Negociación asimétrica y el horizonte estratégico de los kurdos

La negociación asimétrica surge cuando las partes no son iguales en términos de poder, medios o legitimidad. En tales negociaciones, el lado más fuerte dispone la mesa de acuerdo con sus propios intereses, mientras que el lado más débil a menudo actúa movido por la preocupación de preservar su existencia. Como resultado, lo que determina el desenlace en la mesa no es la verdad ni la justicia, sino la voluntad de dominar.

Las principales características de la negociación asimétrica son las siguientes:

-Desbalance de poder: una parte ostenta superioridad en términos militares, económicos o diplomáticos.

-Búsqueda de dominación en lugar de verdad: la negociación no se convierte en una búsqueda de resolución, sino en una herramienta del lado más fuerte para imponer su posición.

-Maniobras retóricas: como subraya Schopenhauer en su libro El arte de tener razón, la distorsión del asunto, la imposición de falsos dilemas y el cuestionamiento de la legitimidad de la otra parte se observan con frecuencia.

-Convertir las demandas en fichas de negociación: las demandas de la parte más débil no son reconocidas como derechos, sino que se tratan como concesiones que el lado más fuerte otorga.

Numerosos ejemplos a lo largo de la historia confirman esta lógica. En los procesos de negociación posteriores a la Segunda Guerra Mundial, una frase atribuida a Stalin —“Lo que es nuestro es nuestro, lo que es tuyo es negociable”— resumía tanto la realidad del pasado como la del presente, siendo la expresión más clara de la negociación asimétrica.

Las manifestaciones más recientes de ello pueden verse en la cumbre de Alaska celebrada el 15 de agosto entre Estados Unidos y Rusia, donde Moscú controló la mesa sin hacer concesiones, o en los procesos de Turquía con los kurdos, donde la cuestión se redujo constantemente al marco de la “seguridad”.

La negociación asimétrica no produce paz en esencia, porque la paz presupone igualdad, mientras que la asimetría rechaza la igualdad desde el inicio. Por esta razón, también en la cuestión kurda, simplemente sentarse en la mesa de negociación no significa solución; lo que realmente importa es cómo se dispone la mesa y bajo qué condiciones se sientan las partes.

La frase “lo que es nuestro es nuestro, lo que es tuyo es negociable” expresa no solo un estilo de diplomacia, sino también el lenguaje del poder y la naturaleza desigual de la negociación. Las políticas de profundización de Rusia a través de la guerra en Ucrania reflejan hoy precisamente la versión contemporánea de esta comprensión.

Aunque Moscú pueda parecer debilitada en el actual orden mundial multipolar, está construyendo un modelo alternativo dentro de una estrategia a largo plazo frente a las sanciones occidentales y los intentos de cerco.

Este modelo se apoya en tres pilares principales:

-Corredores geoestratégicos: desde el Mar Blanco, extendiéndose por el Báltico y el Mar Negro hasta el de Azov y el Caspio, la estrategia de la “línea de los cinco mares”, junto con el Corredor Norte-Sur que atraviesa Irán hasta el Océano Índico, se ha vuelto vital para Rusia. Planeada por primera vez en el siglo XVII por Pierre Le Grand y ampliada después durante la era de Stalin, esta estrategia constituye hoy una de las líneas de defensa y económicas más significativas de Rusia.

-Redes energéticas y económicas: a medida que se debilitan sus vínculos con Europa, Rusia establece nuevos mercados y dependencias a través de China, la India, Irán y Turquía.

-Diplomacia asimétrica: como se vio en la cumbre de Alaska, sentarse a la mesa y dirigir el proceso de negociación sin hacer concesiones, diálogo en apariencia, pero en esencia la imposición de un hecho consumado.

Este modelo es menos un desafío abierto a Occidente que un intento de erosionarlo y debilitarlo, construyendo un orden paralelo. La anexión de Crimea, la injerencia en las elecciones estadounidenses de 2017 y la elección de Donald Trump, así como el apoyo explícito a la extrema derecha en las elecciones de la Unión Europea (UE), destacan como hechos definitorios de esta estrategia.

