En Irán son necesarias una nación democrática y una sociedad basada en la coexistencia 

Warisha Moradi, presa política kurda condenada a muerte por el régimen de Irán, envió una carta desde la cárcel de Qarchak, que fue publicada en la página de Instagram de la campaña “Libertad para Warisha Moradi”.

En la misiva se destacó la tensión entre Irán e Israel, el papel de los Estados nación en el encarcelamiento de pueblos y la urgente necesidad de una nueva política para Medio Oriente.

Moradi reflexionó sobre la reciente desescalada de la guerra de doce días entre Irán e Israel, analizando sus consecuencias visibles a corto plazo. Señaló que, aunque la guerra parezca haber terminado, la región está ingresando en un período de profundo conflicto y reconstrucción, lo que describió como un choque entre dos proyectos ideológicos que configuran el futuro de Medio Oriente.

La escritora y activista kurda criticó a los principales medios de comunicación por enmarcar el conflicto entre Teherán y Tel Aviv únicamente en términos de fronteras geopolíticas, programas nucleares e influencia regional. Según Moradi, el núcleo del conflicto reside en la confrontación entre dos visiones ideológicas opuestas para Medio Oriente.

La integrante de la Sociedad de Mujeres Libres de Kurdistán (KJAR) escribió que “Israel no es simplemente un Estado nación. Es un proyecto geopolítico rediseñado tras la Segunda Guerra Mundial. El objetivo de este proyecto era establecer una base imperialista permanente en el corazón de Medio Oriente, apoyada especialmente por Estados Unidos y Gran Bretaña, al servicio del capitalismo occidental”. 

“Como se señala en diversos análisis sociológicos, la fundación del Estado de Israel no fue una respuesta al sufrimiento del pueblo judío, sino la explotación de dicho sufrimiento para justificar la creación de un Estado -expresó Moradi-. Esta estructura, en la que el capital, el militarismo y la religión están profundamente entrelazados, se ha convertido en una herramienta para reprimir los movimientos populares libertarios en la región”.

Para la presa política, “no es un proyecto nuevo, sino uno basado en la limpieza étnica, la ocupación y la expansión del control. Por eso, la cuestión de Israel no se limita a Palestina. Es una crisis global nacida de la mentalidad moderna del Estado nación”.

Moradi también manifestó que la República Islámica de Irán se define como parte del “eje de la resistencia”, pero persigue un proyecto diferente, uno que, en última instancia, no contradice una lógica centrada en el poder. 

“El régimen iraní, que afirma oponerse al imperialismo, se basa en la opresión sistemática, la hostilidad y la supresión de pueblos, lenguas, creencias y formas de vida -denunció la activista kurda-. Desde la década de 1980, la maquinaria de ejecución de la República Islámica de Irán ha asesinado a miles de personas. Disidentes políticos, manifestantes callejeros, defensores de los derechos laborales, mujeres y minorías religiosas y étnicas, como kurdos, baluchis, árabes, bahaíes, alevíes y sunitas, han sido víctimas de este sistema. Estas personas han sido privadas no solo de sus derechos civiles, sino también de su derecho político y cultural a existir”.

Moradi aseveró que el Estado iraní utiliza el discurso de la “resistencia” para imponer su dominación ideológica: “Esta dominación sirve tanto para preservar el Estado nación como para convertir a la sociedad en un instrumento de su propia legitimidad, distanciándola de la política, especialmente ante la Revolución de Rojava”. 

“Desde una perspectiva sociológica, más allá de las cambiantes alianzas entre Estados, tanto Israel como la República Islámica de Irán forman parte de una crisis mayor -advirtió Moradi-. Se trata de una crisis política y social que nace de las estructuras de poder arraigadas en el modelo del Estado nación, donde la institucionalización de la discriminación se utiliza para reprimir la voluntad popular”.

