La descentralización como modelo de gobernanza de futuro para Siria

Tras el colapso del régimen de Bashar al Asad, el futuro sistema de gobierno de Siria se ha convertido en uno de los temas más debatidos tanto a nivel nacional como internacional. En el centro de este debate se encuentra la cuestión de si el país mantendrá su estructura centralizada o evolucionará hacia un sistema descentralizado basado en gobiernos autónomos locales.

Mientras que las autoridades provisionales de Damasco se inclinan por preservar el gobierno centralizado, muchos actores locales influyentes sobre el terreno abogan por conceder una mayor autonomía a las diferentes regiones del país. Teniendo en cuenta la diversidad étnica, religiosa y sectaria de Siria, la descentralización se perfila no solo como una opción viable, sino también como una necesidad estratégica para construir la paz y establecer un sistema de gobierno sostenible.

De la centralización a la descentralización: antecedentes históricos

Hafez al Asad, que llegó al poder en 1971, y más tarde su hijo Bashar, en 2000, establecieron un sistema altamente centralizado en Siria. La Constitución de 1973 otorgaba amplios poderes a la presidencia; los gobernadores eran nombrados desde arriba y los consejos locales funcionaban solo como órganos simbólicos que aplicaban las decisiones centrales. Ninguna región fuera de Damasco tenía autonomía política, administrativa o financiera.

Durante el mandato de Bashar al Asad se hizo muy poco para fortalecer la gobernanza local. Esto desempeñó un papel importante en el levantamiento popular que estalló en 2011. Los ciudadanos no tenían representación ni poder de decisión a nivel local. Esto, combinado con la corrupción sistémica y el desarrollo desigual, generó un descontento generalizado.

En respuesta al levantamiento, Asad trató de preservar la legitimidad del régimen adoptando una nueva Constitución en 2012 y aprobando la Ley Nº 107, que nominalmente preveía la descentralización local. Sin embargo, en la práctica, estas reformas siguieron siendo simbólicas, ya que la autoridad central de Damasco continuó controlando todas las actividades de gobernanza local.

La descentralización no solo es una necesidad política moderna, sino que también resuena con el legado histórico de Siria.

La Constitución del Reino Árabe Sirio, establecida en 1920, preveía un sistema descentralizado que gobernaba el país a través de regiones autónomas, permitiendo la representación de las minorías y la autonomía local. Del mismo modo, durante el Mandato Francés se introdujeron algunos elementos federales, aunque fueron rápidamente sustituidos por la centralización.

Después de 2011, a medida que la autoridad central se debilitaba en muchas zonas, surgieron consejos locales, estructuras de la sociedad civil y administraciones autónomas. La Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (AADNES), bajo control kurdo, se convirtió en el experimento más avanzado de este tipo. Por el contrario, el dominio del grupo islamista Hay’at Tahrir al Sham (HTS) en el noroeste del país puso de manifiesto los límites de la gobernanza local. HTS se convirtió, irónicamente, en uno de los más firmes defensores de la centralización.

La demanda kurda de descentralización

El pueblo kurdo, que representa alrededor del 15% de la población siria, fue históricamente excluido y se encuentra entre los defensores más acérrimos de la descentralización. Desde 2014, la AADNES ha implementado un modelo de gobernanza multilingüe y multiétnico en casi un tercio de Siria. Su sistema de copresidencias garantiza la representación de género y étnica, mientras que su política de educación trilingüe ayuda a salvaguardar la diversidad cultural.

En abril de 2025, diferentes grupos políticos kurdos se reunieron para anunciar una visión compartida de la Siria posterior a Asad basada en la descentralización. Sostienen que este modelo debería aplicarse no solo a las regiones kurdas, sino a todo el país.

La propagación de las demandas de descentralización

No solo los kurdos y las kurdas, sino también otros grupos étnicos y sectarios están exigiendo abiertamente la descentralización. Los drusos, los alauitas y los cristianos, impulsados por sentimientos de inseguridad, exclusión y preocupación por el gobierno central, buscan una mayor autonomía local. Estas preocupaciones están directamente relacionadas con el temor de que el gobierno de transición de Damasco esté cada vez más influenciado por los islamistas.

Además, la mayoría árabe suní también se encuentra entre los más afectados negativamente por la centralización, ya que sufre marginación, pobreza y abandono de las infraestructuras. Por lo tanto, la descentralización no solo beneficia a las minorías, sino también a la mayoría de la población.

Miedos y realidades: ¿riesgo de división?

Algunos sectores de la sociedad siria temen que la descentralización pueda conducir a la partición del país. Sin embargo, esos temores suelen ser el reflejo de años de propaganda del gobierno central y de la inquietud por la pérdida de autoridad. En realidad, una descentralización cuidadosamente planificada podría fortalecer, en lugar de debilitar, la unidad nacional.

En ese modelo, las funciones soberanas básicas, como la política exterior, la defensa y las finanzas, seguirían en manos del gobierno central, mientras que las competencias en materia de educación, salud, infraestructura y economías locales se transferirían a las autoridades locales. Esto preservaría la cohesión nacional y crearía una gobernanza más receptiva a las necesidades locales.

Las conversaciones en curso entre Damasco, la AADNES y otros actores locales podrían sentar las bases para un sistema de gobernanza más inclusivo aplicable a todo el país. Para ello sería necesario revisar las divisiones administrativas actuales, garantizar una distribución justa de los recursos, reconocer los derechos culturales e institucionalizar la representación.

La comunidad internacional debería apoyar la transición de Siria hacia la descentralización. Mediante asistencia técnica y financiera, puede ayudar a fortalecer las estructuras de gobernanza local, al tiempo que respalda el proceso de reforma constitucional. La descentralización no es solo una respuesta a la cuestión kurda, sino una necesidad para la estabilidad, la representación y la resiliencia de todo el país.

Tras 14 años de conflicto y destrucción, es hora de que Siria considere seriamente modelos de gobernanza que vayan más allá de la centralización. No se trata simplemente de un cambio de régimen, sino del establecimiento de un nuevo sistema inclusivo para la región que responda mejor a las realidades sobre el terreno.

FUENTE: Seçkin Güneşer / ANF / Edición: Kurdistán América Latina

miércoles, septiembre 17th, 2025