Normalización con barbarie

Hace 110 años, Anatolia, Kurdistán y Armenia no eran simplemente regiones desgarradas; representaban un escenario propicio para el colapso del concepto de coexistencia. Lo que ocurrió entonces no fue solo una serie de masacres, sino un momento que marcó una liberación de la bondad de la historia: un momento catastrófico para los pueblos vecinos.

El Estado otomano se desmoronaba mientras contaba sus derrotas en los Balcanes y, posteriormente, enfrentó colapsos militares durante la Primera Guerra Mundial contra Rusia y los Aliados. Las poblaciones musulmanas de Anatolia, en particular las de Kurdistán, reconocieron que el Estado ya no podía protegerlas. La deportación genocida de armenios se ejecutó bajo las órdenes de Talat Pasha, y el pánico resultante entre los musulmanes otomanos persistió. Durante muchos años, se desconoció la magnitud de esta deportación. Los vecinos de los armenios creían que aún había armenios en sus aldeas y evitaban estas zonas mientras carecían de una fuerza armada para enfrentarlos o temían visitarlos. Después de meses, y luego años, se dieron cuenta de que estas aldeas estaban desiertas y que la evacuación llevaba tiempo en curso.

La paranoia otomana tardía, forjada por siglos de decadencia de la gloria y disminución del control, se transformó en un mecanismo sistemático de asesinato. Esto fue impulsado no solo por el miedo a las fuerzas externas, sino también por el miedo interno, a los vecinos. En ese momento, surgió una forma única de barbarie anatolia como contrapunto a la barbarie caucásica rusa: la matanza preventiva. El objetivo era derrotar a los futuros enemigos erradicando su capacidad de reproducción, separándolos de la tierra mediante la deportación, matándolos y enterrándolos, y secuestrando a los niños supervivientes para colocarlos en orfanatos, donde serían adoptados por los mismos perpetradores de estos crímenes. Los testimonios de supervivientes y testigos de ese período son asombrosos: ¿cómo es posible que el Día del Juicio Final aún no haya llegado después de lo que sufrieron?

He dedicado años al estudio de esta época, intentando desentrañar este momento histórico del Levante Norte, Kurdistán y Anatolia. La culminación de mi investigación es un libro de próxima publicación titulado ¿Cómo cambió el Tratado de Lausana la narrativa de mil años de interacciones entre pueblos y tribus en Medio Oriente?. Trata sobre el momento en que la humanidad de esta tierra se transformó en lo que podríamos llamar “criminales bondadosos”. El jeque Said Nursi dejó recuerdos memorables de esta época, en particular el asombro de las fuerzas rusas que ocupaban Bedlis ante sus esfuerzos por asegurar el paso seguro de civiles armenios al frente ruso. A su vez, rusos y armenios comenzaron a facilitar el paso seguro de refugiados kurdos a las zonas controladas por kurdos y turcos en las líneas del frente. Este fue un momento de reencuentro y sirvió como elemento disuasorio contra la barbarie masiva; es indudable que decenas de miles de personas hoy en día son descendientes de esa resistencia a la barbarie.

La forma más peligrosa de barbarie es la “barbarie preventiva”, que no solo busca venganza, sino que anticipa a futuros enemigos. No permite que el enemigo nazca, se exprese ni se reproduzca. Por lo tanto, el exterminio fue sistemático; no fue un momento de locura ni una protección desesperada, sino una decisión deliberada. Matar no fue una reacción emocional; fue un sistema calculado.

La barbarie civil orquestada políticamente por el Partido de la Unión y el Progreso en Anatolia y la Rusia zarista en Armenia tuvo antecedentes significativos y lagunas legales toleradas por las élites otomanas y los líderes comunitarios. La discriminación social comenzó con bromas y burlas sutiles, culminando en los llamados “derechos del supuesto legítimo propietario” para eliminar el linaje de una comunidad percibida como rival y enemiga. La barbarie tiene un propósito: es proactiva, no meramente vengativa. Se esperaba que los acontecimientos entre 1915 y 1923 se mantuvieran dentro de los límites de la violencia vengativa. Sin embargo, idearon una estrategia preventiva para evitar el surgimiento de este enemigo, lo que resultó en el exterminio total del pueblo armenio.

En el Levante nos encontramos en una situación similar. Sin embargo, esto no se debe a instituciones sólidas, sino a fragmentos de un Estado. No está impulsado por un ejército unificado, sino por milicias que operan bajo sus propias leyes. Esta situación, que se extiende durante 14 años, oscilando entre la calma y la violencia, marca uno de los puntos más bajos de nuestra historia.

La diferencia más alarmante ahora es que esto ha dejado de ser una laguna legal: se ha convertido en un sistema, una forma de vida. En cada masacre local, en cada discurso sectario, en cada fotografía filtrada de un centro de detención, vemos una repetición del momento de 1915: un rostro sin rostro, una víctima que no provoca dolor y asesinatos que no exigen rendición de cuentas.

Tras años viviendo en este torbellino de destrucción, hemos comenzado a normalizar la barbarie, moldeándola en un marco definitorio que la hace parecer comprensible y, de forma distorsionada, justificada, como si se afirmara que es una reacción vengativa. Las atrocidades cometidas por ISIS contra las mujeres yazidíes no fueron motivadas por la venganza: representaron un resurgimiento de la barbarie histórica.

Si el siglo pasado se inauguró con un genocidio, asegurémonos de que el resto de este siglo esté marcado por la comprensión de que el genocidio no es meramente un defecto moral, sino que es una elección deliberada, y debemos tomar decisiones al respecto conscientemente.

Las lagunas por las que entró la barbarie se han convertido en puertas, y la ironía de la historia es que nos vemos desafiados a construir esperanza sobre los cimientos mismos de la barbarie. La barbarie podría servir como fase de transición hacia algo mayor, aunque esta transición no garantiza el progreso.

FUENTE: Hussain Jummo / The Kurdish Center for Studies / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

martes, marzo 18th, 2025