La lucha de las mujeres persiste en Siria

Desde el 8 de diciembre, día en que cayó el régimen de Bashar al Asad, todas las miradas están puestas en Siria. Mientras la gente debate sobre un futuro sin la dinastía Asad, los habitantes de Rojava (una región predominantemente kurda pero multicultural en el norte de Siria) han aprovechado el momento y han puesto en práctica años de trabajo organizativo. En Rojava, la revolución comenzó el 19 de julio de 2012, cuando la ciudad de Kobane expulsó al ejército sirio. En los 13 años siguientes, los habitantes de la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (AADNES) lograron mucho: un sistema administrativo basado en la democracia de base, la liberación de las mujeres y una sociedad ecológicamente justa. El régimen de Asad ya había caído aquí años antes de su caída general en Siria.

Desde el comienzo de la revolución, quedó claro que queríamos una sociedad libre y sabíamos que esto sería imposible sin la liberación de las mujeres del patriarcado, la raíz de un sistema social opresivo que se remonta a más de cinco mil años. Necesitábamos una revolución cuyo eje central fuera la liberación de las mujeres, y así fue como empezó la revolución en Rojava. Desde entonces, fundamos estructuras democráticas de autogobierno y, lo más importante, establecimos estructuras autónomas para mujeres en todos los niveles. Desde el comienzo de la revolución, las mujeres se organizaron de forma independiente: fundaron comunidades y consejos, participaron en todas las decisiones políticas, e introdujeron un sistema de copresidencia y cuotas de género en todas las instituciones.

A pesar de que la revolución democrática y progresista de las mujeres se remonta a 2012, no fue hasta 2014 que Kobane se hizo conocida en todo el mundo. Kobane cayó bajo un asedio brutal por parte del Estado Islámico (ISIS) y respondió con una resistencia sin precedentes contra este grupo. Las combatientes de las Unidades de Protección de las Mujeres Kurdas (YPJ) se enfrentaron sin miedo y derrotaron a ISIS en Kobane, y más tarde en Tal Abyad, Serekaniye, Manbij, Tabqa, Raqqa y Deir ez-Zor. Estas heroicas mujeres tomaron las armas y defendieron su sociedad. Dieron sus vidas y se convirtieron en símbolos de la revolución. Una de esas heroínas fue Arin Mirkan, una comandante de las YPJ cuya acción militar, en la que se sacrificó, se convirtió en un punto de inflexión en la batalla por Kobane cuando la guerra ya parecía perdida.

Aunque las victorias militares contra ISIS pusieron a la revolución en el mapa, es importante destacar que su éxito va mucho más allá de la guerra. En los últimos 13 años, las mujeres han participado en todos los ámbitos sociales, políticos, jurídicos, económicos y educativos de la vida, asumiendo un papel de vanguardia en la construcción de una sociedad libre. El modelo regional de autogestión es un sistema democrático de base, multicultural, multiétnico y de administración igualitaria gracias a la lucha del movimiento de mujeres. Los logros de las mujeres son variados, pero siempre han requerido una lucha intensa en todos los ámbitos de la vida.

Las mujeres kurdas tienen una importante experiencia en la creación de organizaciones autónomas en la región, inspiradas en el movimiento de liberación kurdo y su líder Abdullah Öcalan. Las mujeres kurdas se han organizado desde principios de los años noventa y sentaron las bases fundamentales para la revolución de las mujeres en 2012. Sin embargo, como su organización se llevó a cabo en medio de una severa represión, las mujeres kurdas a menudo tuvieron que organizarse en secreto. Organizaron iniciativas educativas, fueron de casa en casa, escucharon las preocupaciones y los problemas de otras mujeres, y buscaron soluciones tanto para las personas como para los problemas de las mujeres en general.

La Asociación de Mujeres Kongra Star fue fundada en 2005 y más tarde desempeñó un papel esencial en la configuración de la AADNES. Bajo el régimen de Asad, no sólo las organizaciones de minorías étnicas y religiosas fueron severamente oprimidas, sino también las de mujeres. Sólo había una organización de mujeres reconocida, que estaba directamente subordinada al régimen sirio. Las integrantes de Kongra Star tuvieron que trabajar bajo estricto secreto. Sus integrantes fueron presionadas, arrestadas y secuestradas, y el paradero de algunas mujeres sigue siendo desconocido hasta el día de hoy. Una vez que el régimen desapareció, las mujeres asirias, árabes y armenias se unieron a las fuerzas armadas y fundaron consejos y organizaciones.