El juego de equilibrios de Turquía

En esta nueva ecuación geopolítica, el Estado turco es a la vez miembro de la OTAN y socio de Rusia en materia de energía y seguridad. Al acercarse a Moscú sin romper con Occidente, el Estado turco refuerza su posición. Esta política de equilibrio funciona no solo en la política exterior, sino también en su estrategia de supresión de la cuestión kurda a nivel interno.

Con el espacio de maniobra que Rusia le ha proporcionado en el terreno sirio en el pasado, el Estado turco ha utilizado sistemáticamente la presión militar y política creciente sobre Rojava (Kurdistán sirio) como palanca. Mientras se alinee con los intereses de Moscú, las demandas kurdas de estatus son reprimidas, y Turquía convierte esto en una carta de “equilibrio” frente a Occidente.

Los kurdos: objeto de estrategia

En conjunto, la situación encierra graves riesgos para los kurdos. No se los sitúa como sujetos en los proyectos estratégicos ni de Occidente ni de Rusia. En cambio, se los trata de forma constante como un elemento de negociación en las rutas energéticas, en las ecuaciones de seguridad regional y en los conflictos en Siria. Aunque el caos en las regiones que rodean a Kurdistán pueda parecer que ofrece oportunidades serias y nuevas posibilidades de alianzas, no reduce los riesgos potenciales.

En este punto, resulta oportuno recordar el libro de Edward Mead, Earle Makers of Modern Strategy. Siguiendo a El arte de la guerra de Sun Tzu, esta obra se convirtió en un estudio importante que abordaba las estrategias de guerra de manera integral. En él, Edward Earle subraya que la estrategia moderna ha sido creada por los Estados y las grandes potencias. Estos actores establecen su propio horizonte estratégico vinculando visión, capacidad militar y diplomacia.

Los kurdos, sin embargo, durante siglos han estado sujetos a las estrategias de otros, y a menudo han sido víctimas de esas mismas estrategias. Aunque el equilibrio de poder se haya desplazado hoy y los kurdos estén más organizados, el panorama general no ha cambiado de manera significativa. El intento de autonomía democrática creado en Rojava puede verse como el núcleo de una visión estratégica, pero sigue siendo vulnerable bajo la presión de poderes regionales y globales.

El callejón sin salida de Rojava

Hoy, el corazón del conflicto turco-kurdo se encuentra en Rojava. Para el Estado turco, Rojava está codificada como una amenaza a la seguridad nacional; para Rusia, aunque de manera menos visible, sirve como terreno de negociación contra Occidente; y para Occidente, funciona como una carta limitada. Para los kurdos, sin embargo, Rojava es a la vez el escenario de sacrificios históricos y el centro de la búsqueda de un nuevo futuro. Rojava es el corazón de Kurdistán.

Sin embargo, mientras persista un estilo de negociación estalinista, es decir, el enfoque de “lo que es nuestro es nuestro, lo que es tuyo es negociable”, no podrá establecerse una base genuina para la paz. Por tanto, la solución no debe buscarse únicamente en las estrategias de las grandes potencias. Lo verdaderamente necesario es que los kurdos configuren su propio horizonte estratégico y den lugar a sus propios “creadores de estrategia moderna”. De lo contrario, tanto Rojava como la cuestión kurda seguirán siendo expedientes moldeados en la agenda de otros.

¿Qué significa estrategia para los kurdos?

Como subrayó Earle, la estrategia moderna no es simplemente planificación militar; es la integración de instrumentos militares, diplomáticos, económicos y sociales dentro de una visión. La estrategia es el horizonte de un pueblo hacia el futuro y su capacidad de construir su propio camino. Cuando los Estados y los poderes establecen esta capacidad, se convierten en “creadores” y dejan su huella en la historia.

Para los kurdos, la necesidad de estrategia es hoy más urgente que nunca, porque su existencia política sigue configurándose bajo la sombra de las rivalidades de las grandes potencias y continúa expuesta a graves riesgos. Rojava es el ejemplo más claro de ello: una alianza militar con Estados Unidos que hoy parece debilitada, una carta de negociación para Rusia y una amenaza de seguridad para Turquía. La estrategia de todos tiene un lugar para los kurdos, pero en la estrategia de los kurdos no hay un lugar vinculante para los demás.

Una estrategia kurda genuina debe descansar sobre tres pilares fundamentales:

-Convertirse en sujeto diplomático: los kurdos deben dejar de ser un “elemento de negociación” en las mesas internacionales y convertirse en un actor que hable en su propio nombre y presente una voluntad vinculante. Esto requiere una diplomacia multifacética no solo con Occidente, sino también con los poderes regionales.

