El futuro en suspenso

El período de crisis que atraviesa en la actualidad el Medio Oriente moderno no puede interpretarse únicamente a través de cambios en las fronteras o las ecuaciones militares. Procesos multidimensionales, como la decadencia interna de los regímenes de soberanía, la afirmación de la agencia política por parte de los pueblos y la redistribución de los poderes globales, obligan a todos los actores de la región a considerar la historia, la sociedad y sus propios fundamentos de existencia. Uno de los momentos más críticos de este análisis gira, sin duda, en torno a la cuestión kurda. Sin embargo, esta cuestión ya no es un mero “problema étnico”: ahora significa la redefinición del Estado, la limitación de la violencia y el restablecimiento del contrato social. En este contexto, el “Llamamiento a la Paz y a una Sociedad Democrática”, conocido como el “Llamado del Siglo”, que surge de Imrali, no es un mero texto o una iniciativa diplomática; es una intervención paradigmática.

El llamamiento de Abdullah Öcalan del 27 de febrero de 2025 no es solo una propuesta para la resolución de la cuestión kurda, sino también una iniciativa de reconstrucción radical para la transformación estructural de Turquía y el futuro democrático de Medio Oriente. El hecho de que un actor político que ha estado sometido a un aislamiento agravado durante muchos años haya vuelto a asumir un papel tan decisivo en un momento estratégico, exige comprender no solo el contenido del llamamiento, sino también el contexto histórico y las rupturas políticas que lo hicieron posible. Porque este llamamiento no es producto de un momento de crisis, sino el resultado de una larga acumulación ideológica y de una resistencia política.

Hoy, el surgimiento de este llamado exige una lectura simultánea de la memoria multifacética de la resistencia en la sociedad kurda, la profundización de las crisis estatales en Medio Oriente y el estancamiento de la gobernanza en el que se encuentra la República de Turquía. Porque la cuestión ya no se limita a reiniciar un proceso de resolución; se trata de si es posible reconstruir la estructura del régimen. En este punto, evaluar el contenido del llamado, sus interlocutores, su viabilidad y su continuidad histórica no es solo un análisis político, sino también un acto de visión de futuro.

Factores que prepararon el terreno político para el llamado

El llamamiento de Öcalan no es la prolongación de ninguna iniciativa política: es una intervención histórica que maduró a través de una resistencia prolongada y una crisis multidimensional. Las condiciones esenciales que permitieron el surgimiento de este llamamiento pueden evaluarse en tres niveles: el estancamiento del paradigma fundacional del Estado, la acumulación histórica generada por la lucha social kurda y la transformación de la geopolítica regional.

En primer lugar, las políticas de negación y represión que la República de Turquía ha aplicado a la cuestión kurda durante más de un siglo ya no pueden sostener ni siquiera su propia coherencia interna. El pueblo kurdo ha llegado a un punto en el que no solo exige derechos, sino que los construye e institucionaliza la subjetividad política. En este punto, la intervención paradigmática de Öcalan eleva el problema de una tensión étnica solucionable a un asunto político que requiere la reestructuración del sistema. Esta es la razón fundamental por la que el llamamiento enfatiza no solo la “paz”, sino también la “reconstrucción”.

En segundo lugar, el asedio militar, político y psicológico implementado mediante el “Plan de Acción para el Colapso” desde 2015 no ha logrado eliminar el Movimiento de Liberación de Kurdistán ni quebrar la resistencia social. Por el contrario, esta estrategia de asedio ha llevado a la sociedad kurda y a sus estructuras dirigentes a un cuestionamiento estratégico más profundo. En consecuencia, el énfasis de Öcalan en “trasladar el terreno del conflicto y la violencia al terreno legal y político” no es una retirada, sino, por el contrario, el inicio de una proyección política más integral. El enfoque crítico interno hacia los métodos de lucha y las formas organizativas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) también muestra que el llamado se dirige no solo al Estado, sino también al propio movimiento.

