Mientras continúa uno de los ciclos de sequía más severos que ha sufrido Irán, las comunidades que viven en el oeste y noroeste del país, especialmente en el Kurdistán Oriental (Rojhilat), enfrentan una profunda crisis ecológica que está haciendo la vida cada vez más difícil. Expertos y organismos internacionales señalan que para 2025 la sequía ya no es únicamente un fenómeno climático; años de mala gestión del agua, políticas estatales y negligencia ambiental prolongada la han convertido en un colapso estructural.
La precipitación cae por debajo de 2 milímetros por mes
Las precipitaciones en las cuencas de agua del Kurdistán Oriental han disminuido entre un 70% y un 90% en comparación con los promedios a largo plazo. Según informes de la Autoridad del Agua de Irán, la precipitación mensual en muchas áreas está por debajo de los 2 milímetros (mm), muy lejos del promedio nacional de 56mm. Este descenso ha llevado la producción agrícola al borde del colapso, particularmente en la franja de Sine, Seqiz, Bokan y Hewraman. A medida que los cauces de los ríos se secaron, la mayoría de los canales de riego se han vuelto inutilizables; y en cientos de pueblos, el rápido aumento de la extracción de agua subterránea ha hecho que los niveles de los acuíferos caigan por debajo de umbrales críticos.
El resultado más llamativo de la sequía en el Kurdistán Oriental es el colapso de la cuenca del lago Urmia. Una vez considerado el segundo lago salado más grande de Medio Oriente, el lago Urmia está casi completamente seco desde principios de 2025, según imágenes recientes de satélite de la NASA. Mediciones científicas alrededor del lago muestran que los niveles de agua han caído un 95% en los últimos cincuenta años, convirtiendo la mayor parte del lecho del lago en un desierto de sal.
Una de las principales razones de esta dramática disminución es el gran número de presas y proyectos de gestión del agua construidos en los ríos y arroyos que alimentan el lago. Fuentes científicas indican que en las últimas tres décadas se han construido cerca de cincuenta presas importantes en toda la cuenca. Algunos informes sitúan el número “entre 48 y 70”, pero independientemente de la cifra exacta, está claro que las presas y los desvíos de agua han reducido drásticamente el caudal que alimenta el lago.
Un total de 13 ríos permanentes en la cuenca sirven como principales fuentes de agua del lago Urmia. Solo el río Zarrineh aporta alrededor del 42% del caudal del lago; el segundo mayor contribuyente, el río Simineh, suministra aproximadamente el 13%. Ambos ríos nacen en las montañas Zagros, el Zarrineh en las tierras altas del sureste de la cuenca y el Simineh en la región del Kurdistán del Norte (Bakur, sudeste turco).
Evaporación y aguas subterráneas
La construcción de presas y el desvío de grandes cantidades de agua no solo interrumpen el flujo natural hacia el lago, sino que también reducen drásticamente el volumen total de agua que llega a la cuenca. Estudios científicos muestran que, junto con la disminución del agua que llega al lago, el uso creciente del recurso para riego agrícola y la desviación de los flujos superficiales hacia otras áreas antes de llegar al lago han tenido un impacto profundo.
Además, el lago Urmia recibe algo de agua directamente de la lluvia y de pequeños arroyos. Sin embargo, debido a que el lago no tiene salida natural y funciona como una cuenca cerrada, depende totalmente de la precipitación y los afluentes fluviales. Cada año, grandes cantidades de agua se pierden por evaporación o por extracción agrícola y subterránea.
En este contexto, una dimensión de la presión que enfrentan las comunidades en el Kurdistán Oriental es la siguiente: la concentración de presas, sistemas de riego y extracción de agua en los nacimientos de ríos como el Zarrineh y el Simineh, ambos alimentadores críticos del lago Urmia, se ha convertido en una gran amenaza no solo para el lago en sí, sino también para los recursos hídricos locales de la región.
