Los cultivos de pistacho en peligro por las represas en el sudeste turco + Video

La presa de Ilısu solo ha causado daños a los agricultores de la región. Antes de la presa, el pistacho de Siirt, en Kurdistán Norte (Bakur) que queda dentro de las fronteras geopolíticas de Turquía, era famoso por su sabor único. Pero tras la sequía provocada por la presa, los pistachos comenzaron a pudrirse y a oscurecerse.

En todo Kurdistán, decenas de proyectos de centrales hidroeléctricas (CHP) están en construcción o ya se han construido, impulsados por el Estado turco. Estos proyectos, presentes en muchas provincias, han obligado a millones de personas a migrar, han sumergido aldeas y han arrasado tierras de cultivo. Solo en Siirt hay ocho presas, y casi todos los arroyos de la provincia han sido objeto de nuevos proyectos hidroeléctricos. La presa de Ilısu, que entró en funcionamiento en 2020, causó desplazamientos masivos y devastación en tres provincias y destruyó la histórica ciudad de Hasankeyf. Para los agricultores locales, solo ha significado pérdidas. Los pistachos de Siirt, antaño famosos por su sabor, han sido devastados por la sequía, lo que ha impedido a los agricultores cosechar sus cosechas y ha obligado a muchos a migrar en busca de trabajo.

Residentes locales sumidos en la pobreza

Mehmet Sıddık Evin, quien ha dependido de los pistachos para su sustento durante casi 30 años, se encuentra entre los afectados. Desde su huerto, explicó cómo la presa ha causado grandes pérdidas a los agricultores en los últimos años. Señaló que la sequía y la escasez de agua están ennegreciendo los pistachos y advirtió que la presa está sumiendo a la población local en la pobreza.

“Antes, todo era muy bueno”, dijo Evin, y añadió: “Llevo 30 años viviendo de los pistachos. Pero después de la presa de Ilısu, nuestros pistachos ya no crecen. Alrededor del 70% de la gente de aquí vive de pistachos. Debido a estas presas y a esta agua, nos dejaron sin nada. Sin huertos, sin medios de subsistencia. Nuestras cosechas solían ser buenas, pero ahora los pistachos se queman o no crecen. Si no encuentran una solución, el único sustento que le queda a la gente desaparecerá. Antes de la presa, publicaban miles de anuncios diciendo que la agricultura mejoraría, que la gente se beneficiaría. Pero las presas no nos trajeron nada más que pobreza, penurias y opresión. Hay agua y presas por todas partes, pero en nuestra propia tierra vivimos como en Karbala”.

No queda ni medio de vida ni producción

Evin añadió que la crisis hídrica en el pueblo ha alcanzado niveles críticos: “No hay agua en el pueblo. No podemos dar de beber a nuestros animales y todos nuestros huertos se han secado. No queda ningún medio de vida, ni huertos ni campos. Solo producimos pistachos, y si se acaban, nos quedaremos sin trabajo. Los temporeros y temporeras dependen de estos campos en verano. Si no hay pistachos, ellos también se verán obligados a emigrar”.

“No quiero dejar mi tierra, mi patria”, sostuvo Evin, y añadió: “Pero esta presa nos obliga a emigrar. Mientras el Estado y las empresas se enriquecen, nosotros nos empobrecemos. Si la situación sigue así, ya no existirá el pistacho de Siirt. No sabemos qué hacer ni cómo sobrevivir”.

FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina

viernes, septiembre 5th, 2025