualquier tipo de estatus. El gobierno aún lamenta los acontecimientos en el Kurdistán Sur (Bashur, norte de Irak). Por eso, Erdoğan repite con frecuencia: “No cometeremos en Siria el mismo error que cometimos en Irak. Siria es nuestra línea roja; los kurdos no tendrán estatus allí”.
Turquía desplegó su ejército en Irak y Siria, estableciendo allí decenas de bases militares. El principal objetivo y la razón detrás de estos ataques y ocupaciones fueron los kurdos. Con los Estados iraquí y sirio debilitados e incapaces de detener a los kurdos, estos tuvieron la oportunidad de reclamar sus derechos. Turquía asumió entonces el papel de interventor para bloquear su camino e impedirles alcanzar cualquier estatus político. Hoy, el ejército turco, además de operar dentro de Turquía, utiliza su poder militar en Irak y Siria para reprimir y controlar a los kurdos. En resumen, el Estado turco está haciendo todo lo posible para reprimir y, de ser posible, eliminar a los kurdos y a las kurdas en los tres países.
Uno de los problemas históricos y fundamentales de Turquía, la cuestión kurda, se ha reducido a la noción de “terrorismo”. La existencia y la lucha por los derechos de todo un pueblo se han presentado ante el público nacional e internacional como terrorismo. Todos los recursos del Estado se han invertido en esta guerra. No hay alianza que no haya buscado, ni concesión que no haya otorgado. Para librar esta guerra bajo control total, estableció el sistema presidencial, que ha evolucionado hacia una dictadura. Como resultado, todos los logros democráticos y las instituciones estatales se han visto erosionados constantemente.
Llevamos décadas debatiendo y escribiendo sobre estos temas. La pregunta crucial ahora es si la mentalidad y la estrategia del Estado han cambiado y si ha llegado al punto de reconocer a los kurdos y conceder sus derechos, lo cual sigue siendo una cuestión vital. Toda Turquía, y sobre todo sus intelectuales y fuerzas democráticas, deben analizar y debatir esto. En su discurso ante el Parlamento, Erdoğan dijo que el proceso (de paz) avanzaba positivamente, pero incluso mientras enviaba señales optimistas, insistió en que no se permitiría ninguna formación kurda en Siria y repitió sus viejas políticas y amenazas.
Abdullah Öcalan y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) han dado pasos estratégicos hacia una solución, pero las autoridades turcas no han tomado medidas concretas. Como se ha visto en Siria, la hostilidad sigue siendo la política predominante. Hay’at Tahrir al Sham (HTS) sigue recibiendo apoyo en todas las circunstancias, y el objetivo es aplastar a los kurdos bajo su control. Erdoğan reitera su apoyo incondicional a HTS. No se limita a respaldarlo políticamente; al desplegar fuerza militar allí, lo dirige regularmente contra los kurdos, impide la reconciliación y lo moviliza para crear un entorno propicio para los ataques.
Si Turquía fuera realmente el protector y guardián de los kurdos, no apoyaría tan imprudentemente a HTS contra ellos. No recibiría con los brazos abiertos a los líderes de HTS mientras los impone al mundo como terroristas. ¿Qué clase de proteccionismo es este, que arroja a los kurdos a los brazos del genocidio? Si el plan de Turquía de etiquetar a los kurdos como terroristas y desatar HTS contra ellos se lleva a cabo, el resultado será un genocidio. Las atrocidades que HTS cometió contra las comunidades alauita y drusa son bien conocidas, al igual que sus acciones anteriores. No se rigen por la ley ni por las reglas de la guerra. No es difícil imaginar lo que podrían hacerles a los kurdos y a las kurdas.
A pesar de estos hechos, ¿por qué el gobierno de Erdoğan responde a los esfuerzos de los kurdos por defenderse y reivindicar su identidad y derechos con políticas que constituyen genocidio? Con tales políticas y una mentalidad como esta, ¿cómo se puede lograr la hermandad kurdo-turca?
Abdullah Öcalan ha trabajado durante mucho tiempo y ha continuado sus esfuerzos para resolver la cuestión kurda por medios pacíficos. Ha tomado medidas que asombrarían al mundo. Logró desde el principio lo que normalmente se dejaría para el final. Funcionarios estatales afirmaron que si Abdullah Öcalan lo solicitaba, su postura cambiaría. Se hizo un llamado, pero no se tomó ninguna medida. Luego propusieron que el PKK celebrara un congreso, que también se celebró. Después exigieron una ceremonia de entrega de armas, que también se llevó a cabo. Sin embargo, la situación de Abdullah Öcalan sigue sin cambiar. Continúa secuestrado. Aunque la ley del “derecho a la esperanza” es una obligación legal, ni siquiera la han incluido en su agenda. Hace once años, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) emitió una sentencia sobre este asunto; estas sentencias son legalmente vinculantes para Turquía. Ahora, el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) condiciona la entrega de la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (AADNES) y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) al gobierno de Damasco. Como puede verse, la situación no se está gestionando en el marco de la fraternidad ni del Estado de derecho.
Si ha de haber paz y hermandad, ¿no deberían los pueblos de Turquía, y sobre todo sus intelectuales y fuerzas democráticas, prepararse para ello y trabajar para acelerar el proceso? Sin embargo, el gobierno y los medios de comunicación bajo su control no hacen ningún esfuerzo serio al respecto. El gobierno pretende mantener el proceso bajo su control y dirigirlo a su antojo; puede llevarlo a cabo o puede ponerle fin. Con este enfoque y mentalidad, ni la paz ni la democracia llegarán. Para lograr una paz genuina, Öcalan no debe ser tomado como rehén. Debe abrirse su camino, debe poder reunirse con la sociedad y debe permitírsele contribuir al avance sano y rápido del proceso.
FUENTE: Zeki Akil / ANF / Edición: Kurdistán América Latina