Diario del noreste de Siria: jóvenes de Afrin en Tabqa

Pasaremos unos días en Tabqa, una gran ciudad de mayoría árabe a orillas del río Éufrates, no lejos de Raqqa. Desde su liberación del Estado Islámico (ISIS) en 2017, Tabqa forma parte de la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (AADNES). Durante estos días, nos alojaremos en el centro construido por los jóvenes de Shehba y Afrin. Los habitantes de estos dos lugares fueron desplazados en diferentes momentos. En 2018, Afrin fue ocupada por el Estado turco, por lo que gran parte de la población escapó de la violencia de los mercenarios turcos dirigiéndose a Shehba, al sur de la región de Afrin y al norte de Alepo.

A finales de 2024, con la caída del régimen de Bashar al Asad, la guerra en el norte del país se reanudó. Gran parte de la población de Afrin, cientos de miles de civiles que se habían refugiado en Shehba, se vieron obligados a trasladarse de nuevo, esta vez junto con la propia población de Shehba, a Tabqa. Es difícil determinar cuántas familias llegaron a Tabqa, pero al menos varias decenas de miles. Las diversas estructuras de la Administración Autónoma intentaron rápidamente organizar espacios para todos. Junto con los campamentos de refugiados construidos con tiendas de campaña, muchas escuelas y edificios del antiguo régimen se convirtieron en refugios. Tanto dentro como fuera de la ciudad, hay numerosos campamentos de este tipo, aparentemente más de un centenar.

La situación para estas personas y el resto de la población en la ciudad es, por supuesto, muy difícil. En cuestión de pocos días, la situación demográfica cambió repentinamente. La población kurda de Shehba y Afrin ha estado históricamente muy organizada en el paradigma del Movimiento de Liberación Kurdo y tiene una fuerte conciencia política. Tan pronto como llegaron a los campos de refugiados de Tabqa, reestablecieron comunas, consejos populares y organizaciones autónomas de mujeres y jóvenes. Estos avances comenzaron en una ciudad casi completamente árabe, que aún sufre el impacto de los traumatizantes años de la ocupación del Estado Islámico. El concepto de autoorganización y, en especial, la ideología de la liberación femenina, han estado dando sus primeros pasos allí desde hace apenas unos años.

El centro juvenil donde nos alojamos es un edificio rectangular de planta baja con varias habitaciones frente a un amplio grupo central. Es modesto: gran parte de la pintura de las paredes se está descascarando y el mobiliario es mínimo. El centro existe solo desde hace unos meses, desde la caída del régimen de Asad. Parece que quienes viven aquí no van a convertirlo en su hogar: su hogar está en otro lugar. Nos reciben cinco compañeros, dos mujeres y tres hombres jóvenes de entre 14 y 20 años, todos con una mezcla de ropa civil y militar. Me despiertan curiosidad y simpatía con su aura de seriedad y sencillez. Colocamos unos colchones en el suelo para sentarnos. Aunque la cocina está bastante vacía, los compañeros se esfuerzan por servir té y luego comenzamos a cocinar juntos comida típica de Afrin. Nos cuentan que todos son de Afrin y que recientemente fueron desplazados de Shehba, donde residían desde 2018. Sus familias también están desplazadas, todas en diferentes lugares, algunas desaparecidas desde hace meses. Decidieron restablecer su organización en Tabqa, seguir viviendo juntos como comuna y estar cerca de su gente y su hogar, que es Afrin. Los chicos son más reservados, pero Rona es una compañera muy habladora, de mirada inteligente y aguda. Lleva algunos años sin saber dónde están sus padres, pero aun así mantiene una personalidad decidida. Cuando nos conocimos, nos miró a todos a los ojos, preguntándonos nuestros nombres y de dónde éramos. Entonces Rona propuso cantar canciones juntos. Nuestro repertorio es limitado y repetitivo, pero aun así lo intentamos. Cuando llega su turno, estalla en carcajadas y se disculpa porque solo conoce canciones infantiles. A sus 14 años, demuestra un espíritu juvenil poderoso y apasionado. Sus días transcurren lentamente, la mayoría de las veces en la sala común, disfrutando de las pocas horas de electricidad que permiten que funcione el aire acondicionado, discutiendo juntos sobre los problemas de los jóvenes y las soluciones. Todos parecen estar esperando que algo suceda, quizás el momento en que puedan volver a un Afrin liberado.

Con mucha frecuencia, los jóvenes de Afrin, más que cualquier otro joven de otros lugares, han recibido instrucción militar por la necesidad de defender sus vidas y su tierra. Muchos lucharon y perdieron amigos y familiares. Conocer su realidad me permite comprender algo muy simple e importante: la firme insistencia en una solución política, el alto el fuego y las relaciones diplomáticas con el enemigo están arraigadas y son posibles porque la sociedad no está indefensa. La sociedad, como sujeto político, busca otras vías que no sean la guerra, pero está preparada para ella en cualquier momento. La juventud kurda expresa esta realidad: la fase política y diplomática está garantizada por una juventud preparada y consciente para todo, incluso para la autodefensa militar.

Me hago amigo de Nûman, que tiene entre 16 y 18 años de edad; uno de los pocos que, al llegar a Tabqa, reanudó sus estudios. Mañana tiene un examen de geografía y, al parecer, no le estresa nada. Le hago algunas preguntas leyendo de su cuaderno, un cuaderno para todas las asignaturas, lleno de garabatos; me recuerda al mío del instituto. Los municipios de la Administración Autónoma han concedido a los desplazados la posibilidad de presentarse a los exámenes, incluso en verano. En ciudades árabes como Tabqa, como no hay suficientes profesores kurdos, los desplazados de Shehba y Afrin se han organizado para continuar con el programa escolar. Me explica lo difíciles que son algunas asignaturas; no lo entiendo todo porque hablo poco kurdo, pero le respondo que yo también tuve las mismas dificultades. Nuestras experiencias vitales son muy diferentes, pero hay cosas que no cambian mucho de un lugar a otro. Me impresiona mucho su voluntad de seguir estudiando a pesar de todas estas dificultades. Me pregunto si al menos usará ropa civil para ir a la escuela.

El sol se pone, el centro limita con una bonita cancha de fútbol con redes y escalones de cemento. Nos sentamos en el césped y él empieza a cantar canciones de la resistencia de Afrin que todos conocen; son hermosas y desgarradoras, aunque no las entienda del todo. Termina una y empieza la otra. Me quedo escuchando en silencio hasta que llega la hora de dormir.

FUENTE: Internationalist Commune / Fecha de publicación original: 13 de agosto de 2025 / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

jueves, agosto 28th, 2025