Amenaza de tormentas de sal
Al haberse secado el lago, expuso a las comunidades locales a una nueva amenaza: las tormentas de sal. Finas capas de sal arrastradas por el viento se depositan sobre los asentamientos circundantes, cubriendo tierras agrícolas; las enfermedades respiratorias están en aumento y los riesgos para la salud infantil están creciendo. La fertilidad del suelo en los pueblos alrededor del lago ha caído dramáticamente y el agua de los pozos se ha contaminado hasta volverse no potable. Informes ambientales de las Naciones Unidas advierten que la zona alrededor del lago Urmia podría caer por debajo del “umbral de habitabilidad” en los próximos años.
El impacto social de la sequía en el Kurdistán Oriental empeora año tras año. Análisis de la Autoridad del Agua de Irán muestran que alrededor del 92% del consumo total de agua en Irán se destina al sector agrícola, y el colapso de la producción agrícola ha devastado las zonas rurales. Esta crisis se siente aún más agudamente en el Kurdistán Oriental, donde los agricultores soportan la doble carga de la disminución de precipitaciones y de profundas desigualdades políticas y regionales en la distribución del agua. Con la caída de los ingresos agrícolas, los rebaños se reducen en cientos de pueblos, se vende el equipo agrícola y se abandona la actividad agrícola. Como describen los residentes locales, “así como el suelo pierde su agua, el pueblo pierde su juventud”. La migración hacia las grandes ciudades se acelera, especialmente entre los jóvenes de 18 a 35 años.
Los focos de migración incluyen áreas como Sine, Seqiz, Merîwan y Bokan. Los aldeanos informan que el agua potable entregada por camiones cisterna a veces no llega durante semanas, mientras que la mayoría de los pozos casi se han secado. Algunos pueblos quedan completamente abandonados durante los meses de verano, y luego se reocupan parcialmente con las lluvias de invierno y primavera. Pero este ciclo está erosionando rápidamente el tejido social de la región. La sequía ya no es solo un problema económico; se ha convertido en una crisis que amenaza la cohesión de los pueblos, la estructura familiar y la continuidad de la vida cultural.
Desigualdad en la distribución del agua
Otro factor que profundiza la crisis es la desigualdad estructural en la distribución del agua. Actores locales en el Kurdistán Oriental señalan que la mayor parte del agua disponible se canaliza hacia los centros urbanos, empresas agrícolas apoyadas por el Estado e instalaciones industriales, mientras que los pueblos kurdos se colocan sistemáticamente al final de los cronogramas de distribución. Investigaciones independientes sobre el sistema de gestión del agua en Irán muestran que las comunidades del Kurdistán Oriental tienen prácticamente nula participación en los procesos de planificación central y que los proyectos de desarrollo regional se diseñan sin considerar los ecosistemas locales ni las necesidades comunitarias.
Instituciones internacionales confirman este panorama. Evaluaciones conjuntas del Banco Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indican que los niveles de agua subterránea en el noroeste de Irán están cayendo a un ritmo superior a un metro por año. Estudios científicos señalan que la salinización del suelo y la desertificación en la cuenca del lago Urmia, que incluye al Kurdistán Oriental, han superado el 40% en algunas áreas. Un estudio de salud pública a largo plazo basado en mediciones respiratorias muestra que las tormentas de sal provocadas por el secado del lago Urmia han generado un fuerte aumento de enfermedades respiratorias en la región, especialmente asma y alergias entre los niños.
En estas condiciones, la crisis que se desarrolla en el Kurdistán Oriental se entiende no sólo como un desastre ambiental, sino como un claro proceso de colapso social. El empobrecimiento económico, el vaciamiento de los pueblos, la rápida emigración de jóvenes y la exclusión política del acceso al agua han creado conjuntamente lo que los expertos describen como “una crisis masiva en la que la fragilidad ecológica y la erosión social están entrelazadas”. Especialistas advierten que, a menos que se intervenga con urgencia, el Kurdistán Oriental podría enfrentar desplazamientos masivos, colapso agrícola y destrucción ambiental irreversible dentro de los próximos 10 a 15 años.
