Los movimientos socialistas de todo el mundo, así como los individuos y círculos interesados en esta cuestión, experimentaron la mayor diversidad de opiniones y debates sobre el socialismo en el siglo XIX. Este siglo se caracteriza por ser aquel en el que comenzó a construirse el marco teórico principal del socialismo.
Quienes estudian el socialismo suelen coincidir en un punto común: toman como referencia la Ilustración, época en la que el concepto de socialismo empezó a desarrollarse teóricamente. En aquel entonces, las perspectivas que priorizaban los problemas sociales se aceptaban como punto de partida principal. En este sentido, las ideas de Jacques Rousseau ocupan un lugar destacado. Cabe mencionar también que Pierre Leroux, considerado el primero en utilizar el concepto de socialismo a principios del siglo XIX, así como Marie Roch Louis y Robert Owen, se encontraban entre los seguidores de Henri de Saint Simon (1760-1825).
La Revolución industrial y el auge de la modernidad capitalista intensificaron las contradicciones y los conflictos, mientras que los pensadores de la época sistematizaban sus ideas sobre el socialismo y participaban en acalorados debates entre ellos. Como resultado, se produjo un punto de inflexión en el desarrollo del pensamiento socialista, una nueva era, por así decirlo. En esta fase, Saint Simon, Robert Owen y Charles Fourier comenzaron a ser considerados “utópicos” y se les definió como “socialistas utópicos”. François-Noël Babeuf (1760-1797), quien adoptó una postura revolucionaria contra el Directorio durante la Revolución francesa de 1789, también se incluyó en esta corriente. Pero la tendencia no se detuvo ahí: quienes desarrollaron ideas sobre el socialismo buscaron sistematizarlas y conceptualizarlas. En este contexto, quienes las adoptaron o simpatizaron con ellas comenzaron a ser llamados “seguidores”. La intensificación de los problemas sociales, las contradicciones de clase y los conflictos contribuyeron a expandir y difundir estas ideas. El hecho de que numerosas ideas se defendieran en nombre del socialismo en el siglo XIX es prueba de ello.
Dentro de este proceso histórico, surgieron y se desarrollaron las interpretaciones y evaluaciones del socialismo de las corrientes proudhoniana, bakuniana, blanquistiana, lassalleana, bernsteiniana y marxista. Por su naturaleza, entre estos teóricos y sus defensores se produjo una intensa e implacable lucha ideológica. Se elaboraron y emplearon argumentos para refutar las ideas de los demás. Se publicaron innumerables artículos, folletos y libros sobre este tema. Muchos materiales que documentan los debates entre Marx, Bakunin y Proudhon han llegado hasta nuestros días y siguen siendo las fuentes de referencia más importantes en los debates actuales. Esto también se aprecia claramente en las evaluaciones relacionadas con Lassalle y Bernstein.
Los esfuerzos de Marx y Engels
En el contexto del siglo XIX, quienes afirmaban defender el socialismo contaban con medios para llegar a amplios sectores de la sociedad. En Francia, los proudhonianos; en Alemania, los lassalleanos; y en Inglaterra, las Asociaciones Fabianas experimentaron un desarrollo cuantitativo más extenso. Los marxistas, en comparación, avanzaron más lentamente, pero siguieron una senda cualitativamente más profunda. El impacto de la revolución de 1848, los esfuerzos organizativos que preveían la unidad internacional de la clase obrera, su apertura a los acontecimientos, su flexibilidad política y su capacidad de renovación intelectual, situaron a los socialistas marxistas en una posición más ventajosa que la de otros. En este sentido, es necesario comprender la importancia de la investigación que Marx y Engels emprendieron al desarrollar la teoría del socialismo, así como su apertura a las novedades.
