Apenas se había asentado la polvareda tras la guerra de doce días entre Irán e Israel, en junio de 2025, cuando se intensificaron las discusiones sobre el futuro político de la República Islámica. En medio de la movilización nacionalista en torno al Estado y los llamamientos abiertos a la intervención extranjera y un cambio de régimen, los círculos reformistas y de oposición comenzaron a expresar sus visiones una vez más. Mientras un grupo de respetados economistas iraníes abogaba con urgencia por reformas estructurales, Mir Hossein Mousavi, líder del Movimiento Verde de 2009, abogó por un referéndum constitucional. Mientras tanto, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Narges Mohammadi, junto con otros 16 activistas políticos clave, defendió una “tercera vía”, una opción popular que no se alinea ni con Israel ni con la República Islámica de Irán (RII). Una pregunta ahora se cierne sobre el tapete: ¿podrá alguna de estas visiones romper el control de 46 años de la RII sobre el poder, o las divisiones internas y la represión estatal las aplastarán a todas?
Reformas estructurales para salvar el régimen
En una audaz declaración, 180 economistas y profesores universitarios alertaron sobre un cambio precario en el paradigma de gobernanza de Irán. Subrayaron la “cohesión nacional” que emergió durante la reciente guerra de los doce días, advirtiendo al gobierno sobre los peligros de continuar con políticas arraigadas en la discriminación, la injusticia y la ineficiencia. Señalando los “altos costos de la guerra” y las profundas crisis estructurales en la economía, la política y las relaciones exteriores, los firmantes exigieron reformas fundamentales urgentes. Afirmaron que “preservar la integridad territorial y la existencia de Irán es innegociable”. Además, abogaron por un enfoque diplomático más abierto y el fomento de la confianza política interna mediante una mayor participación ciudadana. Al abordar la corrupción rampante y exigir la liberación de todos los presos políticos, creen que se deben tomar medidas concretas para lograr estos objetivos. Como se desprende claramente de esta declaración, los firmantes no exigen un cambio estructural profundo dentro del régimen; más bien, buscan reformas dentro del sistema. Esto puede interpretarse como un llamado a salvar el régimen invocando sentimientos nacionalistas y enfatizando la “integridad territorial”.
Referéndum constitucional: una medida ambigua e inviable
En otra declaración, Mir Hossein Mousavi, líder del Movimiento Verde de 2009 y ex primer ministro (1981-1989) bajo el primer Líder Supremo de Irán, Ruhollah Jomeini, pidió un referéndum. Enfatizó la unidad entre el pueblo iraní en respuesta a la agresión israelí, pero advirtió contra la malinterpretación de esta solidaridad como un respaldo a la gobernanza ineficaz del régimen. Mousavi afirmó que la experiencia de la guerra de los doce días subrayó la necesidad vital de respetar el derecho a la autodeterminación de todos los ciudadanos, destacando que la estructura del régimen actual no representa las diversas voces de la población iraní. Propuso que la celebración de un referéndum para establecer una asamblea constitucional no solo facilitaría la realización del derecho del pueblo a la autodeterminación, sino que también disuadiría a los adversarios extranjeros de interferir en los asuntos internos de Irán. Mientras tanto, enfatizó que, a corto plazo, son cruciales las acciones rápidas y simbólicas, como la liberación de presos políticos y cambios en las prácticas de los medios de comunicación nacionales. Según Mousavi, esta medida es crucial para salvaguardar la soberanía nacional y promover un modelo de gobernanza más inclusivo.
La convocatoria de Mousavi a un referéndum ha recibido el apoyo de cientos de activistas tanto dentro como fuera de Irán, incluyendo la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (OMPI). En una declaración escrita, más de 800 activistas expresaron su apoyo a la iniciativa de Mousavi. Sin embargo, aún quedan varias preguntas cruciales sobre esta convocatoria.
Para empezar, existe ambigüedad en torno a los temas que abordaría el referéndum, quién lo supervisaría y cómo se llevaría a cabo. Si Mousavi prevé una reforma dentro del gobierno islámico actual, pasa por alto un punto importante: muchas personas que se movilizan y organizan en torno a lo que se conoció como el movimiento “Jin, Jiyan, Azadî” (“Mujer, Vida, Libertad”) tras la muerte bajo custodia de la mujer kurda Jîna Amînî, se distancian del Estado y sus fundamentos islamistas. Muchos disidentes, en particular mujeres y grupos no persas, no buscan refugio en la estructura gubernamental actual.
Además, las medidas represivas contra las voces disidentes tras la guerra con Israel se han intensificado rápidamente. Los informes indican que al menos 700 personas fueron encarceladas arbitrariamente acusadas de colaborar con Tel Aviv. En lugar de abordar la corrupción o cambiar su postura represiva hacia la población, el Estado ha culpado a los migrantes para distraer a la nación, acusando a los afganos de espiar para Israel, lo que ha provocado la expulsión masiva de personas nacidas y criadas en Irán. Según informes, más de un millón de afganos han sido devueltos a Afganistán en menos de un mes.
