Al igual que en muchas partes del mundo, la crisis del agua en el Oriente occidental ha alcanzado niveles alarmantes. En regiones devastadas por la guerra se están cometiendo graves crímenes contra la humanidad, mientras que los Estados nación utilizan los alimentos y el agua como herramientas de embargo y control sobre los pueblos.
Las regiones autónomas del norte y el este de Siria se encuentran entre las zonas más afectadas por esta crisis. Debido al bloqueo de Turquía sobre el río Éufrates, la población de la región se ha visto privada del acceso al agua potable, y los pozos de los que dependían desde hacía años ahora son inaccesibles debido a la presencia de grupos mercenarios.
Gulistan Isa, secretaria de la Campaña por el Agua de Hasaka (Rojava), remarcó que se trata de un problema político, por lo cual debe conocerse a nivel internacional para, de esta manera, encontrar soluciones urgentes.

En el segundo Foro del Agua de Mesopotamia, que se realizó hace dos semanas en Diyarbakir (Bakur, Kurdistán turco), Isa advirtió sobre la grave crisis hídrica que sufre el noreste sirio, subrayando que el agua fue despojada de su condición de derecho humano y convertida en un arma utilizada contra la población civil.
“El agua es un derecho de todos los pueblos y todas las naciones. Pero, lamentablemente, en la Siria actual, el acceso al agua potable se ha vuelto casi imposible”, dijo.
A su vez, afirmó que el corte del suministro de agua y los ataques a las estaciones de bombeo suponen una pesada carga para los municipios autónomos, obligando a la población a emigrar en busca de agua potable.
“La situación económica de la población es muy precaria y no pueden permitirse comprar agua potable -explicó-. Como resultado, la gente bebe agua contaminada o abandona sus hogares. Durante casi cuatro años, casi un millón de personas en la ciudad de Hasaka han estado luchando contra la sed. Los ataques (por parte del Estado turco) a las estaciones de agua de la región han dejado a la población indefensa”.
A este panorama, agregó: “Debido a que los mercenarios atacaron la principal estación de agua, los residentes han estado tratando de sobrevivir sin agua durante cuatro años. Nuestra razón para asistir a este foro es dar a conocer esta crisis al mundo. Queremos que todos los países escuchen nuestras voces. El agua es un derecho de todos y nadie debería verse privado de ella”.
Isa aseguró que “para construir una nueva Siria, primero hay que resolver el problema del agua. La gente se ve obligada a emigrar por la sed. El sistema actual fomenta este desplazamiento. Si se proporcionara agua, servicios y energía, todos los que han emigrado volverían a sus tierras”.
La representante de Rojava indicó que “hoy en día se están librando grandes guerras en todo el mundo, y en ellas se cometen crímenes de guerra principalmente contra la población civil. Se imponen embargos alimentarios, se corta el suministro de agua y se deja a la gente sin ella. Privar a la población de agua nunca es humano”.
“Cuando nos ponemos en contacto con los Estados para tratar este tema, siempre nos dicen: ‘Es un problema político’ -destacó-. Sin embargo, la gente solo quiere vivir en condiciones humanas. No obstante, esta cuestión del agua, que se ha convertido en un asunto político, está empujando a la gente hacia el desplazamiento y una vida insalubre”.
Isa alertó que “desde hace años no vemos agua del Tigris ni del Éufrates. Incluso los ríos están bloqueados. Antes la gente sacaba agua de los pozos, pero eso ya no es posible. Los pozos están ahora bajo el control de mercenarios. Ya ni siquiera podemos acceder al agua de los pozos”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina