El proceso de paz kurdo en peligro en medio de la represión política

Mientras el Movimiento de Liberación Kurdo lucha por alcanzar un acuerdo democrático con el Estado turco —con el que mantiene una guerra de medio siglo— por el bien de todos los pueblos de la región, el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) juega con fuego. Por un lado, no adopta las medidas democráticas urgentes que se necesitan a cambio de que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) ponga fin a su lucha armada y desmantele su estructura clandestina. Por otro lado, intensifica los ataques contra el principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), hasta tal punto que amenaza no sólo la democracia, sino incluso la más remota esperanza de paz, lo que equivale a un golpe de Estado civil.

La manifestación del CHP en el distrito de Gaziosmanpaşa, de Estambul, el miércoles pasado dejó clarísimo que las bases del partido están perdiendo la paciencia. El líder del CHP, Özgür Özel, refiriéndose a estas concentraciones, primero como “manifestaciones” y luego como “acciones”, advirtió que, de seguir así, quienes hasta ahora se han “retirado a casa” tras protestar podrían dejar de hacerlo, estableciendo un paralelismo con el uso por parte del AKP de las “plazas Rabia” [en referencia a las movilizaciones masivas del partido gobernante, llamadas así por el saludo de cuatro dedos que simboliza la unidad y la resistencia, originalmente inspirado en las protestas a favor de Mohammed Morsi en Egipto].

Imaginemos ahora que el tribunal cancela el congreso del CHP el 30 de junio, declarándolo legalmente nulo y sin valor. En ese caso, la promesa de “no volver a casa” que se escuchó en Gaziosmanpaşa casi con seguridad se traducirá en acciones reales. Y si las protestas se convierten en “ocupaciones de plazas públicas”, la lucha misma se transformará en “resistencia popular contra un golpe”. Cualquier comisión parlamentaria establecida para debatir “una transición hacia la paz y la democracia” quedaría entonces sin sentido.

Sin embargo, si no existe una facción seria dentro del Estado que se resista a la dirección imprudente de Erdogan, ningún elemento dentro del ejército dispuesto a detener esta locura y, aún más importante, si el pueblo kurdo y la oposición en general no apoyan plenamente dicha resistencia, no se puede esperar que las bases del CHP, carentes de experiencia en la lucha “revolucionaria”, prevalezcan contra las fuerzas policiales y militares del Estado. Si el régimen aplasta dicha resistencia calificándola de “levantamiento” y luego avanza hacia una autocracia sin elecciones, nadie debería sorprenderse. De Gezi al gobierno unipersonal, de un falso golpe de Estado al sabotaje de la mesa de paz y el desencadenamiento de la guerra: el final de ese camino es el “fascismo sin elecciones”.

Y, de nuevo, si el presidente Erdogan, el ministro de Asuntos Exteriores Hakan Fidan y el jefe de inteligencia Ibrahim Kalın han firmado acuerdos secretos con Estados Unidos e Israel contra Irán, entonces silenciar a la oposición de antemano es sin duda el principal objetivo de esta “crisis política”. No es casualidad que estén presionando al PKK para que “deponga las armas inmediatamente”, una astuta táctica para acorralar al movimiento.

En esta coyuntura crítica, es deber de toda la oposición, incluido el Partido por la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (DEM), lanzar una advertencia clara y contundente a Erdogan para que detenga esta peligrosa escalada. Dicha advertencia también debe incluir medidas, que deberían ser decididas colectivamente por estos partidos. No me corresponde a mí decir en esta columna cuáles deberían ser esas medidas.

No hay lugar para dudas como “¿y si esto perjudica el proceso?”. Por el contrario, si no se toma ninguna medida, el daño será mucho mayor.

Porque como el fundador del PKK, Abdullah Öcalan, el Partido DEM, el líder del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), Devlet Bahçeli, y el presidente del Parlamento, Numan Kurtulmuş, han señalado un camino de la guerra a la paz a través de una comisión en la Gran Asamblea Nacional Turca, ninguna persona razonable puede creer que el principal partido de oposición, el CHP (que representa a la mayoría de los votantes), estaría dispuesto o sería capaz de contribuir a dicha comisión en estas circunstancias.

Y sin la participación de la mayoría electoral no puede haber ningún “proceso de paz y sociedad democrática” significativo del que hablar.

Está claro que estamos ante una gran provocación.

FUENTE: Veysi Sarısözen / Yeni Özgür Politika / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

martes, junio 10th, 2025