-Infraestructura económica e institucional: la estrategia no puede sostenerse únicamente a través de la lucha armada o las demandas políticas. El fortalecimiento de sus propias redes económicas, instituciones culturales y organizaciones sociales será la garantía de una existencia a largo plazo. El periodo actual ofrece enormes oportunidades.

-Visión social: las prácticas parcialmente experimentadas en Rojava, como la autonomía democrática, el liderazgo de las mujeres y la organización comunitaria, contienen el núcleo de una visión estratégica y tienen un gran valor en medio del caos de Medio Oriente. Sin embargo, a menos que se trasladen más allá de experiencias fragmentadas hacia un horizonte nacional-estratégico integral, no podrán ser duraderas. El gobierno y las administraciones del Kurdistán del Sur (Bashur, norte de Irak) deben aplicar el modelo de Rojava en su propia geografía libre y abrir un espacio mayor para la formación de una estrategia más integrada.

Para los kurdos, una estrategia comprensiva significa dejar de ser el objeto de cálculos en las mesas de otros sobre “qué se dará, qué se tomará” y, en cambio, establecer sus propias mesas y sus propios principios. Escapar del destino de un estilo de negociación estalinista solo es posible de este modo.

Schopenhauer: el arte de tener razón y el callejón sin salida de la paz

En su obra El arte de tener razón, Schopenhauer señala que los debates a menudo no se realizan para buscar la verdad, sino para derrotar a la otra parte. Según él, la parte más fuerte recurre a trucos retóricos para parecer que tiene razón: distorsionar el tema, desacreditar al oponente, crear falsos dilemas, desviar el asunto a otra parte. Así, el debate se convierte menos en un proceso de descubrimiento de la verdad y más en un escenario para reforzar la superioridad del poderoso.

Este patrón es igualmente válido hoy en la diplomacia interestatal. La postura de Rusia en la cumbre de Alaska fue un ejemplo típico: se sentó a la mesa pero concluyó la negociación a su favor sin hacer concesiones. En este caso, no prevaleció la verdad, sino la dominación. La lógica de la frase estalinista encuentra nueva vida en el análisis retórico de Schopenhauer.

Los llamados procesos de paz que el Estado turco llevó adelante con los kurdos siguieron una mentalidad similar. La mesa de negociación no fue un espacio igualitario donde se discutieron los derechos de los kurdos; más bien, el Estado redujo constantemente la cuestión al epígrafe de la “seguridad”, cuestionó la legitimidad kurda e impuso falsos dilemas como “o nuestra línea o el caos”. Esta es la aplicación política de los trucos que describió Schopenhauer. La estrategia de negociación aplicada en Rojava refleja esta simetría.

La conclusión es clara: cuando el posicionamiento estratégico de los kurdos permanece limitado a experiencias fragmentadas, cada parte corre el riesgo de quedar sujeta a la agenda de distintos poderes. Por eso es de vital importancia construir vínculos estratégicos entre Rojava, el Kurdistán del Sur, el Kurdistán del Norte (Bakur), el Kurdistán del Este (Rojhilat) y la diáspora.

El horizonte estratégico de los kurdos no debe limitarse únicamente a los equilibrios de poder militares o diplomáticos. Lo que lo hace distinto es que se configura a partir de los principios de autonomía democrática, libertad de las mujeres y participación social. Estos valores fortalecerán la legitimidad de la estrategia kurda no solo a nivel regional, sino también universal.

La estrategia no debe consistir meramente en crear equilibrios de poder de facto; también debe abarcar la capacidad de establecer un terreno intelectual que haga ineficaces los juegos del otro lado para aparentar tener razón. A menos que se establezca esta capacidad, que separa la verdad de la retórica, la negociación seguirá siendo siempre un callejón sin salida en el que el poderoso aparece como “el que tiene razón”.

Para los kurdos, los medios materiales y morales para crear esta estrategia integral están preservados en el legado de un siglo de lucha heredado del Movimiento de Libertad de Kurdistán.

FUENTE: Hüseyin Salih Durmuş / ANF / Edición: Kurdistán América Latina

martes, septiembre 9th, 2025