Mala Jin, que literalmente significa casa de mujeres, fue una de las primeras organizaciones públicas de mujeres. Se convirtió en un lugar al que las mujeres podían acudir en caso de violencia, violación de sus derechos u otros problemas.

En sus inicios, Mala Jin enfrentó muchas críticas. Los hombres creían que Mala Jin disminuiría su poder o desmantelaría sus familias. Sin embargo, con el tiempo, ganó respeto y muchos hombres también acuden a Mala Jin para pedir consejo sobre cuestiones familiares o problemas con sus esposas. La democratización de la dinámica familiar es un paso crucial hacia una revolución mental, y esto es parte de la misión de Mala Jin.

Gracias a la lucha por el poder organizado de las mujeres, en todos los ámbitos de la AADNES y sus instituciones se ha logrado una cuota de género del 50%. Además, en todos los niveles de la AADNES existe un sistema de copresidencias, que estipula que debe haber una mujer y un hombre en la cúpula, y que los grupos étnicos minoritarios deben estar representados de acuerdo con la composición social de cada región. Por ejemplo, en una ciudad donde la mayoría de la población es kurda y asiria, uno de los presidentes debe ser kurdo y el otro asirio, mientras que los vicepresidentes adjuntos deben pertenecer a diferentes grupos étnicos de la región.

Otro hito importante de la revolución de las mujeres fue el Contrato Social, adoptado por primera vez en 2014, y vuelto a discutir y reelaborar en 2023 tras los cambios en la región y la ampliación de su sistema de autogobierno. En el Contrato Social, entre otras cosas, se regulan la cuota de género y el sistema de copresidencia. Naturalmente, estas regulaciones no eran evidentes y exigieron lucha e insistencia por parte de las mujeres. Si no estuviéramos organizadas, no habríamos podido alcanzar estos logros, porque la representación de las mujeres fue cuestionada repetidamente. Pero las diferentes organizaciones, en su diversidad, están unidas en la lucha contra el patriarcado. Las mujeres del norte y el este de Siria, así como las mujeres de todo el mundo, están planteando importantes demandas por sus derechos. Las activistas de los derechos de las mujeres y las feministas de todo el mundo están abogando por estos cambios, y fue la fuerza organizada de las mujeres lo que ha asegurado que estas demandas se incluyan en el Contrato Social.

Si bien se han logrado éxitos políticos y económicos, se han fundado proyectos y cooperativas de mujeres, y se está empoderando a las mujeres en todos los niveles, el mayor desafío fue y es lograr una revolución en el pensamiento: cambiar la mentalidad de una sociedad en la que los gobiernos nacionalistas y capitalistas, y miles de años de influencia patriarcal, siguen siendo rasgos característicos.

Nosotras, las mujeres, somos muy conscientes de ello. Se han logrado muchas leyes en defensa de los derechos de las mujeres, pero las leyes pueden revertirse, como estamos viendo en los países occidentales donde los derechos de las mujeres ya se han logrado con anterioridad. Pero una vez que se ha cambiado la conciencia y la mentalidad de la sociedad, ya no se pueden arrebatar tan fácilmente. Por eso, la educación es crucial para nuestra revolución. Por eso, las academias y los sistemas escolares son una herramienta esencial. A lo largo de los años, las organizaciones sociales y de mujeres han establecido muchas academias para educar a la sociedad sobre el patriarcado, la democracia, la ecología y muchos otros temas importantes. Estas academias están abiertas a toda la población y a diferentes grupos de edad.

El sistema educativo valora tanto a los profesores como a los estudiantes. Los profesores reciben formación para evitar perpetuar el sexismo, el racismo y otras formas de discriminación. Los libros escolares están libres de los roles de género tradicionales. Para promover una sociedad democrática, las familias también deben democratizarse, con oportunidades regulares de educación familiar en los consejos y las comunidades. La democracia se extiende más allá de la política: abarca las relaciones dentro de las familias, los grupos y entre individuos.

