Zübeyir Aydar es un abogado y político kurdo miembro del Consejo Ejecutivo de la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK, en sus siglas en kurdo). Ha sido uno de los dirigentes más importantes del movimiento nacionalista étnico desde la captura de Abdullah “Reber Apo” Öcallan por parte de las fuerzas de seguridad turcas en 1999. Hablamos con él sobre la desaparición de la organización más importante de su movimiento: el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).
-El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en sus siglas en kurdo) anunció el mes pasado su renuncia a las armas y su disolución como entidad política. Esto supone el fin de una época, pero también, en palabras de uno de los dirigentes de la formación, Duran Kalkan, “un nuevo comienzo”. ¿En qué condiciones se dará ese reinicio?
-Durante la celebración de su XII Congreso, el PKK decidió que había dejado de ser un instrumento útil para el pueblo kurdo debido a los cambios experimentados por las sociedades de Oriente Próximo y del resto del mundo. Nuestro líder Apo era consciente de que necesitábamos adoptar otro sistema desde hace tiempo, y hemos empezado a dar pasos en esa dirección.
El movimiento no se quedará sin una organización que lo represente. Solo buscamos la herramienta más adecuada para hacerlo, porque las formas de luchar han cambiado mucho en las dos últimas décadas. El fuego de las armas se ha detenido, aunque nuestras ofensivas políticas, culturales, económicas y populares se ampliarán.
-Su partido y el Estado turco han estado enfrentados entre sí en una guerra de más de cuarenta años. Ha sido larga y sangrienta. ¿Será difícil cerrar las heridas?
-Los combates han causado un gran sufrimiento en ambos bandos, pero ahora hemos iniciado un proceso de diálogo con el que buscamos encontrar una solución a nuestros problemas.
Una de las cuestiones clave es la de las políticas de reparación a las que las víctimas tienen derecho. Hay cientos de miles de ellas: los muertos y heridos en la batalla, sus familias, los desplazados, los prisioneros…
-Entre los últimos se encuentran numerosos líderes políticos y de la sociedad civil kurda, incluido su máximo dirigente: Abdullah Öcalan. ¿La posibilidad de la paz está ligada a su liberación?
-No será posible obtenerla si Ankara no vacía sus cárceles. Muchos de nuestros compañeros están “en busca y captura” por sus ideales, y queremos que regresen a nuestro país con libertad. Sin embargo, nuestro primer objetivo es revertir el encarcelamiento de Reber Apo, quien dirigirá la acción política del movimiento y quien será nuestro principal negociador en las conversaciones con el gobierno turco.
-El PKK abandonó sus aspiraciones respecto al establecimiento de un Estado nacional kurdo hace bastante tiempo. Ahora, solo exige que Turquía garantice a su pueblo la creación de un modelo de autogobierno integrado dentro de sus propias instituciones. ¿Qué líneas generales propone para su configuración?
-El partido luchó por un Kurdistán unido e independiente cuando las condiciones lo requirieron. En la actualidad, sus miembros creen que lo más apropiado es que nuestros pueblos convivan en pie de igualdad. Reber Apo lo expresa de manera clara en el quinto volumen de sus Defensas. El Estado debe eliminar los obstáculos jurídicos que impiden a los kurdos organizarse y gobernarse de manera democrática.
-La KCK, a cuyo Comité Ejecutivo usted pertenece, es una organización de radicales convicciones democráticas. ¿Cree que sus proyectos pueden encajar en el marco de Ankara?
-Sabemos que no será fácil llevar a cabo nuestro proyecto con el Gobierno actual. Aun así, mantendremos nuestra actitud dialogante porque contamos con apoyo popular, buena preparación y confianza en nosotros mismos.
-Su partido defiende de manera firme la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida. ¿Podrá llegar a un acuerdo con el Ejecutivo demócrata-conservador del presidente Erdoğan en cuanto a esta cuestión?
-El presidente y las élites religiosas consideran a la mujer como un individuo de segunda o incluso de tercera clase. No aceptamos sus planteamientos sobre esta cuestión, y no permitiremos que interfieran en su ámbito de libertad. Este será uno de los puntos básicos de cualquier acuerdo que firmemos.
La lucha por su liberación no se limita al Kurdistán, sino que se está extendiendo a todas partes. No se trata de una cuestión étnica, sino universal.
-A principios de año, las autoridades de Rojava (Kurdistán sirio) culparon a Ankara de atacar a sus fuerzas militares y de distraerlas de su lucha contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). ¿La inclusión de la comunidad kurda en el escenario político turco podría provocar el mejoramiento de las relaciones con la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES)?
-Nosotros somos partidarios de que nuestros homólogos sirios y Erdoğan establezcan una relación de amistad. Nuestros vecinos han declarado un alto el fuego y han iniciado conversaciones bilaterales con varios actores, aunque todavía no se ha llegado a un acuerdo. Creemos que nuestros propios contactos con Turquía influyen con positividad en Rojava.
-Desde finales del pasado año, Damasco se encuentra bajo el control de la Organización para la Liberación del Levante (HTS, en sus siglas en árabe). Los antiguos colaboradores del Frente Al Nusra y del ISIS son los que presiden el poder político de la nueva Siria. ¿Este hecho puede tener consecuencias para la estabilidad regional?
-Creemos que sí. Sus ataques contra las comunidades alauita, drusa y cristiana han reforzado nuestra convicción de que el grupo no podrá estabilizar el país. En este sentido, el establecimiento de un gobierno democrático sirio es una tarea urgente para todos.
-¿Los elementos políticos y militares más intransigentes del Estado turco pueden hacer peligrar el proceso de paz entre este y la comunidad kurda?
-Hay sectores en Turquía que se oponen a esta labor. Han estado intentando obstaculizarla y sabotearla durante treinta y dos años. Dentro del Gobierno también existen bandos con diferentes programas y agendas, y no podemos decir que Erdoğan y otros estén demostrando con sinceridad que desean un acuerdo.
Nosotros sí que lo queremos, y me gustaría recalcar que, según las últimas cartas de Reber Apo, nuestro movimiento necesita de la solidaridad internacional para llevar a término lo que estamos planeando. Pedimos a nuestros amigos que estén a nuestro lado, que nos enriquezcan con sus ideas, que nos comprendan desde nuestro propio punto de vista y que trabajen con nosotros.
FUENTE: Jayro Sánchez / Globalter