Finalmente, cualquier reforma significativa de la estructura de la RII requeriría la redacción de una nueva Constitución. Sin embargo, una nueva Carta Magna que pudiera abordar las diversas demandas de todos los pueblos, cuestionaría fundamentalmente su ideología fundacional. Por lo tanto, si el llamado de Mousavi es a un referéndum para desmantelar el régimen teocrático de 46 años, se enfrentaría a un grave problema de viabilidad. ¿Cómo se podría esperar que un gobierno tan autoritario inicie un referéndum autodestructivo?
Si bien el referéndum de Mousavi podría ganar fuerza, muchos lo consideran obsoleto. Para muchos, la solución está completamente fuera del sistema actual.
Una política de “tercera vía”
Además, la guerra de los doce días se ha aprovechado para expresar la búsqueda de alternativas más allá de los paradigmas existentes. El 18 de julio de 2025, 17 activistas civiles y políticos emitieron una nueva declaración titulada “No a la tiranía, no a la guerra”. Llamaron a una política de “tercera vía” que no se alinee con el régimen gobernante ni apoye la intervención militar extranjera. En cambio, abogan por un movimiento liderado por el propio pueblo, que priorice la resistencia civil pacífica y los mecanismos democráticos basados en la solidaridad y la inclusión.
Esta declaración difiere de la anterior en aspectos cruciales. En primer lugar, rechaza abiertamente el régimen y se distancia del mismo. En segundo lugar, se basa en el camino trazado por el movimiento 2022, que destacó la subjetividad política de las mujeres y la sociedad civil, fomentando la solidaridad transnacional de base. En tercer lugar, se alinea con las voces de las naciones marginadas de Irán, con el potencial de fomentar la solidaridad entre los diversos pueblos del país.
Vale la pena mencionar que en el contexto kurdo, el término “tercera vía” se asocia con un legado político e ideológico existente de las búsquedas kurdas para construir alternativas autónomas en medio del caos y las contradicciones. La mayoría de los partidos políticos kurdos, excluyendo el Partido de la Libertad de Kurdistán (PAK, Partî Azadîyê Kurdistan), que apoya a Israel, han adoptado explícita o implícitamente tales políticas de “tercera vía” en el contexto de los nuevos acontecimientos. Estos partidos enfatizan la agencia del pueblo en la determinación de su futuro político mientras condenan la guerra y la agresión extranjera y rechazan el gobierno autoritario de la República Islámica de Irán. Por ejemplo, el Partido de la Vida Libre de Kurdistán (PJAK) y el Partido Komala se han hecho eco de sentimientos similares a la declaración “No a la tiranía, no a la guerra”. Durante la guerra de los doce días, el PJAK reiteró que “la libertad para Irán vendrá a través de la lucha democrática del pueblo y la revolución ‘Jin, Jiyan, Azadî’”. De manera similar, Komala llamó a un levantamiento civil contra el régimen mientras condenaba la guerra.
Varios colectivos de mujeres y organizaciones autónomas, como la Sociedad de Mujeres Libres del Kurdistán Oriental (KJAR), se hicieron eco de sentimientos similares, afirmando que “las demandas del pueblo, especialmente las de las mujeres, no son parte de las agendas ni de Israel ni de Irán”. Enfatizaron también la importancia de organizar y construir fuerza de base en la búsqueda de la libertad para la sociedad, particularmente para las mujeres.
Al adoptar una “tercera vía” existe el potencial de establecer una frontera democrática bajo una bandera unificada, como se ha imaginado y expresado bajo el lema “Jin, Jiyan, Azadî”. Las recientes formas de resistencia política han demostrado su capacidad para unificar a diversos grupos —naciones, géneros, religiones y clases— en Irán. El carácter amplio e inclusivo del lema da cabida a diversas demandas dentro del país, conformando un significante democrático que desafía a un régimen debilitado por crisis internas y externas.
A su vez, esta “tercera vía” se desvincula políticamente de las agendas autoritarias de cambio de régimen, impulsadas desde arriba, que los monárquicos han defendido históricamente bajo el liderazgo de Reza Pahlavi. Resuena con numerosas voces disidentes, en particular entre las comunidades kurdas y sus partidos políticos, lo que fomenta la posibilidad de un diálogo para la democracia. Rojhelat (Kurdistán Oriental) tiene el potencial de liderar la resistencia civil contra el régimen, con el apoyo de una población kurda relativamente bien organizada, con diversos partidos políticos y vínculos con los movimientos kurdos de la región. Su posición subalterna les permite forjar la solidaridad transnacional y liderar la lucha política dentro y fuera de las fronteras de Irán.
Sin embargo, dos desafíos importantes son la disposición del régimen a suprimir cualquier posible amenaza existencial y la fragmentación entre los diversos pueblos de Irán, como lo demuestran las diversas propuestas para abordar los problemas del país. La pregunta sigue siendo: ¿cómo pueden los colectivos dispersos superar la violencia estatal?
FUENTE: Rojin Mukriyan / The Amargi / Traducción y edición: Kurdistán América Latina