Soluciones propuestas
Activistas ambientales en el Kurdistán Oriental han pedido durante años la distribución equitativa del agua y que las comunidades locales tengan voz en la gestión hídrica regional. Estudios independientes sobre las políticas de agua en Irán confirman estas demandas. El Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI), por ejemplo, destaca en sus informes que analizan las causas estructurales de la crisis hídrica de Irán que la distribución de agua en regiones de minorías está determinada por prioridades políticas y económicas, y que las áreas kurdas son sistemáticamente excluidas del acceso a los recursos. Por ello, las demandas de los activistas no son sólo ambientales, sino que también se basan en principios fundamentales de igualdad y justicia.
El cambio hacia técnicas de riego modernas es uno de los temas más debatidos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha enfatizado repetidamente la ineficiencia de los métodos de riego usados en Irán, apuntando que los sistemas existentes incrementan la pérdida anual de agua en las cuencas de lagos y ríos hasta un 30%. Los agricultores en el Kurdistán Oriental afirman que los métodos de riego tradicionales en los que han confiado durante siglos se han vuelto insostenibles, mientras que los expertos destacan que la introducción de riego por goteo y presurizado podría reducir a la mitad el consumo de agua regional. Sin embargo, según el informe “Evaluación de la Gestión del Agua Agrícola en Irán”, de la FAO, el gobierno central no ha proporcionado el presupuesto necesario para esta transición, dejando la mayoría de los proyectos locales paralizados en fase de planificación.
Restringir la extracción de agua subterránea es otra demanda crítica en la región. Datos del Departamento de Medio Ambiente de Irán para 2024 muestran que los niveles de agua subterránea en las cuencas de Azerbaiyán Occidental y Kurdistán Oriental caen en promedio un metro por año. El “Perfil de la Crisis Hídrica de Irán” del Banco Mundial, publicado ese mismo año, advierte que sin intervención urgente más de 600 pueblos de la región podrían perder completamente el acceso al agua potable para 2030. A pesar de ello, el gobierno ha permitido efectivamente que continúe la perforación de pozos más profundos para uso agrícola e industrial, acelerando aún más el agotamiento del agua.
Los llamados a restaurar los cauces de los ríos secos tampoco han dado resultados. El caudal de ríos como Zarrineh, Simineh, Sirwan y Gadar, todos alimentadores del lago y de las cuencas circundantes, ha disminuido más del 50% en los últimos 20 años. El Centro de Investigación Hidrológica de Irán enfatiza que este descenso no puede explicarse sólo por factores climáticos; gran parte se debe a la construcción de presas y al desvío de agua para la agricultura.
El problema más crítico sigue siendo la rehabilitación de la cuenca del lago Urmia. El gobierno iraní anunció un proyecto importante en 2016 bajo el nombre “Programa de Restauración del Lago Urmia”, pero los informes de auditoría muestran que en 2023 sólo se había utilizado el 35% del presupuesto asignado y alrededor del 70% de los proyectos planificados seguían sobre el papel. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en su evaluación de 2024, declaró que la cuenca ya no tiene capacidad de recuperación natural bajo las condiciones actuales y pidió intervención internacional urgente.
El Kurdistán Oriental podría perder su habitabilidad
Organizaciones ambientales en la región describen la situación como “el inicio de una destrucción irreversible”, advertencia que se repite en círculos científicos internacionales. Un estudio publicado por la Universidad de Oxford afirma que el colapso completo del Lago Urmia no sólo destruirá el ecosistema del lago, sino que transformará irreversiblemente el patrón agrícola del Kurdistán Oriental, el ciclo de aguas subterráneas y la capacidad a largo plazo de sustentar la vida. El mismo estudio señala que las tormentas de sal formadas alrededor del lago amenazan la agricultura, la salud pública y los asentamientos dentro de un radio de 100 kilómetros, creando “un impacto que provocará migraciones forzadas impulsadas por el clima”.
Las comunidades locales lanzan un llamado claro y decidido: distribución equitativa del agua, participación local significativa en decisiones de gestión hídrica, proyectos de rehabilitación del Lago Urmia completamente financiados y establecimiento de justicia ambiental. Sin estos pasos, se espera que gran parte del Kurdistán Oriental pierda rápidamente su habitabilidad en los próximos años, una advertencia que ahora se articula con fuerza tanto a nivel científico como social.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina