El PKK: entre la política cívica y la insurgencia

Estudios recientes han instado a prestar mayor atención a la política de la violencia política. Exploran cuestiones como qué tipos de posibilidades políticas existían antes de que la lucha armada se convirtiera en la gramática del conflicto y qué revela la ausencia de dichas posibilidades sobre el poder, los derechos y la pertenencia. Pocos casos invitan a esta perspectiva de forma más directa que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Analizado durante mucho tiempo por su resiliencia militar, la imaginación política inicial del movimiento —especialmente sus experimentos en política municipal a finales de la década de 1970— permaneció en un segundo plano. Sin embargo, la política municipal del PKK en Batman durante el período 1977-1979 revela cómo el movimiento intentó actuar mediante el voto en lugar de las balas, y cómo esos esfuerzos chocaron con el restrictivo régimen de ciudadanía de Turquía. Cuando se cerraron las vías de representación, el PKK regresó con un repertorio insurgente. El tema tiene resonancia contemporánea, dadas las recientes declaraciones del PKK sobre el fin de la lucha armada a cambio del reconocimiento de los derechos políticos democráticos, cuya negación misma moldeó su nacimiento.

Hablemos de ciudadanía

La cuestión kurda en Turquía se suele narrar a través de la dualidad entre Estado e insurgencia. Sin embargo, antes del golpe de Estado de 1980 y el estallido de una guerra a gran escala, el sureste de Turquía experimentó un auge de la movilización electoral. Grupos kurdos presentaron candidatos a la alcaldía en varias ciudades, cuestionando los fundamentos etnonacionalistas autoritarios y excluyentes del Estado. En 1977 y 1979, el PKK se presentó a las elecciones municipales en Batman, ganando estas últimas.

Situada entre las ciudades de Diyarbakir y Siirt, Batman (Iluh, en kurdo) era originalmente una pequeña aldea de tan solo 319 habitantes en 1935. Para la década de 1970, la población había aumentado a 55.000 habitantes, y para 1980 había crecido aún más a 86.000. La razón fundamental de este rápido crecimiento fue el auge de la industria petrolera desde la década de 1950 y la construcción de un ferrocarril que conectaba Batman con reservas de mano de obra más allá de los pueblos y ciudades circundantes. La riqueza petrolera, el ferrocarril y la migración del campo a la ciudad generaron una creciente clase trabajadora en la ciudad, mientras que los conflictos entre aldeanos y terratenientes caracterizaron la política rural en su torno.

Cuando Batman se estableció oficialmente como municipio independiente en 1955, el control del gobierno municipal se convirtió en un escenario clave de competencia entre las élites locales, que se aliaron con los partidos políticos nacionales a cambio de recursos para consolidar sus intereses políticos y económicos. Sin embargo, las rivalidades entre estas élites debilitaron su control sobre la población, abriendo oportunidades políticas para los revolucionarios de Kurdistán, que pronto se conocerían como PKK.

La organización se arraigó en Batman en la segunda mitad de la década de 1970 mediante la organización de reuniones en casas, visitas a casas de té, participación en asociaciones de jóvenes y maestros y, de manera importante, su participación activa en el sindicato de trabajadores petroleros. Fue a través de estos espacios (hogares, barrios, asociaciones, sindicatos) que los revolucionarios de Kurdistán cultivaron interacciones rutinarias con simpatizantes existentes y potenciales. Para 1979, el PKK había construido una notable base de apoyo, preparada para aprovechar la oportunidad política que surgió en forma de una elección parcial. Esta oportunidad surgió cuando un conflicto entre grupos de élite condujo a la renuncia del alcalde de Batman, quien había sido elegido dos años antes. Para el PKK, esta elección parcial representó una oportunidad para actuar, no solo en el derecho al voto, sino también en el de gobernar.

Edip Solmaz y la bifurcación del camino

Las restricciones prácticas dificultaron la participación en las elecciones parciales: los candidatos debían ser mayores de 27 años y haber completado el servicio militar, criterios que los jóvenes activistas del PKK no cumplían. El movimiento recurrió a una figura que pudiera satisfacer tanto los requisitos formales del Estado como la visión política del movimiento: Edip Solmaz.

Solmaz provenía de una familia conocida por su apoyo a la lucha política kurda. Habían emigrado de un pueblo cercano a Batman para trabajar en la industria petrolera. Tras completar la secundaria, Solmaz estudió en la Escuela Superior Militar y la Academia Militar de Ankara. Tras graduarse, estuvo destinado en Diyarbakır desde septiembre de 1970 hasta su baja, en marzo de 1977, sirviendo como primer teniente. Según sus allegados, el terremoto de 1975 en la ciudad kurda de Lice marcó un antes y un después. Con una magnitud de 6,6 en la escala de Richter, el terremoto devastó la ciudad y causó la muerte de más de 2000 personas. Desplegado allí como teniente, Solmaz participó en operaciones de búsqueda y rescate, donde presenció el lenguaje y las prácticas despectivas y deshumanizantes de sus colegas del ejército. Esta experiencia, sumada a la desilusión con la idea de los “oficiales progresistas”, que podrían impulsar el cambio en Turquía, provocó una ruptura. Solmaz fue abandonado, encarcelado y liberado. Tras su liberación, comenzó a estudiar derecho en Estambul.