La integrante de la KJAR explicó que el líder kurdo Abdullah Öcalan enfatizó “repetidamente en sus análisis sociológicos, que el proyecto de una ‘nación democrática’ ofrece una verdadera alternativa al sistema capitalista global y al autoritarismo regional”. “Esta nación no se define por fronteras geográficas, un solo idioma ni una religión oficial, sino por la unidad voluntaria, la aceptación de las diferencias y la participación política directa -detalló Moradi-. Según este análisis, el camino hacia la liberación en Medio Oriente no reside en ejércitos, intervenciones extranjeras ni Estados poderosos. El único camino es regresar al poder fundamental del pueblo, un poder que ha sido suprimido por los Estados, pero que aún existe en las lenguas prohibidas, las protestas callejeras, las redes de solidaridad, el arte de la resistencia y el recuerdo de las luchas olvidadas”.

La presa política kurda manifestó que el pueblo de Irán, “en toda su diversidad, ya no debe depositar sus esperanzas en una salvación desde arriba, sino comenzar a imaginar una política que se reconstruya desde abajo. Contra un régimen que gobierna mediante la muerte y la pobreza, y un sistema global sostenido por las armas y el capital, la única solución reside en construir una tercera vía: una nación democrática, el autogobierno, una sociedad basada en la coexistencia y una política arraigada en la comunidad”. 

“Este camino no es fácil, pero es posible. Y, lo más importante, es el único que puede unir la dignidad humana con la verdadera libertad”, finalizó Moradi.

La integrante de la KJAR, también conocida como Ciwana Sine, es originaria de Sanandaj, Rojhilat (Kurdistán iraní), fue arrestada por los servicios de inteligencia iraníes el 1 de agosto de 2023 cuando regresaba a su ciudades desde Kermanshah, donde había estado involucrada en actividades políticas y organizativas

Los primeros trece días de su detención los pasó en una cárcel de Sanandaj y luego fue trasladada al pabellón 209 de la prisión de Evin, en Teherán.

Durante este período, fue sometida a presiones y amenazas para que hiciera confesiones forzadas. El 26 de diciembre de 2023, después de cinco meses de aislamiento, fue trasladada al pabellón de mujeres de la prisión de Evin.

El 10 de octubre de 2024, coincidiendo con el Día Mundial contra la Pena de Muerte, Moradi inició una huelga de hambre de veinte días para protestar por la imposición y ejecución de penas de muerte por parte del Estado iraní.

Debido a complicaciones digestivas tras la huelga de hambre, fue trasladada a un centro médico fuera de la prisión y regresó después de pasar una noche bajo atención.

La pena de muerte en su contra, dictada por el juez Abolghassem Salavati, tuvo lugar tras dos audiencias judiciales el 16 de junio y el 5 de octubre de 2024. La sentencia fue notificada formalmente a los abogados de Moradi el 10 de noviembre de 2024.

Durante las audiencias judiciales, a la activista kurda se le negó el derecho a defenderse y el juez prohibió a sus abogados presentar una defensa, como también revisar el expediente del caso.

La sentencia de muerte de Moradi contradice una acusación anterior que se refería al artículo 288 del Código Penal Islámico, que prevé una pena máxima de quince años de prisión. Sin embargo, en una sentencia ilegal, el juez Salavati citó el artículo 287, que permite la imposición de la pena de muerte en casos de personas involucradas en una rebelión armada contra la República Islámica.

Además, en octubre de 2024, Moradi y varias otras prisioneras políticas del pabellón de mujeres de Evin fueron condenadas a seis meses de prisión por el Segundo Tribunal Penal del Complejo Judicial Qods, en Teherán, presidido por el juez Abolfazl Ameri, acusados ​​de “alterar el orden penitenciario”.

El caso de Moradi fue remitido a la Sección Nueve del Tribunal Supremo y actualmente está bajo revisión tras su apelación contra la sentencia de muerte.

FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina

miércoles, julio 23rd, 2025