Las opiniones de Marx sobre el socialismo también deben considerarse dentro de este marco. Al evaluar las comunidades “comunistas primitivas”, Marx afirmó: “Si estas comunidades hubieran podido perdurar el tiempo suficiente, habrían podido transitar al comunismo. Porque los medios de producción se utilizaban en común y se estaba poniendo en práctica el principio fundamental de ‘de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades’…”. Asimismo, durante el período en que intercambió correspondencia con la marxista rusa Vera Zasulič, expresó opiniones similares como resultado de su investigación: “…en términos teóricos, la comuna rural rusa, al desarrollar la propiedad comunal de la tierra sobre la que se asienta y, al mismo tiempo, eliminar el principio de propiedad privada que implica, puede preservarse; puede convertirse en un punto de partida directo para el sistema económico hacia el que tiende la sociedad moderna; en lugar de comenzar suicidándose, puede abrir una nueva etapa; puede convertirse en poseedora de los frutos que la producción capitalista ha traído a la humanidad, sin pasar por el régimen capitalista (…) Si la revolución llega en el momento oportuno, si la comuna rural reúne y concentra todas sus fuerzas para alcanzar su plenitud…”. En su máxima expresión, la comuna rural se desarrollará muy pronto como un elemento de renovación dentro de la sociedad rusa y como un elemento de superioridad frente a los países subyugados por el sistema capitalista.
Denominándolo socialismo científico
Al analizar las fechas de la correspondencia de Marx con Vera Zasulič, es necesario considerar su conexión directa con los hallazgos y datos surgidos en el contexto de la época. Y no solo en este sentido: cuando Marx se encontró con los conocimientos y datos sobre los nativos americanos en el libro La sociedad antigua, de Lewis Henry Morgan, lo que allí encontró no solo resonó con sus propias ideas, sino que también enriqueció sus interpretaciones y evaluaciones sobre la historia y la sociedad. Esto también se observa en la obra de Engels, cuya influencia de Marx es indiscutible, titulada El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. La denominación que Marx dio a sus ideas conceptuales como “socialismo científico” debe considerarse un aspecto crucial que requiere un análisis minucioso.
Marx no adoptó un enfoque unidimensional al formular su sistema de pensamiento. Demostró un enfoque fundamentado en la unidad de la historia, la sociedad, la economía y la filosofía. Al desarrollar el socialismo científico, estableció su conexión con la economía política inglesa, la Revolución francesa y la filosofía alemana. Aceptó la economía política, el socialismo científico, el materialismo dialéctico e histórico como pilares fundamentales de esta doctrina. Además, identificó el papel de la teoría de la evolución, la célula y el descubrimiento de la energía, comprendió su relevancia histórica y moldeó su teoría a partir de estos avances. Por ello, el socialismo científico gozó de mayor aceptación que otras interpretaciones del socialismo y comenzó a implementarse.
Como se puede apreciar en los prólogos de cada nueva edición del Manifiesto Comunista, el socialismo científico abrazó constantemente la renovación y se caracterizó por su enriquecimiento intelectual y práctico. Tal como se desprende también de las obras de Engels, Dialéctica de la naturaleza y Anti-Dühring, se libró una lucha contra las ideas y tendencias falsas. Así, Marx y Engels nunca permanecieron estáticos ni estancados, sino que siempre se encontraban en un proceso de renovación. Al hacerlo, evitaron los clichés y las fórmulas rígidas. El leninismo, reconocido como el marxismo del siglo XX, se convirtió, en su tiempo, en la denominación de la búsqueda de soluciones a los problemas de la puesta en práctica del socialismo en un mundo en constante cambio, y libró esta lucha en consecuencia.
El socialismo sigue desempeñando su papel hoy en día
Vivimos en los años en que ha concluido el primer cuarto del siglo XXI. A finales del siglo XX, con la disolución del socialismo real, el sistema de la modernidad capitalista buscó “reorganizar” el mundo, e incluso el espacio exterior, según sus propios intereses. La Tercera Guerra Mundial, que comenzó en el último cuarto del siglo XX y continúa hasta hoy, se está utilizando como instrumento fundamental de esta reorganización global.
