Del 3 al 17 de agosto, el Semillero Zapatista Comandanta Ramona, en Morelia, Altamirano, albergó el evento “Encuentro de Resistencias y Rebeldías: Algunas Partes del Todo”.
Los zapatistas habían hecho un llamado mundial para dos semanas de intercambio y diálogo. Asistieron alrededor de 2000 zapatistas y unas 800 personas de 37 países. En Alemania, los preparativos comenzaron con meses de anticipación, impulsados por la Red de Rebelión, y finalmente una delegación de 30 personas de diversos grupos e iniciativas viajó a Chiapas.
Gran parte del encuentro consistió en presentaciones e informes sobre el trabajo y las realidades de los colectivos y organizaciones participantes, así como en intercambios con las bases de apoyo zapatistas. Un zapatista explicó: “Muchos de nosotros no sabemos leer ni escribir, ni estudiamos teoría política. Pero sí podemos ver y sentir la injusticia. Esta empatía se transforma en una rabia digna, que transmitimos de generación en generación. Ahora también hemos escuchado su dolor y lo transmitiremos entre nosotros”.
La inauguración, el 3 de agosto, contó con una marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cada uno portando una bandera palestina en la espalda. En señal de solidaridad, el Subcomandante Moisés, portavoz del EZLN, declaró: “Hoy, el sistema capitalista está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino en una parte de la Tierra. No podemos olvidarlo, no podemos ignorarlo. Todos somos niños palestinos. Hoy es el pueblo de Gaza, mañana seremos nosotros”.
La solidaridad con el pueblo de Gaza siguió siendo un tema recurrente durante todo el evento.
Los zapatistas presentaron sus contribuciones en forma de representaciones teatrales de varios días, ensayadas durante meses por cientos de jóvenes participantes.
También se autocriticaron, señalando las deficiencias de sus estructuras civiles: durante las últimas décadas, las pirámides de opresión y desigualdad propias del sistema capitalista se habían reproducido, en parte, en sus propios gobiernos autónomos. Entre los ejemplos se encontraban la corrupción, el incumplimiento de sus propias normas, el robo, el abuso de poder y la dependencia de las bases de pequeños consejos.
Al mismo tiempo, otra obra de teatro recordó los aspectos positivos de las Juntas de Buen Gobierno y las comunidades autónomas. No solo habían enfrentado problemas, sino que también habían servido como escuelas de autonomía: “Hemos aprendido muchísimo a gobernarnos a nosotras mismas y hemos logrado avances significativos en educación, salud y justicia. Pusimos en práctica las Leyes Revolucionarias de Mujeres de 1993. Hemos aprendido a trabajar juntas”.
En otra obra, “los vivos del futuro”, representados como óvulos y espermatozoides, describieron estrategias para resistir la pirámide. Se hizo mucho hincapié en revivir las prácticas ancestrales y transmitir los conocimientos tradicionales. Se invitó al futuro a continuar la rebelión y a respetar y proteger a la Madre Tierra.
Lo notable de este proceso de autocrítica fue tanto la transparencia como la determinación para actuar en consecuencia: los zapatistas anunciaron una reestructuración organizativa completa de sus estructuras civiles para garantizar que las decisiones surjan desde las bases, se articulen horizontalmente y eviten la concentración de poder. En una performance, una pirámide de madera fue incendiada y derribada, una representación simbólica del desmantelamiento de las jerarquías y los mecanismos de dominación.
Llaman a su nueva etapa “El Común” —la esencia de la vida—, haciendo referencia explícita a las costumbres de sus ancestros. “Solo si nos organizamos tendremos una oportunidad cuando llegue la tormenta”, declararon y añadieron: “Compartimos con ustedes nuestra propuesta, lo que hemos descubierto y nos ha resultado útil. Si les funciona, deben probarlo en sus propias regiones. No tenemos una receta. Con el tiempo, lo veremos”.
La educación surgió como un tema central: las bases deben poder analizar sus propios problemas y encontrar soluciones. En el futuro, todas las decisiones se tomarán en las propias comunidades de base. Otro paso clave en esta nueva etapa es la apertura a quienes no son zapatistas. Se planean proyectos conjuntos, sobre todo en las áreas de salud, educación y agricultura colectiva. Ya ahora, los “hermanos y hermanas” (quienes viven en la región pero no pertenecen al movimiento zapatista) pueden cultivar tierras zapatistas gratuitamente para su propio sustento.
Un ejemplo concreto de ese trabajo colectivo conjunto es la construcción de un hospital en el Caracol Dolores Hidalgo, donde zapatistas y no zapatistas trabajan codo con codo.
En su discurso de clausura, el Subcomandante Moisés enfatizó que todos debemos reconocer y derribar las “pirámides de opresión y capitalismo” en nuestros propios contextos y geografías.“Debemos comprender que dentro de esta pirámide no es posible ningún cambio real”, indicó.
La reunión también fue un llamado a la acción y a aprender de los errores. O, como lo expresó un anciano comandante: “Estamos encendiendo una pequeña llama revolucionaria. Si todos, en todo el mundo, encienden pequeñas llamas, algo más grande puede surgir de ellas”.
FUENTE: Netz der Rebellion – Gemeinsam Kämpfen / ANF / Edición: Kurdistán América Latina