En tercer lugar, en el contexto regional, Medio Oriente se ha convertido en el epicentro de una nueva lucha por la hegemonía, especialmente tras la guerra entre Israel y Gaza del 7 de octubre de 2023. Las consecuencias directas de esta guerra han sacudido profundamente no solo al pueblo palestino, sino también a los regímenes de países como Turquía, Irán, Siria y Líbano. Las graves pérdidas sufridas por Hezbolá, respaldado por Irán, el desmoronamiento del régimen de Bashar al Asad en Siria y la reestructuración de la dinámica en Rojava (Kurdistán sirio) son acontecimientos que amenazan directamente la existencia de Turquía. Estos no son solo indicios de una crisis regional, sino también del colapso de las estructuras actuales del Estado-nación y sus políticas basadas en la seguridad. En este sentido, el llamamiento de Öcalan no es solo una reforma interna, sino un marco teórico para un proyecto de reconstrucción en favor de los pueblos de Medio Oriente.

En estas condiciones, el llamamiento del 27 de febrero no es simplemente una convocatoria a un alto el fuego ni una propuesta de negociación. El llamamiento afirma que el PKK ha cumplido su papel histórico y que debe iniciarse un proceso de transformación basado en la política democrática y los marcos legales, mediante una nueva forma de lucha. Sin embargo, no se trata solo de un cambio organizativo, sino también de una propuesta radical para la transformación de la mentalidad estatal. Dicho de forma más clara, no se trata de un “paradigma de negociación”, sino de un “paradigma fundacional”.

El llamado como deseo de transformación social y política

El llamado de Öcalan a la “Paz y una Sociedad Democrática” no es solo una propuesta de solución política, sino también una invitación histórica a superar más de un siglo de ruptura social, represión y fragmentación. Este llamado plantea la necesidad de reconstruir las relaciones turco-kurdas sobre la base de la igualdad ciudadana, la colaboración democrática y el reconocimiento histórico, en lugar de un lenguaje centrado en lo militar y la seguridad. En este sentido, el contenido del llamado ofrece un contrato social mucho más profundo que una “solución política” clásica.

El marco conceptual que Öcalan utiliza en el texto se opone directamente a la estructura unitaria, centralista y negacionista del Estado-nación. El énfasis en una “sociedad democrática” implica no solo una forma de gobierno, sino también una nueva visión de la sociedad, una nueva conciencia histórica y una ética política. En este sentido, el llamamiento se dirige no solo al pueblo kurdo, sino a todos los segmentos de la sociedad turca. No se trata simplemente de un texto de paz ni de una simple crítica a la oposición: es también un replanteamiento de Turquía.

En cuanto a su contenido, el llamamiento aborda las demandas del pueblo kurdo no solo desde el punto de vista de los derechos culturales y el reconocimiento, sino también desde la perspectiva de su subjetividad política. Esto implica no solo el reconocimiento constitucional, sino también la comprensión de que los kurdos deben desempeñar un papel fundamental en un nuevo orden constitucional. En este marco, se propone un nuevo modelo que no solo incluya a los kurdos, sino que priorice la nacionalidad democrática, el pluralismo y la representación local, en contraste con un sistema cada vez más incapaz de gobernar incluso a su propia mayoría.

En particular, el papel central otorgado a las mujeres, los jóvenes y las diferentes comunidades étnicas y religiosas en el llamamiento demuestra que no se trata solo de una propuesta de negociación, sino también de un programa de “modernidad democrática”. La visión de una sociedad basada en la liberación de la mujer, la ecología y el pluralismo eleva el llamamiento a una integridad programática que puede resonar más allá de la cuestión kurda y a escala regional.

En este punto, reducir el contenido del llamamiento a un diálogo entre las élites políticas sería limitar su alcance. Öcalan también apela en su llamamiento a la voluntad de la sociedad de reconstruirse. Porque el objetivo del llamamiento no es solo detener el conflicto, sino posibilitar una transformación colectiva que también pueda reparar las deformaciones políticas y culturales causadas por él.

Este deseo de transformación surge no solo como producto del movimiento kurdo, sino también como una alternativa a la crisis de representación, la contracción democrática y las injusticias que sufren amplios segmentos de la sociedad turca. En este contexto, el llamado no es solo una petición de solución, sino la base de un nuevo enfoque de “política fundacional”. Esta comprensión fundacional se concibe no como el proyecto de un solo partido o movimiento, sino como una plataforma que toda la sociedad puede construir conjuntamente.

El Estado, el movimiento y el contexto internacional

El llamamiento de Öcalan no es solo un marco ideológico, sino también un programa político que debe ser puesto a prueba en la práctica. Por lo tanto, su importancia no reside solo en su articulación, sino también en cómo y por quién lo recibe. En este contexto, tres actores principales son decisivos: la República turca y el bloque gobernante actual, el propio Movimiento de Liberación de Kurdistán y, por último, el contexto internacional que afecta directa o indirectamente al llamamiento.

En primer lugar, el principal destinatario del llamamiento, el Estado turco, aún no se ha liberado completamente de la influencia del paradigma basado en la seguridad. A pesar de algunos mensajes de “normalización” o “unidad social” expresados ​​retóricamente por el gobierno, no se han tomado medidas prácticas que correspondan a la esencia del llamamiento. No se ha iniciado ningún debate a nivel parlamentario, y las duras condiciones de aislamiento en la isla de Imrali (donde está encarcelado Öcalan) persisten. Sin embargo, para que el llamamiento se convierta en un verdadero proceso de negociación, es fundamental que se le proporcionen a Öcalan las condiciones necesarias para, al menos, expresar libremente sus ideas. Sin esto, cualquier debate carecerá de fundamento.

El Movimiento de Liberación de Kurdistán, por otro lado, ha recibido el llamamiento de forma positiva, tanto en teoría como en la práctica: el 1 de marzo, declaró un alto el fuego unilateral, demostrando su voluntad de abrir camino al proceso. Sin embargo, atribuirle todas las responsabilidades derivadas del llamamiento únicamente al movimiento significaría llevarlo más allá de su misión histórica. La esencia del llamamiento no es la transformación del PKK, sino la transformación de la mentalidad estructural de la República turca. Por lo tanto, anteponer debates como el “desarme” o la “disolución de la organización” al llamamiento es tanto una distorsión histórica como un intento de sabotear su propósito.

A nivel internacional, el momento del llamamiento es notable. Las fracturas geopolíticas en Medio Oriente se están reconfigurando. La fractura iniciada con la guerra en Gaza, el debilitamiento de la influencia regional de Irán, la estrategia de seguridad cada vez más agresiva de Israel y los esfuerzos de Estados Unidos por redefinir su posición regional: todos estos acontecimientos están impulsando a Turquía hacia una estructura interna más estable. En este contexto, el llamado de Öcalan no es solo una cuestión de política interna; también tiene el potencial de ser un elemento clave en el realineamiento regional.

Además, atravesamos un período en el que ni siquiera las potencias occidentales pueden tolerar crisis controladas y sostenibles en Medio Oriente. Problemas crónicos sin resolver en países clave como Turquía amenazan los objetivos de estabilidad de todos los bloques globales. Por ello, el llamamiento de Öcalan invita no solo a Turquía, sino también a la región y a los actores globales a una nueva forma de pensar.

Más que un llamado

El llamamiento no es una simple propuesta de solución. Es una intervención histórica integral contra los reflejos centenarios del Estado-nación, las políticas identitarias monistas y las definiciones excluyentes de ciudadanía. Esta intervención aborda no solo la cuestión kurda, sino también el problema de la democratización de Turquía, la reconstrucción de Medio Oriente y la falta de bases para la paz social.

Que el llamamiento se cumpla o no, ya no depende únicamente de la postura de Öcalan ni del enfoque del PKK. Es una prueba colectiva para todos los actores políticos de Turquía, la dinámica social y los equilibrios regionales. Y, una vez más, esta prueba plantea la misma pregunta: ¿afrontará el país la negación o la reproducirá con persistencia?

Ahora la cuestión no es solo escuchar el llamado, sino responder a él. Y esa respuesta marcará el inicio de un nuevo contrato social o quedará registrada como otra oportunidad histórica perdida.

FUENTE: Amed Dicle / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

miércoles, abril 16th, 2025