Marx y Lenin desempeñaron un papel fundamental y pagaron un alto precio por la victoria de la búsqueda y la lucha por el socialismo en su época. Los avances teóricos, ideológicos, políticos, organizativos y prácticos que impulsaron y desarrollaron fueron el resultado de ello. No consideraron insuperables los modelos del pasado, ni adoptaron un enfoque religioso o dogmático. Por esta razón, el marxismo, que en el siglo XIX se aceptó como socialismo científico, fue aceptado en el siglo XX como leninismo, y ambos llegaron a ser reconocidos como pioneros del desarrollo histórico del socialismo.
En las condiciones actuales, el socialismo sigue existiendo gracias a su historicidad, y la lucha librada por él continúa desempeñando su papel en su totalidad. Hoy, la tarea de los socialistas también se define por reinventarse en función de las cambiantes condiciones mundiales y ejercer un liderazgo efectivo. Así como Marx y Engels cumplieron con su deber y responsabilidad histórica en el siglo XIX, y Lenin lo hizo en el siglo XX, es necesario luchar por el socialismo también en el siglo XXI, y esta lucha reviste significado e importancia histórica.
El legado de la lucha por el socialismo
En las condiciones actuales, ya no es posible hablar de “socialismo real”, término utilizado durante la era de Brézhnev para referirse al “socialismo alcanzado” en el Bloque del Este y en la Unión Soviética (URSS). En esos lugares, los experimentos de “socialismo” de Estado fracasaron. Más allá de esos experimentos fallidos, quienes en diversas partes del mundo llevaron a cabo revoluciones para construir un socialismo de Estado también se integraron al sistema capitalista. Asimismo, los movimientos, organizaciones y partidos que libraron luchas estatales por la independencia, la democracia y el socialismo fueron absorbidos por el sistema capitalista y no pudieron evitar su propia disolución. En este contexto, es necesario considerar tanto los experimentos socialistas del pasado como las luchas revolucionarias y socialistas que se libran hoy como experiencias fundamentales de las que deben extraerse conclusiones. En conjunto, todas ellas constituyen el legado de la lucha por el socialismo. La tarea que tenemos por delante es dar respuestas adecuadas a la pregunta de cómo debe gestionarse este legado y cómo debe ponerse al servicio de las luchas socialistas actuales. Las respuestas que cabe dar en este sentido no difieren de las de Marx, Engels y Lenin. Y, como afirmó Abdullah Öcalan, el lema que destaca aquí es: “La persistencia en el socialismo es la persistencia en la humanidad”.
Existen aspectos de los experimentos socialistas, las luchas de liberación nacional y las luchas de clases que se han convertido en parte de la historia y han contribuido a ella, y esto es innegable. Tampoco podemos ignorar aquellos aspectos en los que fracasaron. Si ha habido disolución y fracaso, es preciso analizar las razones. De ellos deben extraerse conclusiones correctas. Para llegar a las conclusiones correctas a partir de la práctica vivida, es necesario examinar con detenimiento las razones y los resultados de dicha práctica, y someterlos al filtro de la crítica constructiva y la autocrítica. El camino hacia el éxito pasa por esto. Una de las tareas fundamentales que tenemos ante nosotros en la lucha por el socialismo es precisamente esta.
Marx y Engels criticaron a los socialistas utópicos, pero no negaron su existencia ni sus contribuciones. Reconocieron a Babeuf como un pionero. Asimismo, afirmaron haber sido influenciados por Hegel y Feuerbach, pero no dudaron en superarlos. Debatieron con Proudhon y Bakunin, pero cuando fue necesario buscaron la colaboración. Sin embargo, mantuvieron su firme convicción en las ideas que consideraban verdaderas.
Por estas razones, también desempeñaron un papel de vanguardia en la realización de las revoluciones del siglo XX. Priorizaron el dinamismo sobre el estancamiento en el pensamiento, la organización y la acción; priorizaron la riqueza metodológica. Actuaron y lucharon según el “análisis concreto de las condiciones concretas”. Como se desprende de sus valoraciones y críticas, insistieron en la postura correcta y revolucionaria, incluso en los momentos más difíciles.
