La democracia deliberativa se presenta como el sistema más fundamental y preciso propuesto por el Movimiento de Liberación de Kurdistán como modelo de organización para Kurdistán y Turquía. Este sistema, desarrollado y practicado a lo largo de los años por el Movimiento de Liberación y su líder Apo (Abdullah Öcalan), ha demostrado su validez en la práctica.
La democracia deliberativa se posiciona no sólo como una respuesta a las crisis de la democracia liberal y del capitalismo, sino también como una crítica de los callejones sin salida a los que han llegado el socialismo real y la democracia radical.
El concepto, claramente definido dentro del nuevo paradigma del Movimiento de Liberación de Kurdistán, muestra que el sistema de lucha que el movimiento ha practicado durante mucho tiempo ahora tiene un nombre y un marco conceptual.
Según la democracia deliberativa, tanto el socialismo real como la democracia radical, si bien nacieron como alternativas al liberalismo y al capitalismo, se vieron obstaculizados por la persistencia de una mentalidad estatista. La insistencia en el Estado inevitablemente generó una clase dominante, junto con privilegios para ella. Quienes ostentaban el poder abandonaron muchos principios fundacionales para preservar su autoridad, acelerando el estancamiento y el colapso de estos sistemas.
Críticas a la democracia radical y al socialismo real
Una característica distintiva de la democracia deliberativa es que examina y critica los errores de las experiencias socialistas reales. El socialismo real, que pretendía erigirse como alternativa a la democracia liberal y al lado de la sociedad contra la naturaleza explotadora del capitalismo, acabó estancado porque replicaba las mismas estructuras jerárquicas de castas.
La mayor crítica al socialismo real es su continua santificación del aparato estatal, el dominio a largo plazo de una clase gobernante y el afán por mantener el poder en lugar de escuchar a la sociedad. También se critica al marxismo por reducirlo todo a la clase y otorgar privilegios excesivos al proletariado. Al examinar las prácticas del socialismo real, se observa que esta cosmovisión clasista ha conducido no solo al estancamiento, sino también a consecuencias desastrosas.
En la década de 1970, a medida que el socialismo real se estancaba y la esperanza global en el socialismo comenzaba a desvanecerse, surgió el concepto de “democracia radical”. Sin embargo, si bien la democracia radical criticaba al socialismo real, no rechazaba la democracia liberal. De hecho, buscaba áreas de colaboración con ella. Esta tolerancia hacia un sistema de pensamiento aún ligado al capitalismo fue una de las debilidades de la democracia radical.
Aunque la democracia radical planteó críticas válidas al socialismo real, adoptó principios democráticos liberales fundamentales como la “regla de la mayoría” y las “elecciones por recuento de votos”, lo que condujo a una nueva forma de bloqueo. Al excluir a grandes sectores de la sociedad de la participación significativa, terminó aceptando la gobernanza mediante una especie de jerarquía de castas, reproduciendo el mismo ciclo de dominación.
Pero la democracia deliberativa forjó su propio camino al identificar y superar las deficiencias tanto del socialismo real como de la democracia radical. En lugar de ser una simple sucesora de la democracia liberal, emerge como una nueva vía hacia el socialismo en un mundo cambiante.
Democracia deliberativa y socialismo
En el mundo moderno, donde la división binaria de clases ya no se sostiene y tanto el socialismo real como el científico han llegado a un punto muerto, la democracia deliberativa puede verse como una etapa de transición hacia el socialismo.
A diferencia de la fase de la “dictadura del proletariado” del socialismo clásico, la democracia deliberativa propone un enfoque más inclusivo. Reconoce que el socialismo no puede sobrevivir a menos que abarque a todos los segmentos de la sociedad.
La “dictadura del proletariado”, como su nombre indica, no fue un período intermedio de liberación colectiva, sino un período en el que la clase obrera tomó el poder para imponer sus propias reglas. La práctica histórica ha demostrado que este camino es defectuoso.
Aunque el socialismo real inicialmente consideró esta fase necesaria para la consolidación nacional y la defensa contra amenazas externas, finalmente produjo los sistemas dictatoriales habituales. La insistencia en estructuras de Estado nación y fronteras fijas inevitablemente dio origen a clases dominantes y fuerzas armadas, reproduciendo los mismos males del capitalismo.
La democracia deliberativa o dialógica, en cambio, concibe un sistema en el que cada segmento de la sociedad tiene derecho a expresarse e influir en las decisiones que les afectan a sí mismos, a sus comunidades y a sus regiones. En este sentido, funciona como una etapa de transición hacia el socialismo.
Su característica más importante es preparar a la sociedad para un futuro socialista basado en la inclusión, donde nadie sea marginado o excluido.