En el curso de la revolución, las abuelas de las Unidades de Defensa de Mujeres Civiles del HPC-Jin han tomado las armas y han salido a patrullar para defender sus barrios; las madres agarran con confianza el micrófono y expresan sus opiniones políticas públicamente; las mujeres jóvenes se unen a las filas de las YPJ para luchar contra el Estado Islámico y proteger a su pueblo de la invasión turca; una periodista con una cámara en la mano dice su verdad: estas y muchas otras son escenas de nuestro éxito.

Si echamos la vista atrás y pensamos en cómo eran las cosas en la región en 2012 o hace apenas cinco años, podemos ver que muchas cosas están cambiando, en pasos pequeños pero seguros. Al principio de la revolución, las mujeres que se organizaban o trabajaban estaban mal vistas, pero hoy en día son muy respetadas en la sociedad. Hace cinco años, en las calles de Qamishlo, todavía era inusual y raro que una mujer condujera, pero hoy es algo completamente normal.

En el corazón de Medio Oriente, cientos de miles de mujeres jóvenes se han unido a las YPJ y se han convertido en el orgullo de su pueblo. Lo que se ha construido aquí es un proyecto revolucionario en marcha para millones de personas. El movimiento de mujeres del norte y el este de Siria, que reúne a mujeres de todos los ámbitos de la vida, grupos y religiones, es un movimiento de mujeres arraigado en la sociedad.

Esta revolución ha despertado esperanza, coraje y solidaridad en todo el mundo. Cientos de personas de todo el mundo han llegado a Rojava para apoyar, aprender, defender y unirse a la revolución, que también consideran su lucha: Ivana Hoffmann y Anna Campbell, que lucharon junto a las YPJ contra ISIS y el Estado turco en defensa de los logros de las mujeres, son dos de los muchos ejemplos de ello.

Los logros de las mujeres no estaban ni están garantizados. Requieren una lucha constante por su desarrollo y, al mismo tiempo, su defensa, porque el sistema en el que se organizan está siendo duramente atacado. Además de la lucha en la sociedad contra las mentalidades patriarcales, la región y el sistema democrático están siendo atacados militarmente por Turquía.

Ankara teme que las aspiraciones democráticas de la población kurda de Rojava puedan extenderse al Kurdistán del Norte (Bakur, que se encuentra dentro de las fronteras del Estado turco). La demanda kurda de democracia y derechos esenciales es una pesadilla para el gobierno del AKP-MHP en Turquía. El ejército turco ha respondido a estas demandas con ataques continuos. En 2018, Afrin y, en 2019, Serekaniye y Girê Spî fueron ocupadas violentamente, y cientos de miles de personas tuvieron que huir de sus hogares.

Además de los ataques en curso, Turquía inició una campaña de drones contra la región en 2020. El primero de estos ataques tuvo como objetivo el movimiento de mujeres Kongra Star. El 23 de junio de 2020, tres activistas que trabajaban para organizar a las mujeres en las aldeas y áreas circundantes de Kobane fueron atacadas. Desde entonces, Turquía ha centrado sus ataques con drones en las activistas y políticas que desempeñan papeles clave en la organización de la población y el establecimiento de un sistema democrático en la región.

Para las mujeres y para todo el pueblo sirio, incluidos los kurdos, la caída del régimen de Asad, que ignoró la diversidad social y sus necesidades y los subyugó con los métodos más crueles, es un avance significativo. La situación actual ha abierto las puertas a nuevos cambios políticos en Siria y en toda la región. El camino que se siga a partir de ahora será decisivo para crear condiciones de vida igualitarias y democráticas para todos. Ahora más que nunca está claro que el objetivo sólo puede ser una Siria democrática en la que todas las diferentes comunidades puedan vivir juntas sobre la base de la democracia, la paz y la igualdad.

Con la caída del régimen sirio el 8 de diciembre de 2024, se ha producido un acontecimiento histórico que ha cambiado la situación en toda Siria y plantea importantes interrogantes sobre cómo se configurará el futuro del país. Los ataques coordinados contra Alepo, Hama, Damasco y Homs, que comenzaron el 27 de noviembre, culminaron con el derrocamiento del gobierno de Asad tras 14 años de guerra civil.