Persistencia en el socialismo frente al capitalismo
La trascendencia histórica del momento actual reside en un punto en común para todos los que se declaran socialistas y participan en esta lucha: la persistencia en el socialismo. Incluso resulta innecesario hablar de ello. Sin embargo, existen experimentos de “socialismo alcanzado” que se disolvieron y fracasaron. El mundo se encuentra sumido en el caos. El sistema capitalista-imperialista ve en estas circunstancias una oportunidad y busca reorganizar su sistema de explotación y saqueo. La respuesta y la actitud que se deben adoptar son evidentes: la persistencia en el socialismo. Lo fundamental es cómo se cumplirán sus exigencias.
No es posible lograr lo necesario mediante los experimentos y prácticas del “socialismo alcanzado”. Si se persiste en la insistencia en el “socialismo alcanzado” y se sigue el mismo camino, el resultado no cambiará; volverá a ser una mera decepción. Por esta razón, repetir lo sucedido no hará más que repetir el pasado. Lo necesario no es la repetición, sino convertirse en una fuerza solucionadora aprovechando la experiencia adquirida y realizando un análisis concreto de condiciones concretas. Esto exige analizar el proceso en el que nos encontramos, redefinir las tareas y responsabilidades fundamentales de hoy y poner en práctica nuevas estrategias, tácticas e instrumentos. Para ello, es necesario adoptar una perspectiva más amplia que no limite la experiencia del “socialismo alcanzado” a los individuos, a los errores cometidos o a lo que no se hizo. El enfoque que aquí se destaca se refiere a los parámetros que se priorizan para llegar a soluciones. Todos los fracasos hasta la fecha, todas las evaluaciones, críticas y prácticas relativas al “socialismo alcanzado” se han cuestionado sobre esta base, y al final no se ha logrado ni un ápice de progreso. Pero esto no fue todo: se perdió tiempo, energía y fuerza, y no se supieron aprovechar las condiciones. Y esto se convirtió en una gran posibilidad, una oportunidad, para el sistema capitalista moderno.
Hoy se sabe que los movimientos revolucionarios y socialistas del mundo se encuentran en un estado de búsqueda y lucha para resolver problemas fundamentales. Se puede decir que esta búsqueda y lucha no comenzaron hoy, sino mucho antes. A partir de la segunda mitad de la década de 1960, el surgimiento de los movimientos juveniles revolucionarios que se extendieron por casi todo el mundo, y la pregunta sobre “qué tipo de socialismo” emergió fue una expresión de ello. A pesar de que las luchas revolucionarias en diversos países del mundo y los experimentos de socialismo de Estado se han convertido en extensiones del sistema capitalista moderno, estas búsquedas persisten. Se están convirtiendo en una fuente de esperanza, fortaleza y moral para la humanidad y el futuro. Cuando no se tienen en cuenta estas realidades, no es posible dar un significado suficiente y correcto al Manifiesto por la paz y la sociedad democrática de Öcalan.
Las perspectivas y planteamientos teóricos de Öcalan
El Manifiesto por la paz y la sociedad democrática de Abdullah Öcalan debe ser abordado y evaluado dentro del contexto de la realidad histórica y social. Esto es, además, un requisito del socialismo. De no ser así, no se podrá comprender ni la historia ni la sociedad. Las ideas que se presentan no pueden ser precisas; permanecen fragmentadas, limitadas a narrar lo sucedido en el pasado, y no pueden ofrecer soluciones. En tal caso, su significado se extrae de su esencia. El Manifiesto por la paz y la sociedad democrática debe abordarse con este enfoque. Este enfoque nos permitirá alcanzar una comprensión y una lucha correctas por el socialismo. Cualquier otro enfoque es inaceptable. El socialismo es tan histórico como social; es el presente. Tal como adquiere significado en el Manifiesto por la paz y la sociedad democrática, es la unidad de ambos. Describe “la mayor duración”, es decir, tanto el ayer como el hoy. La primera sociabilidad que surgió con las comunas y la lucha actual contra la destrucción de la sociedad expresan este significado. Por lo tanto, cuando no se comprende correctamente el significado y la definición de socialismo, tal como los expresó Öcalan, resulta imposible entender la lucha librada en nombre de la sociabilidad, así como el papel y la posición de quienes la lideran. Asimismo, no se puede comprender la razón fundamental por la que Marx y Engels denominaron sus ideas “socialismo científico”.
Cada período histórico y cada fase de transición genera corrientes de pensamiento que expresan las características fundamentales de esa época, y sienten la necesidad de marcar la diferencia entre sí mismas y lo que les es ajeno. Las palabras utilizadas y los significados que se les atribuyen, de acuerdo con la misión emprendida, expresan tal significado. De no ser así, no se podría comprender la diferencia entre ellas y lo que las precede, ni la razón de su existencia. Incluso si se percibiera de alguna manera, se consideraría simplemente una adición o un reflejo de lo esencial. El hecho de que Marx y Engels no llamaran a sus enseñanzas simplemente “socialismo” o “socialismo utópico”, sino que las denominaran “socialismo científico”, se inscribe en esta realidad.
Críticas al socialismo real
Cuando los representantes oficiales de la Segunda Internacional se unieron a las filas de su propia burguesía imperialista, los comunistas, para dejar clara su diferencia, antepusieron la palabra “comunista” al nombre de su partido, expresando así precisamente esta realidad. Asimismo, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en su cuarto congreso de 1990, adoptó un método similar mediante las reformas constitucionales relativas a los símbolos y emblemas asociados al socialismo real. Posteriormente, en sus análisis y evaluaciones, Öcalan clarificó aún más esta distinción a través de las críticas que formuló contra el socialismo real y, con las aportaciones teóricas que desarrolló, en particular sobre la mujer, el Estado y el poder, presentó valoraciones que superaron la mentalidad imperante en aquel momento. Además, introdujo métodos alternativos a la lucha armada para la resolución de la cuestión nacional kurda.
Asimismo, es comprensible que quienes buscaban respuestas durante esos periodos atribuyeran distintos significados a los conceptos que utilizaban, dadas las condiciones de su tiempo, o se expresaran con conceptos diferentes. Un análisis detallado revela numerosos ejemplos de ello en los periodos de Marx, Engels y Lenin. Por lo tanto, para comprender correctamente los conceptos empleados, independientemente de que estemos de acuerdo con ellos o no, el enfoque adecuado consiste en evaluarlos dentro del marco de significado en el que se utilizaron originalmente y llegar a conclusiones acordes. Los conceptos utilizados por Öcalan también deben abordarse desde esta perspectiva. Más allá de esto, seleccionar arbitrariamente conceptos y convertirlos en objeto de polémica mediante discursos demagógicos es inaceptable y carece de ética.
Tanto en el Manifiesto de la Civilización Democrática como en el Manifiesto por la Paz y la Sociedad Democrática, Öcalan expresa con claridad el significado y el razonamiento de los conceptos que utiliza. Sin embargo, aún se observan agendas y debates artificiales. Esto resulta inaceptable. Lo que se debe hacer es comprender correctamente lo que Öcalan plantea y pretende lograr, y abordarlo y luchar en consecuencia. Hoy en día, no existe otro camino válido. Lo válido es la perseverancia en el socialismo. Buscar otros caminos, o dedicarse a búsquedas distintas, no solo es una decisión equivocada, sino que tampoco conduce al socialismo.
Socialismo real
Cabe destacar lo siguiente en cuanto a algunos conceptos clave: el socialismo real, concepto que comenzó a utilizarse durante el período de Brézhnev para referirse al “socialismo alcanzado” en la Unión Soviética y en los países de Europa del Este, con excepción de Albania y Yugoslavia, resaltaba que las prácticas políticas implementadas en estos países divergían de la teoría socialista general. Al utilizar este concepto, estos países eran los primeros que venían a la mente. Sin embargo, los partidos comunistas de la Unión Soviética, así como los de países como Bulgaria y Alemania Oriental, influyeron en los partidos comunistas de diversas partes del mundo a través de sus relaciones, por lo que también se les consideró proyecciones ideológicas y políticas del socialismo real.
En la época en que se utilizaba el concepto de socialismo real, los movimientos socialistas mundiales también estaban divididos internamente. El Partido del Trabajo de Albania (Enver Hoxha) y el Partido Comunista de China (Mao Zedong) mantenían una confrontación directa con el Partido Comunista de la Unión Soviética, al que acusaban de socialimperialismo. Este enfrentamiento también tuvo repercusión en los movimientos revolucionarios y socialistas a nivel internacional. Como consecuencia, los partidos comunistas de distintos países que mantenían relaciones con la Unión Soviética y los países de Europa del Este fueron considerados partidos bajo la influencia ideológica y política del socialismo real.
Finalmente, la Unión Soviética y los Estados que, como Albania y Yugoslavia, se definían a sí mismos con diferentes “modelos de socialismo”, colapsaron. La mayoría de los partidos comunistas se disolvieron o intentaron continuar bajo otros nombres. Aquellos en diversas partes del mundo que afirmaban oponerse a la Unión Soviética y al Bloque del Este, y que habían llevado a cabo revoluciones e intentado instaurar un “socialismo” de Estado, también pasaron a formar parte del sistema capitalista. A partir de entonces, el socialismo real se convirtió en un concepto general utilizado para los experimentos de “socialismo alcanzado” que se disolvieron y se convirtieron en extensiones del sistema capitalista, es decir, para el socialismo de Estado.
Independientemente del nombre que se utilice, al analizar los experimentos de “socialismo alcanzado” de Estado que se disolvieron y se convirtieron en un apéndice del sistema capitalista, deben extraerse conclusiones correctas de las prácticas de los grupos, movimientos y partidos que estuvieron bajo su influencia ideológica y política y que emprendieron el mismo camino. Asimismo, debe tenerse en cuenta que la razón principal de tal resultado es el marco paramétrico que configuró su línea ideológica y política. Ante todo, dentro de estos parámetros, no debe olvidarse jamás que el enfoque dominante era el de una comprensión de la revolución y el socialismo centrada en el poder y el Estado, junto con estructuras de pensamiento que reproducen las divisiones humano-naturaleza, primario-secundario, centro-periferia, sujeto-objeto y femenino-masculino.
Socialismo científico
El socialismo científico debe considerarse totalmente distinto del “socialismo alcanzado”. Confundirlos o atribuirles significados similares jamás nos llevará a una conclusión correcta. Al contrario, conduce a un razonamiento erróneo y a actitudes políticas y prácticas equivocadas. Si bien el concepto de socialismo real, que surgió en la literatura durante el período de Brézhnev en la Unión Soviética, se refería a los experimentos de Estados que afirmaban actuar en nombre del socialismo, el socialismo en sí mismo tiene un significado más amplio. El socialismo científico, en cambio, se basa en el materialismo dialéctico en la lucha por alcanzar el socialismo. Formula tesis universales fundamentadas en la realidad objetiva y en hechos científicos. Desarrolla teorías sociales, políticas y económicas. El socialismo marxista también se conoce como socialismo científico. Tiene en cuenta las condiciones de tiempo y lugar. Fundamenta la vida material, económica y social en el modo de producción. Considera la ruptura de la armonía entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y su transformación en contradicción, como la consecuencia inevitable del cambio social. Desde Marx, este principio se ha considerado el dato fundamental que guía la teoría y la práctica de individuos, partidos y movimientos que se basan en el socialismo científico. En este sentido, jamás debe confundirse con el socialismo real.