La democracia deliberativa no requiere la existencia de un Estado nación. En cambio, dentro de una estructura confederal o incluso de un Estado nación, busca movilizar a la sociedad, garantizando la libertad de organización y participación.
Contrariamente a la tendencia del socialismo real a crear una clase dirigente, la democracia negociadora concibe un sistema que no requiere gobernantes. Los representantes son elegidos por el pueblo y también pueden ser destituidos por él. Por lo tanto, se aparta fundamentalmente de los modelos electorales de la democracia liberal, el socialismo real y la democracia radical.
En este caso, la regla de la mayoría no es decisiva. El objetivo esencial es que todos los sectores de la sociedad alcancen un consenso y desarrollen soluciones aceptables para todos. Rechaza la idea de que “la mayoría decide”, sustituyéndola por una auténtica democracia participativa. Un sistema donde todos tienen la misma voz y autoridad en la toma de decisiones constituye naturalmente el camino hacia el socialismo.
La democracia deliberativa en relación con la organización comunal
El líder Apo interpreta la historia de la humanidad no como una lucha entre clases, sino como una lucha entre comunas y Estados. Argumenta que la formación de clases es un subproducto del aparato estatal, y que antes del Estado existían sistemas comunales basados en la vida compartida y la cooperación. Por lo tanto, la historia de la humanidad es la historia de la lucha entre la vida comunitaria y la dominación estatal.
Las estructuras comunales se han debatido y practicado desde hace mucho tiempo dentro del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán). Los experimentos comunales comenzaron en las cárceles a mediados de la década de 1990 y posteriormente se expandieron a muchas zonas del Movimiento de Liberación de Kurdistán, evolucionando con el tiempo y las lecciones aprendidas.
En su último manifiesto, el líder Apo vuelve a enfatizar la importancia de la organización comunal, describiendo cómo deberían funcionar las comunas. Su concepto de “democracia deliberativa” es esencialmente un marco para la estructuración y organización de dichas comunas.
Las organizaciones comunales representan la unidad más básica de la organización socialista, el espacio donde las personas se reúnen, actúan y resuelven sus propios problemas. Deben existir en todos los ámbitos —hogar, calle, barrio, pueblo, distrito y ciudad—, construidas sobre bases sólidas para empoderar a las personas a abordar sus propios problemas sin depender del Estado. Para ello, es fundamental garantizar el derecho de todos a expresarse y participar en la toma de decisiones.
Aquí es donde la democracia negociadora se manifiesta plenamente. La base de una organización comunitaria depende de la plena implementación de la democracia deliberativa, donde todos los miembros de la sociedad tienen participación irrestricta en la deliberación y la toma de decisiones.
Una estructura así eliminaría los sistemas de castas y los peligros para la clase dominante que critica el líder Apo. Dado que todos tienen derecho a expresarse, también tienen derecho a criticar o retirar el apoyo a sus representantes.
En este modelo, las decisiones no se basan en la regla de la mayoría, sino en el consenso colectivo. Esta toma de decisiones inclusiva garantiza que se escuchen todas las voces, reduciendo la exclusión y previniendo el surgimiento de intereses de grupos estrechos.
Desde la perspectiva de la gobernanza local, si consideramos las declaraciones del líder Apo sobre los municipios, Jürgen Habermas describe la organización local de la democracia negociadora como ayuntamientos. El líder Apo se refiere a estos como comunas. Los ayuntamientos, al organizarse según los principios de la democracia negociadora, podrían funcionar de forma equivalente a las comunas e incluso evolucionar hacia ellas.
Conclusión
El concepto de democracia negociadora, definido por el Líder Apo como la línea rectora de la nueva era, sienta las bases del socialismo del siglo XXI y allana el camino hacia él. Lo que distingue a este sistema de otras corrientes de pensamiento es su plena inclusión de todos los segmentos de la sociedad —organizaciones civiles, mujeres, jóvenes, niños, defensores de los derechos de los animales, ecologistas, etc.—, brindándoles una participación genuina en la expresión, la autoridad y la toma de decisiones, a la vez que previene la tiranía de las mayorías o la concentración de poder.
La democracia negociadora es un sistema donde se construye el consenso, donde todos pueden hablar libremente, expresar sus objeciones y expresar sus ideas abiertamente. La experiencia actual en Rojava (Kurdistán sirio) puede considerarse un prototipo de este modelo.
La disciplina ideológica desarrollada por el líder Apo es el único camino a través del cual el socialismo puede volver a ser una fuente de esperanza en el mundo moderno: ya no un sueño o una utopía, sino una realidad viva y alcanzable.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina