Lecciones de diez años de guerra y estancamiento

Se han cumplido ya exactamente diez años desde que el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, de Turquía) lanzó su campaña militar estratégica el 24 de julio de 2015, bajo lo que denominó el “Plan de Acción de Colapso”. El ataque, llevado a cabo con setenta aviones de combate y del que luego se jactaron públicamente, marcó el inicio de una nueva fase bélica. Hoy estamos presenciando el décimo aniversario de ese asalto. El 24 de julio coincide además con el aniversario del Tratado de Lausana, el acuerdo fundacional de la República de Turquía. Para quienes se preguntan “¿Qué tiene que ver el Tratado de Lausana con el genocidio kurdo?”, este artículo es un pequeño recordatorio.

La campaña militar iniciada el 24 de julio de 2015 marcó un punto de inflexión en las políticas de guerra del gobierno del AKP. Durante los siguientes diez años, se llevaron a cabo acciones sin precedentes en la historia militar de la República turca. En su guerra contra el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), el gobierno ignoró todos los principios de derecho y moral. Utilizó todos los medios de guerra, incluidas armas químicas y bombas nucleares tácticas, depositando su plena confianza en vehículos aéreos no tripulados y drones armados. La guerra especial se intensificó en todos los niveles, apuntando a la sociedad en su conjunto. En la isla-prisión de Imrali, sometieron al líder del pueblo kurdo Abdullah Öcalan a un régimen de aislamiento absoluto en el sentido más estricto de la palabra. En resumen, no hubo nada que el Estado no intentara en su esfuerzo por inutilizar al PKK y suprimir al pueblo kurdo.

No cabe duda de que el llamado “Plan de Acción de Colapso” no fue ideado únicamente por el gobernante AKP. Más bien, el plan fue elaborado en los “profundos” corredores del poder dentro del marco de las relaciones con Estados Unidos y la OTAN, y entregado al gobierno del AKP, que ya había sido encargado de ejecutar el ataque conspirativo internacional (contra Öcalan). Su propósito era preparar el escenario político actual: neutralizar al PKK para asegurar el lugar de Turquía en el nuevo orden de Medio Oriente que se está construyendo bajo hegemonía israelí. El sistema de la modernidad capitalista temía intervenir en Turquía mientras el PKK siguiera fuerte. En este contexto, se brindó al AKP pleno apoyo político y militar para eliminar y desmantelar al PKK. Cuando el AKP demostró no poder lograr esto por sí solo, se incorporó al Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). Cuando eso tampoco fue suficiente, se sumaron el Partido Democrático de Kurdistán (PDK, del Kurdistán iraquí) y, más recientemente, la administración central de Irak. Así comenzó la campaña militar más grande y prolongada en la historia de la República de Turquía llevada a cabo contra el PKK durante toda una década.

Naturalmente, el pueblo kurdo, bajo el liderazgo del PKK, emprendió uno de los movimientos de resistencia más significativos y de mayor alcance de la historia en respuesta a esta campaña de aniquilación y liquidación total. A la cabeza estuvo Abdullah Öcalan, que, desde la isla-prisión de Imrali, demostró una forma de resistencia raramente vista en la historia de la humanidad. La guerrilla kurda, inspirada en su visión y fiel a ella, llevó a cabo una resistencia extraordinaria y autodefinida bajo algunas de las condiciones más duras imaginables. Guiadas por este liderazgo, las mujeres kurdas, la juventud kurda, el pueblo kurdo y sus aliados en las cuatro partes de Kurdistán y en todo el mundo se unieron en una de las resistencias más grandes y significativas de la historia. Esta resistencia representó no solo el punto culminante de un siglo de lucha kurda, sino también el momento más importante en los cincuenta años de historia del PKK, marcando una cumbre histórica y simbólica de desafío.

En el décimo aniversario de este intenso conflicto, se están realizando esfuerzos serios para ponerle fin y avanzar hacia una paz significativa. Desde octubre de este décimo año de guerra, ha comenzado a tomar forma lo que se ha denominado el “Proceso de Paz y Sociedad Democrática”, el cual se inició con el llamado histórico realizado por Öcalan el 27 de febrero, y ahora, al conmemorarse el décimo aniversario del 24 de julio, ha alcanzado su fase más crítica y potencialmente transformadora.

Pero ¿puede superarse con éxito este umbral crucial? ¿Puede ponerse fin al conflicto destructivo y agotador de una década, allanando el camino hacia una paz genuina, significativa y honorable, tan anhelada por todos los pueblos? ¿Puede la comisión que se está estableciendo en la Gran Asamblea Nacional de Turquía (GANT) estar a la altura del momento y cumplir su propósito histórico avanzando en la resolución de la cuestión kurda y abriendo así la puerta a una nueva era de democratización para Turquía?

Por supuesto, estas preguntas pueden responderse positivamente, y hay amplia evidencia y datos que respaldan tales resultados. Sin embargo, también existen desafíos significativos y factores negativos que no pueden ignorarse. Por tanto, no podemos dar por sentadas respuestas optimistas a estas preguntas. Está claro que tales objetivos sólo pueden alcanzarse mediante un enfoque correcto y una lucha eficaz. Sin duda, el primer requisito es extraer las lecciones adecuadas de la historia, tanto del siglo pasado en general como de los últimos diez años en particular, e interiorizarlas con un nivel suficiente de conciencia.

Entonces, ¿cuáles son las lecciones de los últimos diez años? Claramente, ambas partes deben responder a esta pregunta con verdad y realismo. Una guerra de una década, uno de los conflictos más destructivos y agotadores de la historia moderna, ha terminado, y sin embargo el resultado solo puede describirse como una victoria pírrica. En otras palabras, ninguna de las partes logró un resultado definitivo; el conflicto está en un punto muerto.

En este sentido, la parte kurda ha demostrado un enfoque notablemente abierto y comprensivo. Abdullah Öcalan declaró desde el principio: “En los últimos diez años he aprendido bien mis lecciones”. Y subrayó que una guerra de esta naturaleza, por larga que sea, llevaría finalmente a una victoria pírrica para ambas partes, es decir, que un conflicto así nunca podría producir un verdadero ganador. Desde la perspectiva kurda, si bien esta guerra ha sumido indudablemente a la República de Turquía en profundas crisis, no ha resultado en una victoria militar. Más importante aún, se ha reconocido y expresado claramente que una victoria militar no traería libertad ni liberación al pueblo kurdo. Al llegar a la conclusión de que la guerra no es una herramienta para lograr la libertad ni para construir una sociedad democrática, la parte kurda ha adoptado la posición de que la guerra, como método arraigado en el modelo del Estado nación, debe llegar a su fin total. Al hacerlo, ha experimentado una profunda transformación de mentalidad y ha comenzado a buscar una solución al conflicto existente mediante un cambio fundamental de perspectiva.

Las acciones emprendidas por la parte kurda en este contexto son claras y decisivas. El PKK celebró su XII Congreso, durante el cual decidió poner fin a su estrategia de lucha armada. Concluyó que había cumplido su misión histórica al romper la política de negación kurda y lograr el reconocimiento de la existencia kurda mediante la resistencia armada, y por tanto anunció la disolución de su estructura organizativa. Para demostrar su determinación y comenzar a aplicar esta decisión en la práctica, el PKK quemó sus armas el 11 de julio pasado. Declaró abiertamente que la libertad kurda solo puede lograrse mediante la democratización de Turquía y adoptando una estrategia de lucha política democrática.

En otras palabras, la parte kurda avanza extrayendo las lecciones correctas y necesarias de los últimos diez años de guerra en todos los niveles. Afirma claramente que una sociedad democrática no puede construirse a través de la guerra, un método arraigado en el sistema del Estado nación, y por ello ha cambiado su estrategia para priorizar la política democrática. Al hacerlo, se esfuerza por asegurar la coherencia entre sus fines y los medios que emplea. Reconoce abiertamente que esta verdad se aprendió mediante la difícil experiencia de la última década.

Por el contrario, la parte turca no ha demostrado el mismo nivel de claridad ni coherencia. Además, carece de unidad y consistencia interna. Presenta una imagen fragmentada, enredada en pequeñas luchas de poder e intereses a corto plazo. Sin embargo, es precisamente el Estado turco quien debería extraer las lecciones más importantes de los últimos diez años de guerra. De hecho, la mentalidad y las políticas de negación kurda ya habían sido superadas desde la década de 1990. Como consta, en 1992, el entonces primer ministro Süleyman Demirel lo reconoció públicamente al declarar: “Reconocemos la realidad kurda”.

Sin embargo, las implicaciones prácticas de ese reconocimiento nunca se cumplieron. Particularmente bajo la presión e influencia de potencias extranjeras, la política de eliminación del PKK continuó durante más de treinta años. No obstante, el resultado de los últimos diez años de guerra ha dejado una cosa absolutamente clara: la política de aniquilación y eliminación del pueblo kurdo ha fracasado. No importa lo que haga o qué métodos emplee, la República de Turquía no puede destruir al pueblo kurdo. La mentalidad y la política de negación y aniquilación, institucionalizadas por primera vez a través de la Constitución de 1924, han sido derrotadas y quedaron en bancarrota. Esta es la lección central que Turquía debe extraer de los últimos diez años de guerra. En el décimo aniversario del 24 de julio, esta es la verdad que la política turca debe afrontar y aceptar. Si lo hace, y si construye una nueva mentalidad democrática y un marco político basado en esta realidad, entonces Turquía podrá finalmente lograr tanto la unidad nacional como la democratización a través de la libertad kurda, sentando las bases para una nueva constitución. Sin una transformación de este tipo en el pensamiento político y el enfoque, todo lo que se diga o intente seguirá atrapado en el pasado, repitiendo los mismos patrones de engaño y falsedad.

FUENTE: Yeni Özgür Politika / ANF / Edición: Kurdistán América Latina

martes, julio 29th, 2025