La responsabilidad histórica del llamamiento al desarme del PKK en Turquía

Los rumores lo son todo en una guerra y el anuncio del desarme del PKK venía tiempo murmurándose. No solamente en Turquía. Bajo una fina tienda de plástico que protegía de la lluvia, Ghassan lo dejó caer entre las tazas de té, en la región del norte y el este de Siria. “Se dice que a mediados de febrero Öcalan hará un anuncio”, comenzó diciendo, “tenemos fe en que solicite el desarme del PKK, es lo que facilitaría la paz al pueblo kurdo en Siria”. La consumación del rumor ha tenido lugar finalmente el pasado 27 de febrero, cuando Abdullah Öcalan se ha dirigido a sus seguidores de nuevo, desde la prisión de Imrali. Sus efectos han sido inmediatos en toda la región.

Rodeado por miembros del Partido por la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (DEM), que tiene 57 cargos electos en la Gran Asamblea de Turquía (Parlamento), Öcalan hacía público su comunicado. Frente a esta imagen, proyectada en enormes pantallas en las plazas de varias ciudades de Turquía, las 20 millones personas kurdas que viven en el país, el 15% de su población, escuchaban: “El PKK nació en el siglo XX…”. A lo largo de una página y media, el líder kurdo justificaba el llamamiento al desarme del Partido de los Trabajadores de Kurdistán en el colapso del socialismo real y el fin de la negación de la identidad kurda. “Se ha hecho necesaria su disolución”, sentenciaba.

Hacía casi una década que no se permitían visitas a Öcalan. A pesar de que se asume que ha mantenido contacto con las estructuras del PKK y sus grupos afines, son pocas las ocasiones en las que se le ha permitido extender comunicados públicos desde que fuera encarcelado en 1999. Durante los primeros años, llegó a ser el único prisionero de esta cárcel en la isla turca de Imrali. Pese al indudable liderazgo personalista que ostenta en los movimientos de liberación kurda, habría parecido inimaginable la deposición de las armas del PKK después de cuarenta años de conflicto. De no ser por la situación en toda la región. Öcalan parece haber hecho, una vez más, lo que su movimiento esperaba de él.

“Las nuevas reuniones con HTS [nuevo gobierno en Siria] seguirán teniendo lugar”, analizaba Gherib Hasso, copresidente del Partido de la Unión Democrática (PYD), principal partido político de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), días antes de la declaración, “y Turquía podrá agitar a la gente e ir a Damasco a hacer propaganda negra, pero de ahí no vendrá la unidad”. El conflicto entre el Estado turco y el PKK ha tenido impactos devastadores en suelo sirio, el lugar al que se había desplazado fundamentalmente el enfrentamiento en los últimos meses.

Aprovechando la inestabilidad siria tras la caída del gobierno de Bashar al Asad, Turquía ha incrementado los ataques sobre el territorio que acogió a Öcalan en su exilio en los años ochenta. Es el lugar en el que, de manera más amplia, se ha instalado el Confederalismo Democrático, ideado por este pensador desde la cárcel de Imrali para proteger al pueblo kurdo bajo su propio sistema autónomo. Sin una cierta estabilidad garantizada por el fin de los ataques turcos, la representación de la AANES tendrá muy difícil poder defender su autonomía frente a Ahmed al Sharaa, el nuevo presidente sirio.

“Para abrir el camino al llamamiento del líder Apo [mote de Öcalan] por la paz y la sociedad democrática proclamamos un alto el fuego, vigente a partir de hoy”, señaló el jueves un comunicado del PKK. Su respuesta fue inmediata, el mismo día de las declaraciones. No ha sido así, por el momento, la del presidente turco Erdoğan. La carta se hace pública en el marco de un proceso de negociaciones iniciado entre Öcalan y Turquía hace un año. Una de sus primeras manifestaciones públicas se produjo de palabra del líder ultranacionalista Devlet Bahceli, quien ya invitara al fundador del PKK a dirigirse al Parlamento turco para anunciar el desmantelamiento de la organización, abriendo la puerta a su excarcelación.

La inestabilidad de la región, con Israel erigiéndose una vez más como desestabilizador de la zona, el cambio de poder en Siria y un contexto que apunta al desplazamiento del foco del conflicto hacia Irán, favorece la voluntad de Erdogan de llegar a un nuevo estadio con el pueblo kurdo. La conflictividad marcada por décadas de discriminación a esta minoría y su defensa violenta ha marcado durante generaciones la política exterior turca.

Ahora, la voluntad de crear una nueva Constitución por parte del AKP, el partido de Erdoğan, abre el camino para estos cambios en la política turca, con repercusión más allá de sus fronteras. El 12 de octubre, el presidente Erdoğan se mostró favorable al acercamiento anunciado por el líder ultranacionalista, apuntando que la nueva Constitución puede ser una oportunidad para un nuevo proceso de paz con el pueblo kurdo. Poco se ha dicho por parte del gobierno turco acerca de la liberación de Öcalan, un requisito que el PKK ha mencionado también en sus declaraciones, como respuesta al llamamiento de un congreso general que facilite el desarme de la organización. “Para hacer esto, se debe crear un ambiente de seguridad adecuado”, apuntaba el comunicado del PKK, “para que el congreso sea exitoso debe llevarse a cabo bajo la dirección y la coordinación del líder Apo”.

Desde que Öcalan fundara el PKK en 1978, con una base marxista-leninista separatista, y en 1984 el grupo iniciara la lucha armada contra el gobierno turco, han sido varios los intentos de ponerle fin a este conflicto por medio de acuerdos de paz y ceses al fuego anunciados por el PKK. El intento más reciente se produjo entre 2013 y 2015. Desde entonces, el conflicto se ha ido regionalizando progresivamente, con Turquía persiguiendo a distintas organizaciones a las que acusa de afiliación en Irak y Siria.

Pese a la deriva del PKK hacia la instauración de una administración autónoma dentro de un Estado, Turquía ha seguido desconfiando de la veracidad de esta transformación.  Bajo las premisas del Confederalismo Democrático ideado por Öcalan, el pueblo kurdo ha defendido un sistema de democracia directa, ecologismo y liberación de las mujeres allí donde se ha instaurado. Los esfuerzos consumados de ponerlo en práctica desarrollados en territorios como Shengal, en Irak, o en la AANES, en Siria, no han disuadido a Turquía, que ha atacado con fuerza estos territorios considerándolos una amenaza para su soberanía.

Hasta el momento, esto había supuesto un quiebre en la relación de Turquía con otro de sus grandes aliados más allá de la región, Estados Unidos. Desde que las milicias kurdas lideraran la guerra contra el Estado Islámico, Washington ha establecido una alianza estratégica con las FDS, las milicias kurdo-árabes en Siria. Desacuerdos de este calado no pueden ser bienvenidos en un contexto como el actual, con una región en su pico de inestabilidad y una presidencia de Donald Trump de la que puede esperarse poca más consistencia. No es de extrañar que, en su carta, Öcalan finalizara con la sentencia: “Asumo la responsabilidad histórica de este llamamiento”.

FUENTE: Beatriz Castañeda Aller / Foto de portada: Diario Red

miércoles, marzo 5th, 2025