En el debate sobre el estatus de la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) se está desarrollando una dinámica interesante, ahora que Bashar al Asad ha caído y Ahmed al Sharaa (Abu Mohammad al Jolani) se ha establecido como presidente (interino) de Siria. He oído a gente decir que las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que defienden la región autónoma, deberían deponer las armas y que la administración civil debería abolirse. No se trata de medios de comunicación o cuentas de redes sociales alimentados por Turquía, sino de analistas externos. Cuanto más pienso en ello, más lo veo como un desprecio por la vida.
Según se informa, Al Sharaa y el comandante general de las FDS, Mazloum Abdi, están manteniendo negociaciones. Esto también está vinculado con Turquía, que apoya firmemente al gobierno interino de Al Sharaa y que lo único que quiere es que las FDS se derrumben y que desaparezca la autonomía en el noreste de Siria. Hay conversaciones en curso con el líder kurdo encarcelado Abdullah Öcalan, cuya ideología no sólo inspira a las FDS y a la Administración Autónoma, sino también al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Declaración
En resumen, el 15 de febrero o poco después, Öcalan hará una declaración en la que, según se dice, pedirá el fin de la lucha armada (que no es lo mismo que deponer las armas). Una de mis fuentes fiables me dijo que, tras este llamamiento, la pelota estará en el tejado de Turquía, que tendrá que dar rápidamente algún paso hacia la solución democrática de la cuestión kurda. Al mismo tiempo, según se informa, Al-Sharaa ha dado a los grupos armados hasta el 1 de marzo para que entreguen sus armas al nuevo ejército sirio.
Ahora estoy escribiendo esta columna en una enorme sala de la Universidad Libre de Bruselas, donde se está celebrando el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) bajo el nombre “Rojava vs. Turquía”. La fiscalía, formada por los organizadores del Tribunal, está defendiendo su caso ante un panel internacional de jueces expertos. Testigos y expertos legales y de derechos humanos dan sus testimonios. Esto ya estaba previsto antes de la caída del régimen de Asad, pero ahora se ha vuelto aún más urgente. Después de todo, antes de la caída de Asad, Turquía era una fuerza de ocupación que cometía crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y actualmente es el principal apoyo del nuevo gobierno interino.
Testimonio
Como he seguido la situación en Siria y en el Kurdistán sirio durante muchos años y he visitado el noreste de Siria en numerosas ocasiones, conozco los crímenes de Turquía y de sus mercenarios del Ejército Nacional Sirio (ENS), pero durante estos dos días en el TPP, los escuchamos todos recopilados en un gran testimonio. Desplazamientos de población, ingeniería demográfica, masacres, bombardeos, torturas, secuestros, crímenes de género contra mujeres y niñas, uso de armas prohibidas, ataques a la infraestructura energética y hídrica y a los servicios médicos, destrucción del medio ambiente y del patrimonio cultural y religioso, bombardeos de civiles e infraestructuras civiles como escuelas, imprentas, y mucho más.
Estos crímenes no han cesado desde la caída de Asad. La amenaza ha aumentado incluso porque las fuerzas antikurdas están ahora en el centro del poder en Damasco. Una estación de agua fue bombardeada esta semana. Permítanme ser claro: Asad tampoco era amigo de los kurdos, por decir lo menos, pero el equilibrio de poder era diferente. Los extremistas yihadistas que han causado tanta miseria en el noreste de Siria, alentados por Turquía, ahora están al mando.
Centrado en el hombre
¿Y estas son las fuerzas criminales a las que las FDS tienen que entregar sus armas? ¿Son estas autoridades centradas en los hombres y que odian a las mujeres, ante las que la Administración Autónoma, que está formada por al menos un 40% de mujeres que han luchado por su libertad, se ha doblegado tanto? No hubo suficientes personas que lo señalaran, pero literalmente no había ninguna mujer presente en la llamada Conferencia de la Victoria de Al Sharaa y sus amigos armados. La Administración Autónoma ha invertido en una vida próspera para todos los grupos de la sociedad y para las mujeres durante unos trece años, ¿y simplemente tienen que renunciar a ello porque los yihadistas se han hecho con el poder?
Esto es lo que quiero decir cuando digo que pedir esto es desprecio por la vida. Estuve hablando de esto con unos amigos el otro día, de la vida, quiero decir. La característica clave de la vida es que quiere vivir. Esto suena simplista, pero pensemos en ello. Los seres humanos no renunciamos fácilmente a la vida, incluso cuando está gravemente amenazada: corremos, nos escondemos, nos aferramos al aire, imploramos misericordia, normalmente recogemos los pedazos y seguimos adelante, por grande que sea nuestro sufrimiento. El ansia de vivir es muy fuerte. No sólo entre los seres humanos, también entre otros mamíferos, y entre los árboles, las flores: todo se esfuerza por vivir.
Generaciones
Yo también veo a las sociedades como entidades vivas. Los líderes, los señores de la guerra y los sistemas destructivos como el capitalismo pueden debilitarlas y tratar de destruirlas, pero las sociedades quieren sobrevivir. Si una sociedad está bien construida, sus miembros se mantendrán unidos para protegerla. Se quedarán en su tierra o regresarán a ella (observemos a los habitantes de Gaza en este momento), reconstruirán de nuevo, recogerán los pedazos y restaurarán la situación, aunque sea para las próximas generaciones.
Decirle a la Administración Autónoma que se disuelva y a las FDS que entreguen las armas es como decir: “Bueno, está bien, tengo que morir de algo, ¿no?”. Es una tontería: si hay que morir de algo, más vale que camines con los ojos vendados en medio del tráfico. ¿Y quién hace eso? ¿Por qué entonces pretender que la gente valiente y sus fuerzas de protección se aíslen de la vida? No es lógico y no tiene en cuenta la esencia de la vida. La vida se esfuerza por vivir un poco más, y luego otro poco más.
FUENTE: Fréderike Geerdink / Medya News / Foto de portada: Mauricio Centurión / Traducción y edición: Kurdistán América Latina