Desde la revolución, varias fuerzas internacionales han participado activamente en Siria, lo que refleja las políticas neocoloniales en Medio Oriente. Entre estas fuerzas se encuentran Rusia, Irán, Estados Unidos, Israel y otros Estados de la OTAN, especialmente Turquía. Cada uno de estos países persigue sus propios intereses geopolíticos y económicos, influyendo en grupos locales y participando en una guerra por el poder y los recursos. Actualmente, se está desarrollando una guerra de división en todo Medio Oriente, que ha llevado a redefinir las fronteras que se establecieron hace un siglo.

Lo que es particularmente preocupante es que el Estado turco y los grupos que lo apoyan, como el Ejército Nacional Sirio (ENS) y las bandas del ISIS, han intensificado sus ataques y asaltos contra la AADNES tras la caída del régimen. En Tel Rifat, Shehba, Manbij y Kobane, miles de personas fueron desplazadas por la fuerza, y mujeres, niños y ancianos murieron de hambre, enfermedades y frío. Se produjeron asesinatos en masa en Kobane y Ayn Issa, además de cientos de personas capturadas, torturadas y desaparecidas. Turquía está utilizando la situación actual para imponer su política genocida contra la población kurda en Rojava y para continuar la anexión gradual del norte de Siria que comenzó en Afrin, Serekaniye y Gire Spi. Quiere eliminar los logros de la Administración Autónoma. Este proyecto es actualmente la mayor esperanza de paz y un futuro democrático en la región, que durante décadas ha estado marcada por una guerra entre fuerzas que compiten por la hegemonía sobre el poder y los recursos, un paisaje aterrorizado aún más por las bandas islamistas.

Recientemente, Hayat Tahir al-Sham (HTS) ha asumido el control de las estructuras gubernamentales en Damasco. Queda por ver hasta qué punto un grupo que se originó en Jabhat al-Nusra y el Estado Islámico, y que es conocido por emplear métodos igualmente brutales contra la población, en particular contra las mujeres, estará preparado para gestionar esta transición en el futuro cercano.

Hasta ahora, el gobierno de HTS no se ha pronunciado sobre el papel de las mujeres ni sobre sus derechos, y hay un silencio general sobre el tema. Pero ya estamos viendo sus posiciones a través de sus acciones. Por ejemplo, aunque hasta ahora no ha habido declaraciones públicas ni leyes establecidas sobre burkas negras, se están distribuyendo entre las mujeres de Damasco, Alepo y las regiones donde viven cristianos. Otros casos incluyen a las mujeres a las que se les pide que se sienten en la parte trasera del transporte público, mientras que los milicianos de HTS exigen que las mujeres se cubran si tienen las piernas o los brazos visibles. La única mujer que ocupa un cargo oficial en el gobierno es Ayshe Dibis, responsable de la Oficina de Asuntos de la Mujer. Ella aún no ha establecido ningún contacto con las organizaciones de mujeres de la región ni ha respondido a las preguntas. Sin embargo, ya ha dejado muy claro en sus declaraciones públicas cómo ella y el nuevo “gobierno” ven el papel y las tareas de las mujeres, es decir, el cuidado de sus maridos e hijos en casa.

El nuevo gobierno de HTS se ha mostrado moderado y blando porque todas las miradas están puestas en él. Periodistas, ONG y organizaciones y movimientos de mujeres pueden ahora moverse más o menos libremente en Siria, lo que no era el caso durante el régimen de Asad, pero nos preguntamos cuánto tiempo será así. Sin embargo, como mujeres del norte y el este de Siria, estamos decididas a no dar un paso atrás. Seguiremos luchando por nuestro modelo social revolucionario y la libertad de todas las mujeres en él, con todas nuestras fuerzas. No importa el coste: seguiremos defendiendo por todos los medios los logros de la Revolución de las Mujeres de Rojava como una esperanza para Siria, Medio Oriente y el mundo.

FUENTE: Ronahi Hassan (Integrante del Comité de Diplomacia de Kongra Star) / Turning Point / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

jueves, febrero 20th, 2025