Sozan se mece en medio de una gran habitación. Entonces grita. “No ha habido paz desde que huimos. Para quienes tienen discapacidad, todo es aterrador”, dice Roj, su hermana. Sus gritos se mezclan con el llanto de un bebé en brazos de una joven en lo que solía ser una escuela.
En las afueras de Qamishlo, en Rojava, al noreste de Siria, el eco de las voces envuelve los pasillos de este gran edificio. Ciya, un hombre mayor y enfermo, lucha por subir las escaleras hasta el primer piso: “Me desplazaron de Afrin en 2018. Hoy sigo viviendo en un refugio. Mi vida depende de los medicamentos contra el cáncer que recibo de Heyva Sor en Kurd (Media Luna Roja Kurda). Conseguirlos es muy difícil”, dice Ciya.
“OURS es una organización humanitaria activa en las regiones de la Administración Autónoma del Noreste de Siria (AADNES)”, explica T., del cercano centro de emergencia Qamishlo de Heyva Sor a Kurd y coordinador de los refugios abiertos en la ciudad.
“En diciembre pasado, mercenarios del Ejército Nacional Sirio (ENS), liderado por Turquía, ocuparon Shehba y Tal Rifaat, al norte de Alepo. Los drones turcos también atacaron las labores de socorro durante los ataques a la presa de Tishreen, cerca de Kobane”, recuerda T. “Intentamos hacer lo posible con pocos recursos, pero proporcionar medicamentos y oxígeno es una gran batalla”, agrega.
Siria, gobernada por Mohammed al Sharaa, es un país devastado por años de dictadura y guerra civil. A pesar de una tregua tras los ataques turcos en los territorios de la AADNES, el clima sigue siendo tenso. “Cuando los medios de comunicación vieron las masacres ocurridas en la costa, el gobierno habló de acciones individuales”, afirma Shadiya, miembro de Kongra Star (una confederación de organizaciones de mujeres) y portavoz de la comunidad alauita en los territorios de la AADNES. “Decenas de mujeres han desaparecido y desconocemos su paradero. Decenas de familias viven como personas desplazadas”, dice.
En marzo, militantes vinculados a Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), que ahora gobierna desde Damasco, y otros grupos yihadistas perpetraron masacres contra la comunidad alauita, acusada de estar vinculada al régimen de Al Asad. A día de hoy, la persecución continúa, también contra drusos y cristianos. En este contexto, Heyva Sor a Kurd, junto con la sociedad civil y las autoridades, ha organizado convoyes humanitarios para miles de personas afectadas por este ciclo de violencia.
“Nunca nos hemos echado atrás ante las emergencias, ni siquiera durante el terremoto de 2023 ni durante la pandemia de COVID-19. Hoy, una campaña en la Siria post-Asad presta especial atención a las regiones del noreste. En un territorio azotado por los bombardeos turcos y la recesión económica, la prioridad es distribuir artículos de primera necesidad y medicamentos, apoyando especialmente a mujeres, niños, personas desplazadas y personas con discapacidad —explica Alican Yildiz, copresidente de la organización en Italia, asociación fundada en Livorno en 2015 y socia de Heyva Sor a Kurd—. Gracias al apoyo de la gente que vive en Italia, en los últimos años hemos creado proyectos extraordinarios. Un hospital para Rojava, inaugurado en el atribulado cantón de Jazira, fue nuestro primer resultado”.
AL RETE CREATA, en colaboración con el Área Metropolitana de Barcelona y el Otto per Mille de la Iglesia Valdense, ha permitido la construcción del primer centro oncológico de la región, un centro de prótesis y numerosas intervenciones posbélicas y medioambientales, como paneles solares y proyectos de purificación de agua. Las recaudaciones de fondos de la Media Luna Roja Kurda también han financiado una clínica móvil en Shengal, en Irak, que asiste a la población yazidí y kurdo-iraquí en las aldeas más remotas.
“Nuestro proyecto más ambicioso sigue siendo la creación de una guardería para los niños y niñas de Makhmour, un campamento para desplazados creado en 1998 para acoger a refugiados kurdos que huyen de la persecución del Estado turco”, afirma Yildiz. “Donar a la Media Luna Roja Kurda de Italia significa contribuir a la defensa de la vida, la dignidad y los derechos fundamentales de cientos de miles de personas afectadas por la violencia de los conflictos, las catástrofes humanitarias y el abandono institucional”.
FUENTE: Alessia Manzi / Il Manifesto / Traducción y edición: Kurdistán América Latina