Durante su servicio militar, Solmaz ya tenía contactos personales con militantes de los Revolucionarios de Kurdistán. En 1979, unos activistas lo persuadieron para que regresara de Estambul a Batman y se presentara a la alcaldía. El PKK instaló una oficina electoral detrás de la principal mezquita de la ciudad. Surgieron comités en barrios y pueblos. Las cafeterías se convirtieron en salas de campaña. Los activistas iban de puerta en puerta, de escuela en escuela, de tienda en tienda. Durante la campaña, Solmaz les decía a quienes lo escuchaban que no era hijo ni candidato de terratenientes ni de élites, sino del pueblo: de demócratas, patriotas, progresistas y revolucionarios. Habló sobre la opresión nacional y las injusticias cotidianas. Su campaña prometía una forma de “halkçı belediyecilik” (municipalismo popular), que mejoraría la vida de las personas mediante la contratación justa, la protección contra la especulación de precios y el apoyo municipal para el carbón de invierno y los bienes básicos, atendiendo al mismo tiempo los intereses de los kurdos, los trabajadores y los campesinos.

Edip Solmaz ganó las elecciones de 1979, celebradas el 14 de octubre. El margen fue estrecho, pero inequívoco. Pero entonces comenzaron los rumores. Se decía que el raman había jurado que Solmaz jamás cobraría un salario. De hecho, el día 29, Solmaz fue asesinado frente a su casa. Se desconoce quién fue el responsable del asesinato. Allegados a Solmaz creyeron que fue un acto de Estado, con manos locales detrás del gatillo.

Consecuencias: la puerta se cierra

Menos de un año después, el golpe militar de 1980 cerró el espacio político e instauró una despiadada dictadura militar. Los activistas del PKK, que ocupaban salas de comités y oficinas sindicales, abandonaron las ciudades, atravesaron pueblos y se dirigieron a Siria, El Líbano y, finalmente, a las montañas de la región kurda del norte de Irak. Allí, se reagruparon y reorganizaron para continuar la lucha por los derechos, esta vez como un ejército guerrillero. Nombres familiares reaparecieron en nuevos roles. En agosto de 1984, bajo el mando de Mahsum Korkmaz —uno de los jóvenes candidatos activos en las elecciones municipales de Batman y quien posteriormente se convirtió en el comandante de las fuerzas armadas del PKK en el extranjero—, el grupo lanzó ataques coordinados que marcaron el inicio formal de la insurgencia.

La trayectoria de Batman ilustra un patrón más amplio: cuando las oportunidades políticas no violentas se ven obstaculizadas por asesinatos, represión o golpes de Estado, los movimientos se recalibran. La insurgencia no surgió de la nada; evolucionó a partir de un contexto relacional en el que se anularon victorias electorales, se asesinó a alcaldes, se nombraron síndicos (interventores estatales) y la identidad política kurda se convirtió en una amenaza para la seguridad.

Recordando las papeletas antes que las balas

Si el objetivo es ampliar la esfera política para que la contienda pueda darse a través de vías cívicas, es crucial recordar los momentos en que la política intentó tomar aire. El caso de Batman demuestra que la escalada del PKK hacia una insurgencia no estaba predeterminada. El diseño excluyente de la ciudadanía turca —su exigencia de que los kurdos se convirtieran en lo que Mesut Yegen llamó “futuros potenciales” como condición para pertenecer— hizo que la política cívica kurda fuera casi imposible dentro del sistema.

Desde esta perspectiva, la historia de las urnas antes que las balas es más que un preludio a la guerra. Es un registro de reivindicaciones: una afirmación de ciudadanía y una exigencia de sustituir una política de negación por una de reconocimiento. Cuando esa reivindicación fue violentamente reprimida, el repertorio cambió, dejando consecuencias que siguen moldeando la política turca y kurda casi medio siglo después. Casi medio siglo después de la política municipal del PKK en Batman, la pregunta clave es si Turquía abrirá la puerta a una política de ciudadanía.

*Esta contribución se basa en un artículo escrito en coautoría con Francis O’Connor. Para consultar el artículo completo, véase: Jongerden, J. y O’Connor, F. (2025). Impugnando un régimen de ciudadanía exclusiva: el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y su movilización electoral en Batman a finales de la década de 1970. Third World Quarterly, 46(8), 913–931. Véase: https://doi.org/10.1080/01436597.2025.2518501

FUENTE: Joost Jongerden / The Amargi / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

miércoles, octubre 8th, 2025