Socialismo democrático
El socialismo democrático adquiere significado como concepto ideológico y político. En esencia, democracia y socialismo no son conceptos excluyentes, sino que poseen una unidad de significado intrínseca. Por lo tanto, utilizar democracia y socialismo conjuntamente como concepto no conlleva ninguna desventaja teórica o ideológica; al contrario, permite enfatizar su significado. Cuando este concepto se utilizó por primera vez, no se abordó de forma diferente. Engels, al diferenciarse de los socialistas utópicos, no lo rechazó. También se sabe que muchos socialistas marxistas se definieron a sí mismos como “socialistas democráticos”. En este sentido, no se trata de un concepto rechazado en general. Sin embargo, posteriormente, este marco interpretativo se diversificó en función de las circunstancias cambiantes y se convirtió en objeto de polémica. Esto se debió a las diferencias que comenzaron a surgir en la lucha por el socialismo y su reflejo en la esfera ideológica y política. Más precisamente, este concepto se sustrajo de la definición general de socialismo y se “especializó”. Incluso llegó a utilizarse para identificar a individuos y grupos acusados de desviarse del socialismo, convirtiendo su uso casi en un “delito”.
Lo que sucedió con el concepto de “socialismo democrático” no fue diferente. Tanto es así que, bajo las condiciones en las que se configuró la línea socialdemócrata y comunista revolucionaria, que condujo a la formación del partido dentro de la Segunda Internacional, este concepto se especializó para describir las posturas populares y se cargó de un significado metafórico que caracterizaba a los socialdemócratas. En este marco, se les definió como representantes de una desviación de la lucha por el socialismo, una deriva hacia el sistema capitalista moderno. Como se mencionó anteriormente, el concepto de socialdemocracia se convirtió en un término ideológico y político que expresaba su exclusión del socialismo, tras la traición de sus representantes oficiales.
Al examinar la historia de las luchas socialistas, es posible encontrar muchos resultados similares. Por supuesto, los socialistas deben extraer conclusiones correctas de las experiencias históricas. Sin embargo, extraer conclusiones de la historia y la experiencia no justifica enfoques reduccionistas que desemboquen en dogmatismo. Al contrario, hace necesario actualizar los conceptos según las condiciones cambiantes, interpretarlos correcta y apropiadamente, y construir el pensamiento sobre esta base. Además, en las condiciones en que el “socialismo real” se derrumbó y en las que el “socialismo alcanzado” se convirtió en un apéndice del sistema de la modernidad capitalista, este enfoque se vuelve aún más necesario.
Dar significado a los conceptos basándose únicamente en las fases por las que pasaron, interpretarlos en consecuencia y construir el pensamiento sobre esta base, no es correcto; implica confundir lo que debe distinguirse o comparar cosas distintas.
Socialismo de sociedad democrática
El socialismo de sociedad democrática es un concepto cargado de significado, donde los términos se complementan sin negarse mutuamente. El hecho de que el socialismo se fundamente en la democracia y la sociedad no debe interpretarse de forma diferente. En esencia, este concepto describe las políticas desarrolladas e implementadas en pos de la democracia y la sociedad dentro del “socialismo alcanzado”. En otras palabras, afirma que el socialismo solo puede triunfar apoyándose en sus bases fundamentales, ante el fracaso rotundo de las políticas que pretendieron construir un socialismo sin democracia ni sociedad. La Unión de Comunas Democráticas de Kurdistán es la manifestación del socialismo de sociedad democrática. El Movimiento de Hermandad Comunalista es la sangre que le da vida, que lo mantiene en pie, que corre por sus venas.
Sin duda, estos conceptos que resumimos en una sola frase requieren una explicación y exposición mucho más amplias. Se explicarán y desarrollarán con mayor detalle posteriormente. Cabe señalar que el significado atribuido a estos conceptos no constituye una “actualización del marxismo” ni del socialismo. Es decir, no se trata de la construcción de la teoría del socialismo desde cero. Ambos enfoques contendrían numerosos errores y no aportarían más que una oscuridad que impide ver lo esencial. Las condiciones históricas en las que surgió el socialismo marxista o el socialismo científico, tal como lo definieron sus fundadores, y el papel histórico que desempeñó, imposibilitan su repetición; y, en el sentido que el socialismo expresa histórica y socialmente, esto tampoco lo permite. Lo que debe entenderse aquí es convertirse en un agente de existencia dentro de la lucha fundamentada en las bases del socialismo, que existe en su historicidad, su sociabilidad y su contemporaneidad, en su “larga duración”.
FUENTE: Cemal Şerik / ANF / Edición: Kurdistán América Latina